Casa de campo: ideas para decorar el refugio del fin de semana

Kari Sdrubolini es ambientadora y su marido, Nico Pérez, un fotógrafo que ama la naturaleza. Él se encargó del exterior: a partir de un proyecto que diseñó junto con el diseñador de paisajes Gabriel Burgueño creó un estanque y plantó con sus manos 80 arbustos nativos, que se convirtieron en refugios de la fauna local. Ella, fiel a su estilo, decorócon calidez cada rincón: “Usé bases de blanco y madera para darle color con los textiles y los objetos de decoración. Eso me permite variar todo el tiempo”. La casa la disfrutan los fines de semana –¡y en cualquier momentito libre!–, porque es su remanso, su “lugar en el mundo”, como dicen ellos.

 

La cocina integrada fue lo primero que se materializó. Kari diseñó los muebles que hizo su papá carpintero (@miguelsdrubolini) y le dio su estilo con detalles bien pensados: desayunador, vajillero abierto, dibujo de cerámicos sobre el piso de microcemento y estantes de madera para exhibir su vajilla (@reinabatataoficial).

La iluminación la eligieron en conjunto: lámparas galponeras para una luz puntual sobre el mueble de desayuno y una colgante de fibras naturales que, además, suma un toque estético. “La iluminación –dice Nico– me parece clave para generar climas. ¡Es mi toc
de fotógrafo!”. Su hija Lola, de 16 años, es pastelera y futura chef. Los fines de semana, el aroma a torta recién horneada envuelve los espacios y genera sensaciones de hogar.

Como plus, Kari armó un mood room con pared de machimbre que esconde detrás el baño. Tiene percheros para colgar abrigos y un banco con tapa como espacio de guardado. Ideal para mantener la casa en orden y prolija.

Con el fin de que el dormitorio sea un espacio plenamente funcional, Kari lo diseñó : eligió un tono verde claro para pintar las paredes, textiles bien suaves al tacto y cortinas que dejan entrar el solcito de las mañanas en otoño. “Lo usamos solo para dormir –cuenta Nico–. A la mañana, salimos expulsados hacia el exterior”. Ella, cuando Juanita duerme hasta más tarde, medita en la galería con vista al campo y prepara el desayuno con todos los detalles. Porque el tiempo allí pareciera ir a otro ritmo, mucho más calmo. Nico abre las puertas, respira profundo y se conecta con el verde del exterior.

“¡Desaparece en la naturaleza!”, se ríe Kari. Para el baño, el papá de Kari hizo un mueble súper útil, que va de piso a techo y que esconde el termotanque y suma espacio de guardado. Los detalles que se destacan: el espejo circular, la mesada rústica con patas de tronco y el piso de cerámicos, que sigue la línea del que eligieron para la cocina.

Acá sucede la magia: esa desconexión que necesitan y el campo les concede. La galería la armaron Nico y su suegro con eucaliptos de la zona y un techo de maderitas, que colocaron una por una. Tiene tres sectores: una mesa para compartir, un miniliving donde Kari medita y un horno de barro para los asados de Nico.

Es el espacio que más placer les da, porque además tiene una vista privilegiada de la pileta, el estanque y el verde natural. Para Nico, fotografiar esas escenas es su terapia. “El paisaje cambia todos los días”, asegura. Y es que el campo regala eso: verde que crece, tonalidades que cambian por temporada, cielos que sorprenden y fauna que se anima a convivir con ellos. Para Kari, el gran plan es tirarse sobre el sillón y levantar la vista para ver la postal más linda: agua, verde y vaquitas, más allá. Eso le da paz. ¿A quién no? A los que amamos el campo, seguramente, sí. Y si es en otoño, con la salamandra encendida y una copita en mano, el plan es aún mejor.