The Marvelous Mrs. Maisel: se despidió para siempre y nos regaló un final perfecto

Titulado Four Minutes el capítulo final de The Marvelous Mrs Maisel duró casi 1.30 (aunque se haya sentido de 20 minutos) y fue escrito y dirigido por la mismísima Amy Sherman-Palladino. Con una temporada que se caracterizó por las idas y vueltas entre el pasado y el presente, el cierre no se sintió como un punto final, sino como la explicación de todos aquellos clips que fuimos viendo -inteligentemente- desordenados. Respondiendo la enorme pregunta de "¿cuándo fue el verdadero break-up point de Midge?", también dieron respuesta a consultas históricas ("¿por qué el marvelous delante del Mrs Maisel?") y a otras nuevas ("¿qué significan esos 4 minutos?").

Pero un buen cierre no signifca -solo- dar respuestas, sino crear momentos. Un punto que Sherman-Palladino demostró gran maestría ya que Four Minutes está repleto de esos: desde Rose y Abe Weissman corriendo por las calles de Nueva York para no perderse la aparición de su hija, hasta la bizarra reconciliación de los Maisel para pasar por todo el detrás de escena que significó ver a Miriam performando en el programa de Gordon Ford en donde se suponía que solo era una escritora (y ese instante hermoso en que es despedida), la secuencia de Susie abiréndose por primera vez sobre un tema personal y la escena final en donde entendemos cómo, realmente, la relación de estas dos amigas, socias y compañeras realmente terminó (ella solo necesitaba alguien que la haga reír... y siempre tuvo esa persona al lado).

Con el ritmo al que la serie (y Sherman-Palladino) nos tiene acostumbrados, The Marvelous Mrs. Maisel es otro ejemplo de la vieja teoría seriéfila de que cinco temporadas es el número perfecto para que una serie se vaya en lo más alto. Porque, sin ser el capítulo mejor logrado de la serie o, siquiera, de la temporada, Four Minutes hace todo bien y nos da el tiempo necesario para que le digamos adiós a cada uno de los personajes que acompañamos durante estos seis años.

Cuando pienso en toda la despedida de la serie, tengo que reconocer que me resulta muy fácil elegir mi momento favorito de la temporada y fue en el octavo episodios, The Princess and the Plea. Si bien es cierto que en esta última entrega la mayoría de los personajes tuvieron su momento de oratoria griega, creo que el de Abe es -por lejos- uno de los mejores. Rodeado de sus amigos, mientras ellos hablan a él lo vemos reflexivo y tomando ese vino que en una primera instancia dijo que no quería. En ese contexto es que tiene su propio momento de realización en el que no solo reconoce el duro trabajo de su única hija mujer, sino que además abraza los errores que cometió como padre y el rol (¿pobre?) que tuvo en su vida.

Tony Shalhoub -quien siempre demostró estar brillante en este rol- dice: "Mi hija fue abandonada por su esposo de la nada. En lugar de colapsar por el peso, emergió más fuerte. Una nueva persona... o eso pensé. Pero ahora, creo que, tal vez, esa fue ella todo el tiempo. Realmente nunca la tomé en serio", y después de reflexionar sobre el trato diferente que tuvo con su hijo varón, dice: "Creo que nunca se me ocurrió. Y por insondable que sea esta elección de carrera suya, lo está haciendo sola, sin mi ayuda ni la de su madre. ¿De dónde viene esto... esta fuerza? ¿Esta valentía que yo nunca tuve... que mi pobre hijo nunca tuvo? ¿Qué podría haber sido ella si la hubiera ayudado y no la hubiera ignorado? ¿Ignorado quién es ella realmente? Mi hija es una persona extraordinaria, y creo que nunca le he dicho eso a ella".

Lo escribo y se me pone la piel de gallina. Lo leo y solo puedo pensar que es uno de esos momentos de la televisión que se convierten en históricos y parte de nuestra cultura popular.

Después del éxito de Gilmore Girls, Amy Sherman-Palladino tardó unos 10 años en crear The Marvelous Mrs. Maisel (obvio, en el medio tuvo dos series que no llegaron a ser tan exitosas: The Return of Jezebel James y Bunheads). Y como le pasó con aquella serie, hoy no existe ficción como la protagonizada por Rachel Brosnahan y Alex Borstein, a quienes también va a ser difícil ver en otros papeles.

Ya con cierta experiencia en despedir ficciones que tengo abrazadas al corazón, mi único consejo es que no le busquen reemplazo. No hay nada que pueda reemplazar The Marvelous Mrs. Maisel y si la extrañan, hagan lo que todo buen seriéfilo haría: empezar el rewatch.