Ola de calor: el problema no es el verano, ¿cuál es?
Las olas de calor llegaron para quedarse. Aumentar en un 30% la cantidad de árboles evitaría un tercio de las muertes causadas por el calor. ¿Qué otras cosas podemos hacer para mitigar la crisis climática?
12 de marzo de 2023 • 10:30
Las olas de calor son cada vez más frecuentes y llegaron para quedarse. - Créditos: Getty
Siempre fui y seré defensora del team verano. No hay nada que me guste menos que el frío y levantarme cuando todavía es de noche. De todas formas, admito que últimamente está siendo más complicado ganar en esta discusión con los partidarios del frío. Pero la culpa no es del verano, sino del cambio climático. En esta nota te cuento por qué.
Estamos atravesando la novena ola de calor desde que arrancó el verano. No solo eso, según el Servicio Meteorológico Nacional la ciudad de Buenos Aires registró el verano más cálido de su historia.
¿Qué tiene que ver esta ola de calor con la crisis climática?
La relación entre cada ola de calor con el cambio climático se estudia una vez terminado el evento extremo, por lo que aún no se puede asociar directamente. Sin embargo, ya hay mucha información disponible en el mundo científico sobre esto.
Según el último informe del IPCC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas, las olas de calor se volvieron más frecuentes e intensas en los últimos 70 años.
A su vez, el World Weather Attribution, que nuclea prestigiosos científicos de diferentes lugares del mundo, lanzó un reporte afirmando que las olas de calor que vivimos en noviembre y diciembre en Argentina y otros países de la región fueron 60 veces más probables de ocurrir como consecuencia de la crisis climática.
Es decir, no es que antes no existieran las olas de calor, sino que ahora son cada vez más frecuentes e intensas en cuanto a temperatura.
Por lo cual, decir que la crisis climática es una cuestión del futuro es cada vez más incorrecto. Las olas de calor son, tal vez, el mayor ejemplo sobre cómo impacta en nuestra calidad de vida y, a su vez, agrava las desigualdades preexistentes. Si bien la exposición a un calor extremo impacta sobre todo en niños y niñas y en adultos mayores, también lo hace según los recursos e infraestructuras que cada persona tenga.
Es decir, quien tiene una vivienda con agua potable y ventilador o aire acondicionado no lo vive de la misma forma que quien vive en una casa de chapa sin acceso a energía. En nuestro país donde dos de cada tres niñas y niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos esta diferencia es muy importante.
Es muy importante tener más espacios verdes, del estilo de los bosques de Palermo para reducir el impacto de las olas de calor. - Créditos: Getty
¿Qué pueden hacer los gobiernos frente a una ola de calor? Tomar medidas de adaptación.
En general, cuando hablamos de acción climática nos referimos primero a la mitigación, es decir, a la reducción de los gases de efecto invernadero que producen el cambio climático. Esto tiene sentido porque sin reducir estos gases contaminantes emitidos por la actividad humana es imposible resolver el problema. Sin embargo, en un país como Argentina, la adaptación a la crisis climática es fundamental.
Estas son las políticas públicas tendientes a limitar los impactos, reducir las vulnerabilidades e incrementar la resiliencia frente al cambio climático. Un ejemplo de esto es el aumento de espacios verdes en grandes urbes en donde las olas de calor se ven agravadas por el efecto “isla de calor” producto del cemento en las calles y los materiales oscuros como el asfalto y techos de casas retienen más calor.
Según un estudio en The Lancet, aumentar en un 30% la cantidad de árboles evitaría un tercio de las muertes causadas por el calor. Muchas ciudades están yendo a esta dirección como París o Medellín. En esta última, la ciudad creó 36 corredores verdes y ya se vieron reducciones de temperatura de hasta 4°C.
Las olas de calor llegaron para quedarse y necesitamos que, de una vez por todas, se tome a la crisis climática como una prioridad.