¿Es cierto que mirar una película nos puede hacer feliz?
Las películas pueden provocar todo tipo de emociones en el espectador. Angustia, miedo, risas, frustración…, pero hay un género en particular al que volvemos y una y otra vez; historias que nos hacen felices, nos reconfortan y nos transportan a épocas mejores.
2 de enero de 2024
Meg Ryan y Tom Hanks, los reyes de las comfort movies. - Créditos: TriStar Pictures
¿Alguna vez se pusieron a pensar por qué vuelven una y otra vez a darles play a ciertas películas (y series), incluso cuando el catálogo está repleto de títulos más recientes y atractivos? Este fenómeno es universal y se conoce como ‘películas reconfortantes’ (comfort movies), un clic casi intuitivo e instantáneo cuando necesitamos un poco de escapismo; un ‘lugar feliz’ al cual podemos regresar cuando la tristeza, el estrés o el aburrimiento empiezan a apoderarse de nuestra rutina.
Sabemos cómo terminan, conocemos cada uno de sus diálogos de memoria, y es esa familiaridad la que asegura el confort: dos horas –en promedio– que nos transportan lejos de un presente atribulado, posiblemente, a un momento más satisfactorio que se conecta con un recuerdo de la infancia o una salida con amigos. Pero, ¿cuál es la psicología detrás de nuestras películas reconfortantes favoritas? ¿Hay un motivo verdadero o todo es súper aleatorio? ¿Qué receta secreta esconden las comedias absurdas, las historias románticas más cursis, las aventuras fantásticas o ese clásico navideño que no podemos evitar durante las fiestas?
¿Cuántas veces es ‘muchas’ veces?
Volver al futuro, uno de esos clásicos que no podemos dejar de ver. - Créditos: Universal Pictures
“Ver películas puede proporcionarnos un escape del mundo real, lo que resulta reconfortante para algunas personas. Sobre todo, si realmente te gusta una cinta en particular, podés sumergirte por completo en ese mundo. Cuando tenés problemas en tu propia vida o preocupaciones que te perturban, una película familiar y reconfortante puede ayudarte a desconectarte”, asegura Rebecca Lockwood, terapeuta y profesora de psicología, especialista en ciencia de la programación neurolingüística.
Muchos podemos sacar esta misma conclusión, pero hay algo más, mucho más, al momento de reproducir uno de estos títulos. Como ya dijimos, volver a ver estos viejos favoritos le proporciona al espectador un poco de control y familiaridad. Una elección que, se entiende, no va a decepcionar, especialmente para aquellos que son propensos a la ansiedad, no logran relajarse ante el suspenso y necesitan –o prefieren– saber a dónde los lleva la historia sin giros ni sobresaltos: saber que, al final, los protagonistas tienen su final feliz, que el amor triunfa y los malos tienen su merecido.
Los investigadores Cristel Russell y Sidney J. Levy llevan años buceando en este fenómeno del rewatch cinéfilo y televisivo, al punto de denominar la sensación de calma que se produce al volver a ver estas películas como un ‘control experiencial’ que proporciona una ‘regulación emocional’. En pocas palabras, como ya conocés el final, también sabés cómo te vas a sentir: “Volver a ver algo es una forma de controlar tus emociones y ayudarte a sentirte seguro, lo que puede ser beneficioso si estás pasando por un momento estresante”.
Friends, una de las series más vistas durante la pandemia. - Créditos: Warner Bros.
Los adultos no son los únicos que experimentan alegría y comodidad al ver sus películas favoritas. En 2017, Netflix compartió que uno de sus suscriptores había visto Bee movie 357 veces durante el transcurso del año. Luego se supo que se trataba de una mamá británica, quien seguía reproduciendo la película para su bebé de tan solo 10 meses de edad, alegando que “hacía berrinches” cuando la animación no estaba en la pantalla. En palabras de Russell y Levy: “Los chicos no solo aprenden al mirar cosas repetidamente, también les ayuda a formar conexiones y a desarrollar una mejor comprensión del mundo que los rodea”.
La cuarentena y el aislamiento durante la pandemia de COVID-19 también jugaron un papel importante al momento de rescatar esas películas y series de TV favoritas; un tiempo que se intensificó frente a la tele en un promedio de 3.1 horas por día, según la Oficina de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statistics) de Estados Unidos. Y esta rewatchabilidad no disminuyó desde entonces. Un estudio realizado en 2023 por el sitio CableTV.com determinó que el 87% de los encuestados (de entre mil) tiene un programa reconfortante al que recurre una y otra vez, aunque solo la mitad conocía el término ‘comfort show’.
El peso de la nostalgia
¿Cuántas risas te regalaron Cher y Tai? - Créditos: Paramount Pictures
La nostalgia es otro factor a tener en cuenta al momento de intentar explicar la psicología detrás del fenómeno de las películas de confort. El motivo principal para volver a ver esa historia favorita de nuestra infancia –en busca de un poquito de consuelo– surge de la alegría de rememorar los recuerdos más positivos, transportándonos a una época más simple de nuestras vidas, junto al recordatorio de que hubo y habrá días más felices en el horizonte. “La nostalgia crea una idealización de un determinado período de tiempo para el cual el cerebro ha establecido una connotación positiva, y volver a ver una película nostálgica puede simular ese sentimiento de felicidad y certeza del entorno”, aseguran los expertos, además de descubrir que la nostalgia puede manifestarse físicamente como calidez y comodidad.
Pero, ¿cómo impactan las películas reconfortantes en nuestro cerebro? La repetición genera afecto. Los científicos lo llaman ‘efecto de mera exposición’ –o principio de familiaridad– y explica que las cosas familiares son más fáciles de procesar, por eso tendemos a desarrollar preferencias por aquello a lo que ya estuvimos expuestos. “Cuando ves películas y te sumergís en ellas, empieza a disminuir lo que se llama la facultad crítica, o factor crítico, en el cerebro. Esto admite sugerencias en la mente subconsciente y crea la percepción de que lo que estás viendo es verdadero”, añade Lockwood. Por el contrario, cuando algo no nos interesa, el factor crítico tiende a descartarlo y desacreditarlo, al punto de preguntarnos “¿es posible que esto suceda?”.
Todo el año es Navidad
Todos tenemos esa película navideña favorita, ¿no? - Créditos: Universal Pictures
Las películas confort aumentan tus niveles de felicidad y, según las investigaciones, las historias navideñas ayudan mucho más. Todos tenemos una favorita que no pasa desapercibida durante las semanas de festividades, un clásico para ver solos o en familia, tan tradicional como las garrapiñadas y el pan dulce. ¿Dónde está el secreto? Las películas navideñas, con su magia, alegría y calidez (aunque la temperatura local no contribuya a la experiencia), proporcionan una sensación única y acogedora. También elevan los niveles de dopamina, una hormona que nos ayuda a sentirnos más felices y ligeros. Este cambio neurológico también reduce los niveles de estrés y la ansiedad, enviando señales a nuestros sentidos, encargados de determinar si lo que vemos nos resulta placentero o no. Como broche de oro, ver películas navideñas en buena compañía puede fortalecer la relación con esa persona, sea un interés amoroso, un amigo o miembro de la familia, creando una conexión más cercana y amena.
“Las películas reconfortantes con finales felices e historias edificantes pueden mejorar tu forma de pensar y brindarte una perspectiva más optimista de la vida”, suma Lockwood; pero sumergirse demasiado en ellas también tiene su lado negativo... como todo lo que se consume en exceso. Nos podemos dejar llevar y perdernos fácilmente en los mundos que proponen las comfort movies, anclarnos demasiado en la nostalgia o extraviarnos en el pasado, creando un estado mental que no se condice que la realidad.
Nuestras vidas no son la trama de una comedia romántica o un musical elaborado. Estas historias nos inspiran y nos dan placer, pero no podemos comparar nuestro día a día con lo que ocurre en la pantalla. “Esto puede volverse poco saludable, hacerte sentir que algo te falta en la vida o que no lograste alcanzar todas tus metas porque tu existencia no se parece a la de tu personaje favorito”, añade la experta, pero aclara que la identificación también puede ser positiva, como la diversidad y la inclusión que tanto se pondera por estos días: vernos reflejados en un protagonista que se parece a nosotros y atraviesa circunstancias y obstáculos similares crea validez y visibilidad en cuanto a la sexualidad, el género, la raza, la religión y el tamaño corporal, logrando que nos sintamos menos solos en el mundo, y así poder celebrar quienes somos y aceptarnos mejor a nosotros mismos.