Maroon 5 tuvo revancha en Buenos Aires
La banda de Adam Levine concretó el show cancelado dos veces por la pandemia y reventó la noche porteña de hits
9 de abril de 2022 • 16:18
Maroon 5 tocó en Buenos Aires
Eran las 21:45 y la máquina pop encendió la revancha. Después de dos cancelaciones, en dos años distintos, por la situación sanitaria, Maroon 5 finalmente subió al escenario del Campo Argentino de Polo y se sacó las ganas de hacer algo que le sale muy bien: encandilar a la audiencia y darle un hit tras otro, para que recuerde cómo era eso de ir a ver grandes shows en vivo.
Todo empieza alto desde el arranque, con “Moves like Jagger” y “This Love”, dos superéxitos cuya elección no parece nada casual en el setlist de la noche. Desde 2022, la banda se lleva de viaje al público 10 y 20 años atrás en su historia, respectivamente, hacia un par de discos clave: Overexposed, el que los reposicionó como un gran jugador de pop ‘bailable’, y Songs About Jane, su debut. Es como si dijeran: “Todo esto tenemos, todo esto somos. Ahora prepárense para escuchar”, en anticipo de un concierto que se aleja de la estructura ‘presentación del nuevo álbum’ para concentrarse más bien en un hit parade, o ‘esas que sabemos todos’, una fórmula que no tiene error en megaestadios.
El sonido es tan impecable como si los estuvieses escuchando en tu living -aunque magnificado-, la puesta de luces/pantallas acompaña bien los climas con imaginería de estilo vintage y un mix de color estridente y blanco y negro, y todo funciona a la perfección. Pero lo realmente fuerte sobre el escenario es la presencia de Adam Levine, que se echa al hombro un espectáculo de casi dos horas como solo un buen frontman sabe y puede, sin más espectacularidad vocal que sus clásicos falsetes -mucho más orgánicos en vivo, hay que reconocer- y absolutamente todas las ganas, porque el californiano es un entertainer (recordemos que actuó en la romcom Begin Again, con Keira Knightley y Mark Ruffalo, y en la segunda temporada de la serie American Horror Story, por ejemplo) tanto como un ícono de la moda, que sube a las tablas con una camisa animal print o postea en su feed de Instagram una foto familiar enfundado en un vestido comfy playero.
Y ese podría ser el secreto: con su imagen de uñas negras y piel hipertatuada, el vocalista de Maroon 5 seduce, a la vez, sin excesos; es natural. Tiene el carisma que lo convierte en capitán de una banda para todas las edades -el público del show porteño, con 40 mil personas, fue un muestrario de generaciones.
En vivo, Levine es la versión pop contemporánea del Flautista de Hamelin. Allí donde él va, el resto sigue. Si se cuelga la guitarra (esa Fender rosa/anaranjada destruida), el sonido se vuelve más rocker; cuando baila, también lo hace la marea humana; habla, y todos escuchan. Por supuesto, eso es posible porque no está solo ahí arriba. El resto del grupo -especialmente James Valentine, en guitarra, y PJ Morton desde el teclado- funciona como una base sólida, que escolta todo con precisión para que Maroon 5 explote de ritmo en los momentos más hiteros (“Animals”, “Makes Me Wonder”, “Maps” -¡qué Sting/The Police suena en vivo!-, “Love Somebody”) y abra espacio para lo acústico, con “Cold” o “Sunday Morning” (presentada como “una canción de cuando muchos de ustedes no habían nacido”), otras aguas en las que estos angelinos, que han coqueteado bastante con el blue-eyed soul -o soul blanco-, siempre se movieron bien.
Además de la música y los looks, hubo tiempo para algunas reflexiones. “Es un momento abrumadoramente emotivo para nosotros”, dijo el cantante, antes de recordar que el 12 de marzo de 2020, fecha inicial del concierto suspendido a último minuto, fue el instante en el que “todos comprendimos que algo espantoso estaba pasando… Gracias a los que guardaron sus tickets y están acá ahora. ¡Lo logramos!”.
Como cierre, sonaron “She Will” y “Sugar”. Levine se quitó la camisa y redondeó el hechizo. Todos felices.
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