Flor Torrente: esto nos contó sobre cómo fue emprender en Argentina

Helicia cumplió 10 años, ¡Felicitaciones! ¿Cómo se logra tener una marca tanto tiempo en un país con dificultades para emprender? 

Es bastante vertiginoso, por usar una palabra amena. Siempre digo que a los emprendedores en este país habría que hacerles un monumento. De oro, en lo posible. Hay que premiarnos por seguir queriendo hacer lo que nos hace felices a pesar de todo. Es intenso. Hay que tener muchas ganas.

¿Por qué arrancaste haciendo carteras? 

Pasó algo muy loco. Yo dibujo desde siempre, me encanta. Hacía varios años que pintaba y dibujaba carteras y zapatos. Y un par de años antes de que Helicia naciera, me llamaron para hacer una colaboración para Lazaro. Ellos esperaban que yo eligiera los colores o los herrajes y no mucho más, pero yo caí con todos mis dibujos, re intensa. Iba todos los días a la oficina, le pedí a la diseñadora que me hiciera como el diccionario del diseño de marroquinería. Aprendí un montón y fue espectacular. Después de esos dos años, me fui a estudiar afuera. 

¿Fuiste a estudiar diseño? 

 

Esa vez me había ido a estudiar música. Hice solo un semestre, me hubiese encantado quedarme, pero tenía 23 años y me quedé sin plata. Cuando volví, tuve que volver a vivir con mi mamá. Me acuerdo de que al tiempito me salió un comercial y con eso pude irme a vivir sola de nuevo. Y ahí le dije a mi mejor amiga si quería empezar un emprendimiento de carteras. Dividí mi capital, la mitad lo dejé para la movida de mudarme sola y la otra la invertí en Helicia. Eran $50.000, con eso arrancó Helicia...

¿Fue la pandemia lo que hizo que ampliaras a la colección completa? 

Me fui de vacaciones justo tres días antes de que cerraran todo y ya me había ido con la idea de que teníamos que cerrar porque no nos estaban dando los números. Cuando volví, encontré un curso de metafísica y le dije a mi socia: “Te regalo este curso, vamos a hacerlo las dos y tenemos que empezar de cero, otra vez. Hay que resetear”. Hicimos el curso, que se llama EMEDT, que nos voló la cabeza. A partir de eso, dijimos “hay que cambiar porque nadie necesita una cartera en este momento”. Hicimos cien tapabocas para sobrevivir y los vendimos en un día. Hicimos cien más. Y así terminamos vendiendo casi diez mil tapabocas. Después de eso, empezamos a hacer buzos. Y casi sin darnos cuenta, aparecieron socios inversores. Creo que una siempre tiene que estar lista para que la vida te sorprenda con cosas buenas. Y también estar lista para pegar un volantazo cuando es necesario.   

¿Cómo se combina la pasión por Helicia con tu rol de modelo, actriz? 
Me acuerdo de que desde chica me decían: “Sí, te gustan todas estas cosas, pero... ¿qué vas hacer?”. Todo. ¿Por qué tengo que elegir una sola cosa cuando me gustan un montón? Y cuando las cosas que me gustan las hago con responsabilidad, con amor, con cariño, con respeto, con ganas. Si pienso en qué momento decidí que quería cantar, tenía seis años. Empecé a estudiar canto a los 13, pero porque me dijeron que tenía que empezar a esa edad. Hay un proceso oculto de mucho trabajo, personal y profesional, que quizá la gente no conoce. “¡Uh, ahora canta!”. No, la verdad es que lo hice toda mi vida y decido en qué momento sale.  

Te escuché decir que no sacaste toda tu musicalidad todavía.  
Estoy en ese proceso desde hace muchos años, de sacar mi música. Es algo que va a suceder, está más cerca que nunca. Una profesora de pintura me había dicho que todo lo que dibujaba lo guardaba. Y si se lo regalaba a alguien hacía otro igual para guardármelo. Y me decía: “No, Flor, el arte no es tuyo. Vos expresás algo, pero ya no te pertenece”. A partir de ese momento, empecé a regalar cada dibujo. Siento que en la música me falta eso, terminar de soltar. Todavía es muy mío. Pero este año es el año.  

Contanos de El reparo, la peli que filmaste en Puerto Pirámides y que se estrena el 13 de abril... 
Con Lucía Van Gelderen, la directora, vengo hablando desde hace ocho años de esta película. Siempre hubo algo de su guion que me atravesó. Su conexión con las ballenas y la naturaleza. El papá es uno de los que crearon el avistaje de ballenas en Puerto Pirámides, entonces tiene una conexión muy particular. La peli es una búsqueda de autoconocimiento y yo soy muy fan de esa búsqueda. Después de muchas vueltas, la rodamos en 2021. Estuvimos un mes en Puerto Pirámides, uno de los lugares más bellos que vi en mi vida. Es una desconexión absoluta. Fue una experiencia increíble conectarme con el mar, con las ballenas.

¿Qué enseñanza te dejó la experiencia? 
Frenar. Vivir a cinco pasos de la playa, levantarte todos los días a las cinco de la mañana, ir a dar una vuelta al mar y empezar a rodar es lo mejor que puede pasarte. Fue espectacular. Aparte, teníamos muchas escenas con el agua y muchas tomas subacuáticas. Es una peli muy emocional y muy simple que habla de vínculos reales y de conectarse con uno mismo.  

Sos una buscadora, siempre descubriendo herramientas, lo último fue el Wim Hof (la meditación en frío), contanos cómo fue eso...  
Todo se despertó en Puerto Pirámides. Para la peli me tenía que meter en malla al mar y tenía que hacer la plancha. Me dijeron: “El agua está fría como el agua del lago, ¿querés tocarla antes?”. Dije que no, y ahí me contaron lo que iba a pasar: “Vas a estar diez minutos en el agua, si en algún momento no sentís algo de tu cuerpo, temblás o estás mareada, se acabó el rodaje. Salís, tomás un café y de a poco te vamos a ir haciendo entrar en calor”. Fue algo muy loco, porque yo medito desde hace muchos años, y cuando entré, pensé que tenía que hacer de eso algo que me fuera ameno. Entré en un estado meditativo, era tan molesto e intenso lo que estaba viviendo que en un momento se convirtió en placentero y fue espectacular. Estuve 20 minutos adentro del agua, no me di cuenta, la escena quedó espectacular y dije: “OK, tengo que hacer (la técnica) Wim Hof, urgente”.  

¿Cómo es? 
Brevemente, Wim Hof es un hombre de Países Bajos que tuvo una historia muy intensa. Su mujer su suicidó y él empezó a tener una conexión muy grande con el agua fría. Empezó a meterse en los canales, en agua helada, y descubrió que tenían poderes curativos. Investigó y descubrió que era muy bueno para la circulación, para el sistema cardiovascular, para las inflamaciones y las defensas. Pasó de ser el hazmerreír de Ámsterdam a ser un hombre admirado.  

También sos muy lectora, ¿podés recomendarnos tres libros que te hayan dejado algo? 
La novena revelación es un libro que dicen que te lo tienen que regalar. Después hay otro de un monje tibetano que es hermoso, The Things You Can See Only When You Slow Down, las cosas que podés ver solo cuando estás en calma. Y otro, cortito que es súper hermoso es El libro más lindo del mundo.  

MAQUILLÓ VERO FOX.

PEINÓ ANIA TANIGUCHI PARA VARDO MANAGMENT.

Agradecemos a Algodón Mansión Hotel (@algodonmansion) por su colaboración en esta nota.