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Ricardo Darín, el protagonista de Argentina, 1985: "El mejor camino fue no copiar a Julio Strassera"

Hoy estrena la película Argentina, 1985, dirigida por Santiago Mitre y protagonizada por la dupla de Ricardo Darín y Peter Lanzani. Charlamos con el gran actor argentino sobre su papel interpretando al fiscal Julio Strassera, qué lo motiva y cómo ve actualmente a nuestro país.


Fotos de William Kano

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Producción deVirginia Gandola

Netflix subió varias películas de Ricardo Darín y una se volvió tendencia.

Netflix subió varias películas de Ricardo Darín y una se volvió tendencia. - Créditos: William Kano



Esté donde esté, Ricardo Darín sabe adueñarse del lugar. Su carisma, su presencia, su voz tan particular, crean un ambiente que rápidamente te envuelve y en el que sentís una extraña comodidad. Tuvimos el placer de charlar con él antes del estreno de Argentina,1985, la película que protagoniza - y en donde interpreta a Julio Strassera, el fiscal del Juicio a las Juntas- y que recientemente fue preseleccionada por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina (AACCA) para representar a nuestro país en la carrera por el premio Oscar. 

Cuando pasó el Juicio a las Juntas tenías... 28 años. ¿Qué te acordás de ese momento?

Creo que no solo en mi caso, sino en el de muchas personas, lamentablemente el nivel de importancia del juicio dependió de cómo te agarraba parado. Yo, por ejemplo, estaba trabajando mucho, por suerte, hacía teatro, televisión y cine. Tangencialmente, estaba expectante, porque hacía solo dos años que habíamos recuperado la democracia y era muy aventurado que se hiciera un juicio de estas características. Pero después hubo una serie de tapones con respecto a la visibilidad que tuvo el proceso, porque se habían acordado ciertas restricciones para poder llevarlo a cabo.

En Argentina, 1985 interpretás a Julio Strassera, de quien todos tenemos cierta imagen..., ¿creés que hubo un desafío particular en darle vida?

Al principio dudamos, pero llegamos a la conclusión de que el mejor camino era no tratar de copiarlo. Yo sabía muy poco de él hasta que Santiago [Mitre] me empezó a hablar del proyecto; ahí fue que empecé a investigar y tuve una serie de encuentros con personas que estuvieron cerca de él. Te cuento una que me pasó porque es una perla: estábamos filmando, yo había dejado la locación y me crucé a un matrimonio grande por la calle. Entonces, él me frena y me dice: “Perdón, ¿tenés un minuto?”, le digo que sí y me cuenta: “Yo era amigo de Strassera, fuimos al colegio juntos y después fuimos vecinos por mucho tiempo. ¿Sabés qué? No te parecés en nada, pero estás igual”. Para mí eso fue un gran elogio, porque era exactamente lo que buscábamos.

En ese proceso de conocerlo, ¿tuviste algún momento de “¡la pucha!, no tenía ni idea de esto”?

A lo largo del camino fuimos descubriendo que Julio tenía un gran sentido del humor. Era bastante ácido, le gustaba gastar bromas pesadas a la gente que trabajaba con él... Y eso fue algo que me acercó mucho más porque, cuando mirás una foto, parece un tipo severo y áspero. Pero cuando rascabas un poquito, era todo lo contrario. Una persona muy campechana, un tipo muy simple. También creo que cuando le ofrecen hacerse cargo del juicio estaba en un momento muy particular de su vida, posiblemente su autoestima no estaba en el nivel más elevado y tenía muchas dudas sobre cuál era el destino de todo esto. Sospechaba que no iba a ir a ningún lado y que lo estaban usando políticamente... Cuando aceptó –era fiscal de la Nación, no le quedaba otra–, no creo que haya sabido que estaba haciendo algo histórico.

darin3.jpg - Créditos: William Kano

“Tengo el inmenso privilegio de sentirme querido, no puedo pedir mucho más”.

En 2018 charlamos con Peter Lanzani y nos dijo: “Mi sueño es trabajar con Darín”.
¿De verdad?

Sí, y hace poquito lo volvimos a entrevistar...
... Y dijo: “Ahora sé que es una pesadilla”.

¡Al contrario! Dijo: “Estoy contento de haber cumplido mi sueño”. ¿Cómo fue trabajar con él? 

Yo conocía a Peter, porque, si bien no habíamos trabajado juntos, es muy amigo de mi hijo, se quieren mucho y siempre habló muy bien de él. Siempre me pareció un chico increíble, muy sano y medio marciano. Es como si no fuera de este planeta, es medio el Principito. Cuando apareció esta oportunidad de trabajar juntos, los dos nos pusimos contentos... Bueno, yo me estoy enterando ahora de que él también. Nos fue muy bien, estuvimos muy codo a codo, con muchas preguntas y tratando de encontrar juntos las respuestas. En el rodaje lo volví un poco loco, porque soy bastante payaso y él es un profesional muy enfocado, atento y quiere hacer las cosas de la mejor manera. No es que yo no, pero tengo otro sistema. Sobre el rodaje, cuando uno se imagina un juicio, se imagina uno al estilo norteamericano con los abogados, el jurado y demás; esto no fue así, estaba el tribunal, estaban los jueces y estaban los procesados. Cuando entramos por primera vez a la locación, la sala de audiencias de Tribunales, nos quedamos estupefactos porque estábamos en EL lugar donde habían pasado las cosas que estábamos contando. Cuestión que Strassera y Moreno Ocampo tenían un escritorio muy chiquito –tal cual lo ves en la peli– y eran dos tipos grandes. El escritorio tenía esos típicos cajoncitos que nosotros llenamos de golosinas. Todo tipo de golosinas. Y teníamos a un equipo de pendejos de la Fiscalía que estaban todo el tiempo atentos a que abriéramos el cajoncito para tirarse sobre nosotros y robarse lo que pudieran. Hay muchísimas fotos de nosotros dos, mientras hacían las tomas de referencia en donde se nos veía de fondo, totalmente desmayados del sueño..., y los pibes tratando de robar golosinas...

Ricardo Darín y Peter Lanzani, en la piel de Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo en Argentina, 1985

Ricardo Darín y Peter Lanzani, en la piel de Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo en Argentina, 1985 - Créditos: Gentileza de Amazon Prime

No sé cuánto estás en redes, pero tu video en donde contás por qué rechazaste un papel en Hollywood sigue teniendo impacto. ¿Por qué sentís que sigue conmoviendo? ¿Pensás que tu respuesta sería la misma hoy?

Yo creo que sí. Mis respuestas seguirían siendo las mismas si fueran formuladas de la misma manera y en ese contexto. No estoy 100% seguro porque dudo mucho de mí, siempre, pero creo que sí... A veces me meto en redes..., de hecho, mi hija creó una cuenta en Twitter porque quería promocionar un emprendimiento suyo, le puso @BombitaDarin; ahora quedó y lo arrastro. Pero justo hace unos días una persona puso algo con referencia a lo que vos mencionás: “Llegué a casa, me pego una ducha caliente y no puedo dejar de recordar lo que dijo bombita”. Me quedé pensando y me di cuenta de que el momento de la ducha es muy importante, no sé qué se activa en nosotros, si es algo epidérmico o térmico o es que uno está absolutamente desnudo; hay algo especial en ese ritual que hace que sea una instancia en la que revisás tus pensamientos. Así que estoy recuperando la importancia de la ducha y, en contrapartida, el contraste, lamento mucho todos aquellos que no pueden hacerlo a diario, de la misma forma en que lamento los que no tienen al alcance de su mano agua potable como la tenemos nosotros, que vivimos una irrealidad. Nosotros en este país vivimos una irrealidad con respecto al agua muy grande. Pero salgamos de la ducha, porque ya es demasiado, creo que necesitamos refrescar cuestiones simples y valores simples. La gente sencilla, la gente simple, es la que más nos emociona.

Soy fan de la idea de que, a lo largo de nuestra vida, vamos cambiando y aprendiendo cosas nuevas. ¿Hay algo que aprendiste de vos en estos últimos años?

Creo que la pandemia nos obligó a todos a revisar hacia dentro y redescubrirnos. A revalorar lo que significa hacerte cargo de tareas diarias que generalmente estuvieron, injustamente, a cargo de las mujeres. Y cuando descubrís que muchas de ellas además trabajan afuera, decís: ¿cómo hacen? Así que la pandemia me ayudó a redescubrir una serie de cosas, a arremangarme y a tratar de aprender eso que no sabía hacer. Siento que en estas situaciones uno aprende mucho, aprende a ser más solidario y la importancia de estar más conectados. Yo tenía una gran esperanza con respecto a la pandemia, pensaba que íbamos a recuperar valores esenciales; lo que significa, no sé, querer un kilo de naranjas y no poder salir a buscarlas.
Me parece que es un poco temprano para hacerme el campeón y decir “aprendí esto y aquello”. Pero sí, aprendí cosas y todavía las estoy analizando. Y coincido con vos en esto de que uno va cambiando, yo era muchísimo más payaso de lo que me siento ahora..., a lo mejor para escapar de la severidad de la vida y de las cosas que me dolían. De hecho, cuando empecé terapia, lo primero que me preguntaron fue por qué creía que estaba ahí, y mi respuesta fue: “Porque creo que soy de esos que tienen seis platos en el aire y no se permiten que se caiga ninguno”. Estoy mucho más grande, más cascarrabias, pero menos explosivo, yo antes era más virulento. También uno aprende a tener más paciencia, a pilotear las cosas desde otro ángulo, porque el tema es vivir para aprender, que –en definitiva– es lo único que nos vamos a llevar de acá. Como decía mi viejo, “todo lo que hoy es tuyo ayer fue de otro y mañana también lo va a ser de alguien más”. Así que hay que tratar de no anclarse mucho con cosas pesadas, porque no te las vas a llevar a ningún lado. 

darin-1.jpg - Créditos: William Kano

“Es fundamental encontrar la manera de que la gente esté mejor. Espero que no se demore tanto porque hay muchas personas sufriendo y esto a mí me duele mucho. Me incomoda. Me enoja”.

Ahora que tenés residencia en Uruguay, ¿pensás en mudarte algún día allá?

No, nunca, nunca en mi vida pensé en irme de Argentina. Lo que pasa es que, hace mucho tiempo, Flor y yo habíamos comprado un terreno en Uruguay, en una zona que nos gustó mucho porque no era Punta del Este, sino un lugar más alejado. Muy tranquilo. Soñando con esa cosa de que algún día a lo mejor podíamos hacer una casa, y finalmente la hicimos. Algo que no es recomendable, porque meterse a construir una casa es una cosa que no es para mí. Ya lo descubrí y nunca más va a volver a pasar. Pero finalmente lo hicimos y tenemos una casa tranquila, simple, que a todo el mundo le gusta por su simplicidad, porque es para adentro y no para afuera. Un lugar en donde la pasamos muy bien; a mí me gusta muchísimo estar ahí, pero no pienso mudarme a ningún lado. Yo quiero mucho a mi país, quiero mucho mi ciudad y quiero mucho mi casa.

¿Y qué es lo que te hace feliz hoy?
Yo creo que nunca voy a ser todo lo feliz que podría ser, porque cuando miro para los costados, cuando miro para delante y para atrás, me encuentro con gente que no la está pasando nada bien. Así que, para mí, es fundamental encontrar la manera de que la gente esté mejor y tengo la confianza de que esto algún día va a pasar. Espero que no se demore tanto porque hay muchas personas sufriendo y esto a mí me duele mucho. Me incomoda. Me irrita. Me enoja. 

¿Y en tu día a día..., algunas pequeñas felicidades?
En lo cotidiano, la verdad es que no tengo grandes ambiciones, soy un tipo de gustos bastantes simples. Yo la paso muy bien en mi casa, con mi mujer, con mis amigos, con mis hijos, con los amigos de mis hijos. Tengo el inmenso privilegio de sentirme querido, entonces, cuando tenés esa suerte de sentirte abrazado, contenido..., no puedo pedir mucho más, porque es una fiesta en todos lados, con poca cosa. Una botella de vino con unos amigos, algo para comer y la pasás bien. Me gusta que la gente que conozco la pase bien. Eso me da mucha felicidad. Pero tengo períodos cortos de felicidad, que aprovecho y disfruto, no reniego de ellos, pero no puedo decir que soy un tipo feliz porque para ser feliz tendría que vivir en un mundo que sea un poco más feliz y eso, por el momento, no está pasando. Pero no pierdo las esperanzas y trato de mantenerme positivo.

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