"La sociedad de la nieve", nominada al Oscar: 5 claves de aprendizaje que nos dejó la peli del milagro de los Andes
"Cada uno tiene su cordillera". La frase de Carlitos Páez Rodríguez -sobreviviente del milagro de los Andes- es el puntapié para la mirada personal de Sole Simond sobre la peli española que ayer recibió 3 nominaciones al Oscar.
24 de enero de 2024
"¿Cuál es tu cordillera personal?". Esa es la pregunta que nos dispara la reflexión de uno de los sobrevivientes del milagro de los Andes. - Créditos: Gentileza Netflix
¿Cómo se arma una comunidad? Después de ver La sociedad de la nieve, me obsesioné con esta idea. De alguna manera, esa fórmula podría servirnos para nuestras familias, grupos de pares, equipos de trabajo, y –al mismo tiempo– puede ser un antídoto en tiempos de soledad. Uno de los grandes males de esta era es el aislamiento. Sabemos que la salud mental hoy pende de un hilo (en el último año las cifras llegaron a un 43,7% por ansiedad y un 35,5% por depresión), y todos los profesionales coinciden en que la pertenencia y el servicio a otros pueden ayudar a aliviar la desolación. Por un lado, sentirte parte de una comunidad, una red que te sostiene; y por otro, el poder conectar con otros para encontrar un propósito en nuestra vida. Ambas herramientas se ponen de manifiesto en La sociedad de la nieve, donde un grupo de amigos decide poner sus talentos para un bien común: en este caso, sobrevivir. Me gustó escuchar a Carlitos Páez Rodríguez, sobreviviente, donde cuenta que cree que lo lograron gracias a cinco grandes premisas:
1
El amor te salva: ellos, en su mayoría, ya eran un grupo de amigos y eso facilitó la organización, ya conocían las habilidades de cada uno, incluso él mismo descubrió (siendo uno de los más chicos, con 18 años) que era capaz de construir la compuerta improvisada para paliar el frío. La confianza previa, los valores comunes, y el objetivo claro colaboraron en rápidamente ponerse al servicio de la solución, incluso más allá de los imprevistos.
2
Inteligencia social: todos sabían que no todos necesitaban los mismos recursos; algunos debían alimentarse más porque hacían un trabajo más pesado, o entrenaban para salir de travesía, mientras otros tenían un rol más pasivo. Entonces se racionaron los recursos, fue estratégico, como así cuidar a los más necesitados, a los enfermos. La aceptación de qué puede hacer y necesita cada uno, es clave en la armonía familiar.
3
La fe en Dios: en varias secuencias de la peli se los ve rezando, los unía la religión, un mismo sistema dogmático ayudó a tenerlos en una misma frecuencia de fe. Incluso cuando alguno bajaba los brazos, siempre había otro que lo reconfortaba. Creer para ellos fue todo, tanto es así que Carlitos Páez se niega a llamarlo “la tragedia de los Andes”, él cree que es un milagro de supervivencia.
4
El Sí le ganó a No: frente a cada adversidad, el accidente, las avalanchas, no encontrar los recursos, ellos nunca perdieron el foco: salir de los Andes. Esa perseverancia, los oradores la ponen de ejemplo inspirador para hacerle frente a los desafíos organizacionales sin bajar los brazos; sin embargo, fue la pulsión más humana: la vida sobre la muerte.
5
Se sale paso a paso: “Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible, y terminarás haciendo lo imposible”, es una de las frases lindas de San Francisco de Asís. Ninguna gran empresa ni proyecto se pone en pie en un día, cada objetivo se gesta de lo más pequeñito a lo más grande. Esa paciencia, y capacidad de estar en el momento presente en cada decisión, te alivia de cualquier ansiedad que produce el conflicto.
"¿Cuál es nuestra propia cordillera?", podríamos preguntarnos luego de ver esta película - Créditos: Gentileza Netflix
Me gusta la frase que suele decir Páez, a 50 años de esta historia de salvación y amistad: “cada uno tiene su cordillera”, lo que vivieron ese puñado de personas es único y magnánimo; sin embargo, cada uno de nosotros tenemos nuestra cordillera, nuestra cuesta arriba, aquello que nos duele, aquello que no entendemos, ahí donde no vemos escapatoria, y esta fórmula podría ser un bálsamo mientras llega nuestro propio helicóptero a rescatarnos.