Tras la muerte de Silvina Luna: dejemos solos a los malos
La muerte de Silvina Luna nos entristece y nos refleja. ¿Qué podemos hacer a partir de ahí?
31 de agosto de 2023 • 17:09
Silvina Luna murió a los 43 años. - Créditos: Archivo LN
Tengo un pensamiento recurrente, el de dejar solos a los malos. Hablando entre sí sobre cosas que no le interesan a nadie. Escalando la maldad de unos hacia otros hasta que se extingan o se mueran de aburrimiento. Cercados. Ignorados.
Ese pensamiento tiene que ver con una teoría que leí alguna vez que invita a tomar las calles en lugar de encerrarse por miedo.
Hoy se murió Silvina Luna, pobrecita, y no voy a detenerme acá ni en los mandatos de belleza ni en el amor propio que se nos exige mientras también se nos reclama que no engordemos y que no se nos note la vejez. Tampoco voy a hablar sobre la falta de justicia a la que, parece, nos acostumbramos. De estos temas, seguro, nos va a sobrar lectura por estos días y está muy bien que así sea.
Cuando la noticia se replicó en todos los portales, como una fila de fichas de dominó que se van cayendo una detrás de otra, volví a un video que la misma Silvina publicó en su cuenta de Instagram hace apenas unos meses, en abril. Lo tengo muy presente porque lo uso para clases y conferencias. Entonces, lo volví a publicar en mi cuenta, así, de sopetón y muchas me agradecieron por traerlo. No lo habían visto o no lo recordaban. Bendito sea, en muchos casos, el poder multiplicador de las redes.
Ella mira a cámara, ojos tan claros como sus ideas, y en apenas unos minutos habla de dos temas que llevo en mis músculos diarios. Y en este video, ahora aún más significativo, es tan amorosa, tan simple, tan contundente y tan generosa que hoy quería hablar justamente de eso.
Un paréntesis, un agradecimiento y una pelea contra lo efímero de las redes.
NO SE OPINA SOBRE LOS CUERPOS AJENOS NI EN LA VIDA NI EN LAS REDES.
Dice Silvina que no se opina sobre los cuerpos ajenos.
Dice también, y se disculpa con un “yo estoy más curtida”, que un comentario dañino en las redes puede destruir a una persona.
Ambas cosas, les juro, las sabemos. Pero nos impacta. Primero porque están relacionadas y segundo porque de algún modo nos cuestiona. Nos cuestionamos. También, seguramente, porque no hay metáfora. Lo dice. Y esa simpleza, y en primera persona, es contundente.
Sobre lo primero, sobre los cuerpos de los otros, me pregunto a veces si no será que se nos vació de sentido la frase, como cuando una reina de belleza (Sí, hay todavía) dice que quiere “paz en el mundo” y entonces repetimos como loros pero nada che. Bueno, algo sí va cambiando, pero falta tanto.
Sobre lo segundo, sobre los comentarios, de nuevo, siento (esto es una columna de opinión, colegas) que es como con el bullying en los colegios. Se llenan los pasillos de carteles pero a diario encontramos casos dolorosos y en esos mismos colegios de trabajos prácticos sobre el tema. Imaginen cómo crece un adolescente que es agredido en ese contexto absurdo con esa distancia abismal entre las palabras y los hechos.
Digo esto porque, y sin juzgar, ahora mismo veo en las redes a personas que no tienen problema en sumarse a acosos virtuales, lamentar la muerte de Silvina sin advertir la incoherencia y entonces creo que al final tenemos un poco un corso a contramano en la cabeza con estos temas. Algunos más, otros menos, otros nada, otros todo. La famosa deconstrucción que es gradual y personal. Pero de la que nos tenemos que hacer cargo.
Me resulta un poco desesperanzador, para qué les voy a mentir.
DEJEMOS SOLOS A LOS MALOS.
Es que para dejar solos a los malos tenemos que intentar ser buenos.
Esta dicotomía es mucho más compleja de lo que puedo desarrollar acá, es más, creo que casi no existe. Mi tía abuela opinando sobre mis kilos de más no es lo mismo que un hater empecinado en las redes, que sabe lo que hace y que entonces es responsable de sus actos, pero me sirve para volver sobre mi premisa: Para dejar solos a los malos tenemos que intentar ser buenos.
No opinemos más sobre los cuerpos de otros. Ahora, además de decirlo, intentemos hacerlo consciente. A mí a veces se me escapa, aún sin intención, pero vivo con dos chicas adolescentes, las nuevas vienen mejores, que me lo marcan y vuelvo. ¿Estamos dispuestas?.
Bueno, entonces les comparto algunas cuestiones sencillas: Sumar diversidad de cuerpos a las presentaciones laborales, no comprar en marcas que no tengan curvas más amplias de talles, tragarte los comentarios super graciosos que se te ocurren, no compartir posteos que ridiculicen a personas, etc.
Y no fomentemos ni promovamos ni hagamos silencio frente a la violencia en las redes. De verdad, y en estos días de elecciones es casi una prueba de fuego. Porque es fácil cuando pensamos igual que la persona a la que están agrediendo, pero cuando no es así se nos desarma la fila de patitos. ¿Estamos dispuestas?
Oka, entonces van también algunas cuestiones sencillas para empezar: Bloqueá al que agrede, denuncialo, dejá de seguirlo aunque te divierta. Y, aunque parezca obvio, antes de dar una opinión que nadie te pidió sobre otra persona, seguí de largo, que hay más para ver en las redes que el tiempo que tenés para hacerlo. Buscá algo lindo, colega, recordá que cada agresión es en realidad una confesión.
Ahora, vuelvo, el video que menciono tiene, al momento de escribir esta columna, casi 200.000 likes y casi 3 millones y medio de vistas. Tal vez si los que estamos ahí empezamos a tomarnos en serio estos temas, solo tal vez, el cambio sea un poco más rápido y el mundo un poco mejor.
Y, una noticia esperanzada, es que si bien en la vida diaria convivimos con lo que nos toca, en el barrio virtual es posible, y mucho más fácil, dejar solos a los malos. Escalando la maldad de unos hacia otros hasta que se extingan o se mueran de aburrimiento. Cercados. Ignorados. Ojalá podamos.
Ahora sí, les comparto el video de Silvina Luna.
Sirve como respuesta a muchas cosas y lo voy a usar aún mucho más de lo que lo venía haciendo. Gracias.
PD: A la lista de cuestiones de las que no hablo aquí, sumo la vida y las decisiones de Silvina Luna. Faltaba más, estupefacta leo que algunos tienen el tupé.
Justicia y paz para ella.
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