The Cure en el Primavera Sounds: rock gótico, grandes clásicos y el carisma de Robert Smith

Cuando pensamos en las grandes bandas de la historia de la música británica, millones de personas pondríamos a The Cure en esa lista como una de las agrupaciones que siempre supo traer algo diferente al escenario. Es que el grupo comandado por Robert Smith va muchísimo más allá de sus grandes clásicos como Boys Don't Cry, Friday I'm in Love o Close to me: con una estética que mezclaba lo gótico y el postpunk, que no era ni The Smiths ni Joy Division, la particular voz de Robert Smith era acompañada con bajo, guitarra, bateria y teclado. Adueñándose de lo que, muchísimos años más tarde, terminaron de definir como la dark wave de finales de la década de 1970.

En su tercera visita a Argentina (la primera fue en el estadio Ferro en 1987 y la segunda en River Plate en 2013), The Cure y el Primavera Sound matchearon perfecto. Adueñándose del escenario Heineken -en donde, unas horas previas, había tocado El mató a un policía motorizado- y con una puesta 100% festivalera, Robert Smith recibió al público con su clásico look: el labial rojo corrido, remera, camisa y pantalón negros. Junto a él, Reeves Gabrels, Mike Lord (quien reemplazó al titular Roger O’Donnell), Simon Gallup y Jason Cooper.

Con un set list de dos horas y media -el recital terminó pasada la madrugada-, el show arrancó con Alone y Pictures of You, para seguir con pequeños grandes lujos musicales como fueron las versiones de casi 10 minutos de A Forest o End song.

Con una propuesta súper íntima y envolvente, The Cure no fue a lo seguro tocando sus hitazos uno tras otro, sino que casi que nos regaló una sesión de sala de ensayo en donde los músicos parecían experimentar con los sonidos de esas canciones que ya todos amamos. Cada tanto sonriendo y súper compenetrado, hay algo en la voz de Smith que no envejece y que nos vuelve a transportar a nuestra adolescencia. Mixeando muy bien los moods, no se ahorraron de disfrutar de Lovesong, Inbetween Days, Just Like Heaven, para volver -un poco- a la psicodelia de It Can Never be The Same, Want, Plainsong y Disintegration.

Con un minibreak que marcó un estilo de antes y después en el recital, el cierre sí llegó con un mood más hitero gracias a sus éxitos como Friday I'm in Love, The Walk, Lullaby, Boys Don't Cry y Close to me, que el público celebró bailando y cantando a todo pulmón. Prometiendo volver, el broche de oro para los argentinos fue el propio Robert reconociendo la pasión y hype del público, al despedirse diciendo: “You’re fuckin’ wonderful”.