Ricky Martin y su show sinfónico en Vélez: una noche de fiesta, romance y nostalgia al calor del público

Decir Ricky Martin es también apelar a más de 38 años de canciones, que a muchas de nosotras nos remiten a nuestras adolescencias y, claro, a nuestra propia educación sentimental. Porque… ¿quién no cantó a los gritos algunas estrofas de “Te extraño, te olvido, te amo de nuevooo” ante alguna desilusión amorosa? Y sin dudas, el set de temas de sus primeros discos –que también incluyeron los himnos "Fuego de noche, nieve de día" y “El amor de mi vida- fueron uno de los momentos más emotivos de la noche, con un estadio repleto de lucecitas de celulares y un Ricky que hacía silencio para escuchar el coro de una multitud enardecida y que incluso nos mostró cómo se le ponía la piel de gallina ante esa muestra de cariño.

Sin dudas, otro de los puntos altos de la noche fue el momento en el que Ricky cantó, quizás, una de sus canciones más íntimas, “Asignatura pendiente”. "Todas mis canciones tienen mi historia. Pero esta es especial. Porque describe mis emociones, pero también mis inseguridades y mis fortalezas. Cántenla conmigo…" – pidió como un rezo. Y entre cellos y violines, bajo un cielo que dejó caer apenas algunas lágrimas de lluvia, todos nos entregamos a su pedido.

¿Otro highlight? El momento en el que empezaron a sonar los acordes de “La copa de la vida” –el tema oficial del Mundial FIFA 1998- y en las pantallas gigantes se proyectaron los grandes momentos de la Selección Argentina y su hazaña heroica en Qatar. La multitud (ahora hinchada) enloqueció y todos coreamos el “alé, alé, alé” como si estuviéramos celebrando en el mismísimo Obelisco.

Lo sinfónico del show no impidió que Ricky desplegara toda la potencia y la fuerza del baile y de su propia sensualidad, mostrando y proponiendo diferentes climas. Por momentos, movía las caderas diabólicamente al compás de “La bomba” o “Livin´la vida loca”. En otros pasajes musicales, entraba en una especie de trance y con suaves movimientos que parecían una práctica espiritual de taichí, se volvía etéreo y se fundía con los violines de la orquesta. El viento ahora se embolsa en su impecable y elegante maxicamisa y se convierte en un bailarín clásico que está a punto de despegar vuelo. Y canta otro himno -"Vuelve"- y Vélez estalla de amor.

Ya sabíamos que al concierto le quedaba poco, pero él subió la apuesta con un “¿Quieren más?” Ante la unanimidad, llegó otro alto voltaje de la noche con “Vente pa´ca”, el temón que lanzó en colaboración con Maluma en 2016. El calor seguía subiendo; ahora Ricky se seca la transpiración con unos movimientos imposibles y luego tira la toalla a la tribuna. Y como si el cielo entendiera que necesitábamos un final épico, una nube se posa encima del estadio y se pone a garuar. Como un regalo más. La lluvia finita que nos bañaba a las casi 50.000 almas fue el final perfecto de la noche. "Muchas gracias Argentina, por el amor, la fuerza y la pasión" – se despidió Ricky. Y nosotras, más agradecidas que él.

La data: todavía quedan entradas para el show del sábado 4 de marzo en el Autódromo Municipal de Rosario. Las conseguís en turboentrada.com, a partir de $12.000.