Masajes faciales: cómo son y qué procesos activan en la piel

Estamos súper acostumbradas a escuchar sobre cosmética natural. Natural lo que se dice natural, al final hay poco. ¿Saben que fue natural? Acostarme en una camilla, mirar hacia el arriba y gritar  “¿¡eso del techo son eucaliptus!?”. Sorprenderse así es natural y orgánico. Ojalá nos sorprendiéramos más. Conectar con esos ramitos y hierbas que fueron mi horizonte mientras los ojos resistieron abiertos fue el comienzo. Enojada con los procesados y los ingredientes químicos, María empezó su romance con la cosmética botánica cuando era muy chiquita espiando las revistas Saber Vivir de su abuela. Después estudió Cosmiatría, Cosmetología y Estética en la Universidad Kennedy. También estudió paisajismo, lo que explica perfectamente que el horizonte que dibujó en el techo sea tan genial. 

“El masaje que voy a hacer es un masaje Brimhana”, dijo, y me conquistó.

Lo que vino fue entrar en otro mundo. Diferente al que conocía: sin máquinas, sin cables, sin activos ni ruidos raros. El masaje -que es uno entre los muchos que podés elegir- es un protocolo de María, con el que consigue limpiar en profundidad los tejidos de la piel a partir de movimientos con sus dedos. En esos movimientos se levanta un calor fuerte y placentero. El aumento de la temperatura provee las condiciones para que se activen un montón de procesos celulares, entre ellos, que la regeneración del colágeno. Una forma natural de la radiofrecuencia.

Además, el masaje es modelador, por lo que es fácil reconocer un efecto lifting, pero sin intervenciones. 

Pude entregarme al contacto con las manos de mi anfitriona y conectar conmigo. Sentí perfectamente cómo mi cara se resistió al principio, el cosquilleo de la sangre que empezaba a circular diferente y peleé mucho con mis pensamientos que no me dejaban relajar del todo: hice listas, empecé esta crónica como 20 veces, imaginé las infinitas preguntas que iba a querer hacerle a María y cuando menos me lo esperé, estaba en silencio real, hacia adentro, respirando y simplemente estando ahí.

Inevitablemente abrí los ojos dos o tres veces, porque por momentos los 10 dedos de mi masajista mágica parecieron 40 y yo tuve que ver para creer. Cuando finalmente y después de 55 minutos los abrí, indagué sobre “todo lo que me pusiste”, “aceite de jojoba, mis dos manos y nada más”. Volteé para mirarme al espejo y sí, tenía la piel más tersa, brillante, como si hubiera dormido 3 días seguidos y descansado en unas largas vacaciones.

Y entendí rápido: funcionan las manos de María, funciona el contacto con un otro, funciona el amor, cuando te hacen mimos: funciona autoquererse.

Por supuesto que pregunté todo sobre la jojoba.

Comercialmente se lo encuentra en forma de aceite dejándolo como una cera liquida, y se lo llama “oro líquido” por su color y por sus propiedades cosméticas que son un montón: es nutritivo, humectante, emoliente y no es comedogénico (esto quiere decir que no obstruye los poros) y como si todo esto fuera poco, es un elemento que contribuye a nivelar las secreciones sudoríparas esto implica que si tenés la piel grasa, ayuda a que se regule y si la tenés seca, consigue el efecto contrario. Y como es rico en ácido linoleico también posee acción regenerativa: calma inflamaciones cutáneas.

Es ideal para las pieles más sensibles. Muchas ya lo tienen super incorporado y lo usan en el pelo porque suaviza, fortifica y nutre el cabello.

Y un dato clave y bastante desconocido: su cultivo contribuye a mejorar el medio ambiente y optimizar las zonas áridas gracias a su facilidad para adaptarse a los cambios climáticos.

¿La parte del skincare? Al fin y al cabo esta nota era sobre una experiencia skincare: el cuidado de la piel.

Mi piel se sintió muy bien durante todo el rato, mi contractura cedió muchísimo y a mi me costó despertar. En todo sentido.

Mientras no me duela, no tenga que pincharme o provocarme algún dolor, no puedo evitar probar cualquier cosa en la cara. Es quizás el único gusto completamente hedonista que tengo. No hay una búsqueda subyacente: las arrugas que tengo son las de una persona de 38 años, hay días que la piel se ve mejor, hay días que se ve peor.

No me maquillo más que con rimmel y desde hace un tiempo y solo los martes y jueves uso un poco de tapa ojeras que -a decir verdad- no se aplicarme bien. Aún así, soy incapaz de irme a dormir o empezar el día sin lavarme la cara. Hay gente que mira series, hay gente que compra zapatos, yo me regalo eso: limpiarme, el sérum, la crema y a dormir.

“Tu piel estará bien cuando vos estés bien", dice un cuadrito en Brimahana, el espacio mágico en el que lo natural manda. Y pensé en todo el tiempo que le dedico al “cuidado”: un poquito por acá, un poquito por allá, los pasos de mi rutina en perfecto orden y sin ser capaz de olvidar ninguno, pero mientras: responder tres whatsapp, ver si tengo algún mail nuevo y de reojo revisar tener todo listo para mañana.

Natural natural va a ser a partir de hoy, que entendí que el 50% del chiste es poder dedicarse un rato y repetir esos masajitos yo misma sobre mi piel, hasta que vuelva a las manos mágicas de María.