Estrenó en Netflix y se convirtió en la película subida de tono más vista de la plataforma

Un ascenso inesperado, el codiciado puesto en una competitiva empresa financiera donde todo vale, es el detonante de esta historia y el conflicto que amenaza la estabilidad de una pareja joven recién comprometida. Emily (Phoebe Dynevor) y Luke (Alden Ehrenreich) ocultan su romance para no romper la política de la compañía. Entre ellos hay apoyo mutuo y comprensión, algo que empieza a desvanecerse (y corroerse), llevando la relación a límites insospechados. La dinámica de poder se altera y algo nefasto empieza a surgir en medio del éxito y la ambición desmedida.

“Empecé a escribir Juego limpio como una suerte de ajuste de cuentas. Surgió de un sentimiento que tuve en cierto momento de mi vida, cuando mi éxito no se sentía como una victoria, sino como una pérdida”, cuenta Domont, y agrega: “Estaba en una relación con alguien que se sentía amenazado por mí, por mi ambición o cualquier pequeño logro que tuviera, y la única manera de afrontarlo era empequeñecerme, en un intento desesperado por proteger la relación. Pero no la salvó”.

Este estado de partición entre sus ambiciones y sus anhelos, y la repetición del mismo ciclo con diferentes parejas, fueron el puntapié para delinear esta historia que se hace eco de la normalización de un problema que a muchas nos toca de cerca. Con su primer largometraje, la realizadora echa mano de los elementos del thriller para explora “el potencial destructivo de las dinámicas de género en un mundo que cambia las reglas del juego constantemente”.

“Supe al instante que Phoebe y Alden eran perfectos para estos personajes. Creo que son dos actores increíblemente fuertes y versátiles que pueden hacer cualquier cosa”, asegura la directora sobre su pareja protagonista, que acá hacen algo muy diferente a lo que están acostumbrados. “Ambos estaban muy dispuestos a sumergirse de cabeza en este material. La humanidad que aportaron a sus papeles, la dualidad de emociones, era simplemente magnética”, suma, y cuenta que la química entre los dos estuvo presente desde el primer momento, entre ensayos e improvisaciones; un punto clave para el suceso de esta historia de enamorados con un costado bastante oscuro.

Tras su buena recepción en el Festival de Cine de Sundance de este año, Juego limpio llega a la grilla de Netflix para rescatar un género perdido y darle un nuevo significado.