Dejate cuidar por tu papá
Consejos para construir junto a él una relación más profunda, en la que nos ayude y nos mime disfrutando de nuestro rol de hijas
16 de junio de 2016 • 00:04
Créditos: Latinstock
Algunas más, algunas menos, impusimos una distancia física y emocional que nos ayudó a marcar un límite y a descubrir quiénes éramos por fuera de nuestro rol como hijas. Especialmente si arrastrábamos el mote de "nena de papá", esa frase que en algún momento nos enojó y de la que deseamos alejarnos lo más posible. Es que ninguna de nosotras quiso ser la del Edipo no resuelto, pero... ¿cuánto nos alejamos de nuestro padre y de su cuidado por miedo a seguir sintiéndonos niñas?
Quizás el no dejarse cuidar podríamos asociarlo a que en ese camino de méritos y empoderamiento todavía no contábamos con todo el kit de herramientas para sentirnos seguras con nuestras decisiones y por eso chocábamos con su modelo de vida y nos alejábamos de su cuidado, que tanto necesitamos. Como en cualquier cruce generacional, nuestros padres no tienen los mismos códigos y modelos de vida que sus hijos, como nosotras tampoco los tendremos con nuestros hijos. Ese desfasaje, si no lo tomamos con comprensión, también nos puede alejar. Seguramente el modelo de éxito, de trabajo, de familia, sea diferente, y resulta difícil diferenciar qué del modelo que recibimos de ellos queremos tomar y qué no. Entonces, la clave es comprender y desechar, y a su vez cultivar esas cosas que sí queremos mantener de su modelo de vida. Eso nos va a ayudar a vivir una vida con raíces, apoyada en la pertenencia pero con la libertad de no copiar todo sino adaptarlo a nuestra situación.
Cómo reencontrarnos
Es tanto el reencuentro con nosotras mismas como con nuestro padre porque se trata de que esta persona que somos hoy pueda generar un vínculo de amor y cuidado de un adulto a otro adulto, fuera de la simbiosis infantil. Cuando una logra salir de los mandatos del "tiene que" o "tengo que", puede abrazar este cuidado con gratitud. Hay una generosidad tanto en el dar como en recibir. Recibir no es agarrar y apropiarse sino tomar con gratitud, con disfrute, y cuando una lo hace de esta manera alimenta el lazo de amor.
Para alimentar esta relación, podemos entonces:
- Tomar conciencia: saber que nuestro padre viene con un bagaje cultural, de época y de género que no es ajeno y con el cual es lícito tener diferencias, pero que estas no tienen por qué traducirse en alejamiento.
- Aceptar(lo): dicen que cuanto más grandes somos, más dificil es cambiar. El trabajo no es seguir tirando de la cuerda para que tu papá cambie sino que sos vos la que debe aceptar el tipo de relación y la idiosincrasia de él, que no es la misma que la tuya. Quedarte con la fantasía del padre ideal no te permite construir, por eso está bueno marcar el límite de lo que vos sos y no sos, de los que heredaste de él y lo que no, para dejar de levantar el dedito.
- Valorar el vínculo: cuando podamos descargar la mochila de aquello que hicieron y aquello que son que no nos gusta, vamos a poder cargarla de lo positivo preguntándonos de dónde salió todo lo bueno que tenemos y, ¿por qué no?, empoderar el vínculo basado en eso.
- Dejarnos ayudar: entender que nuestro papá siempre nos va a querer ayudar con las herramientas que tiene y que esa ayuda es un regalo y hay que tomarlo como tal.
Claudio y Cami Garófalo - Créditos: Mariana Roveda. Producción de Natalia Señorales
Honrar el cuidado
Al dejarnos cuidar, todos ganamos. Pero este acto de amor lo debemos tomar como un regalo. Los padres siempre nos siguen cuidando, es una relación que no se acaba nunca. Es cierto, hay algunos papás que buscan ser reconocidos en exceso, necesitan que les tiremos flores. La cuestión es preguntarnos nosotras: ¿puedo aguantar que mi papá se sienta Gardel porque me prestó plata para las vacaciones o porque me arregló el sapito del auto? Todos los papás necesitan lo mismo, sentirse importantes en nuestras vidas. Vos podés regalarle esas flores con cariño, y si te cuestan tanto, no estás sólida para aceptar su regalo.
Pero también hay otros papás que saben regalar con generosidad lo que dan, pero nosotras no somos capaces de tomar ese regalo sin que se convierta en una carga. La cuestión es, entonces, cómo recibir sin sentirse en deuda o teniendo que agradecer excesivamente. Hay que aprender a recibir y confiar en que el "gracias, pa" es suficiente. El regalo no debe convertirse en un castigo a futuro o en un agradecimiento sin fin.
Dejarse ayudar y honrar esa ayuda es una tarea sin duda difícil y de personas muy sabias, sólidas, que se permiten sentir lo que están recibiendo sin medir ni comparar. Es de mujeres que eligen sacar la lupa del otro y decir: "OK, con lo que hay, agradezco y construyo". Si queremos mantener un vínculo, entonces hay que ocuparse, arremangarse, es así. Sin embargo, entre tantas responsabilidades, a veces nuestros padres quedan como "último orejón del tarro" (quizá te suene el reclamo...). Y aunque ese pase de factura sea un lugar común, puede ser cierto. Cómo nos ubicamos como hijas habla mucho de nosotras mismas: cuán maduras estamos para dejarnos ayudar, recibir, sin que toque nuestro ego.
Creación consciente de recuerdos
En una charla Ted, el fotógrafo Steven Addis cuenta que durante un viaje a Nueva York, su hija cumplió un año. Se sacaron una foto en una esquina y al año siguiente, de casualidad, hicieron el mismo viaje. A su mujer se le ocurrió tomar la misma fotografía en la misma esquina. De ahí en más, decidió que viajaría con su hija a Nueva York para su cumpleaños pero ya no por casualidad. De esta forma, comenzó un ritual muy lindo entre ellos y todos los años su relación gira en torno a ese viaje: qué hicieron, qué harán, qué tienen ganas de hacer juntos. Este ejemplo es inspirador y nos muestra que crear momentos juntos puede ser una decisión consciente. El ritual va a transformar ese plan en algo mucho más grande.
¿Cómo es hoy la relación con tu papá?
De izquierda a derecha: Catalina Meza Ingaramo, María Lucía Interguglielmo y Micaela Szlain
Catalina Meza Ingaramo , 27 años, socióloga. "Mi papá… Mi papá en realidad se llama Marcelo, es mi papá de corazón. Nos conocimos cuando yo tenía 6 años y ahí mismo nos elegimos. Me dejo cuidar por él básicamente en todo, pero con un vínculo más adulto. Antes, ante el menor capricho lo llamaba porque sabía que me iba a decir que sí a todo pero hoy le pido más su palabra, su reflexión y me dejo ayudar pero con su experiencia. Su consejo es el primero que busco".
María Lucía Interguglielmo, 31 años, psicóloga. "Veo como un signo de sabiduría dejarme guiar por alguien que me conoce muchísimo. El consejo ya no lo vivo como una imposición y el abrazo que me generaba rebeldía hoy lo espero. Ya no me hace sentir como una chiquita".
Micaela Szlain, 28 años, médica. "Hace dos semanas festejaba mi cumpleaños entre amigos, y él estuvo ahí, haciendo el asado para que yo no tuviera que estar pendiente. Disfruté mucho verlo a él disfrutar de compartir conmigo ese momento".
Experta consultada: Lic. Inés Dates, nuestra psicóloga.
¿Te dejás cuidar por tu papá? Contanos cómo es el vínculo entre ustedes. Además te mostramos ¿Sos la típica "hija de papá"?
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