Netflix: por qué no deberías dejar de ver Mi otra yo, el nuevo éxito de la plataforma
1 de septiembre de 2022
Mis dos vidas, es uno de los últimos grandes éxitos de Netflix. - Créditos: Netflix.
¿Qué onda con el furor de Mi otra yo, la serie turca que desde hace casi un mes en el top 10 de tendencias en Netflix? ¿Les pasó igual de poner el primer capítulo así como un poco incrédulas y de repente darse cuenta de que eran las 3 am y seguían enganchadas y sin poder parar? A mí me pasó eso.
Cuando una serie se vuelve fenómeno, casi siempre miro el piloto para ver si me engancho, si me atrapa la historia o si simplemente se trata de una buena estrategia de marketing. Con esta serie turca de Netflix quizás pase un poco de cada cosa. Pero después de haberla visto, me animo a ensayar caprichosamente algunos motivos del romance:
1
El uso de las constelaciones familiares como un elemento narrativo. Cuando me enteré de que se trataba de una serie en donde aparecían sesiones de constelaciones familiares, primero pensé: "Mmmm, qué truchada". Hice alguna vez esta terapia y me parecía, en principio, imposible que una experiencia así pudiera trasladarse a la pantalla y salir airosa. Pues bien: ¡me equivoqué!
Cada episodio de la serie empieza con una escena inicial conflictiva y dolorosa que sucede en otro tiempo y lugar; y con el transcurrir de la historia vamos entendiendo cómo el entramado familiar de alguno de los personajes sigue operando en ellos, a través de ciertos patrones o acciones de alguno de sus antepasados.
Mi otra yo convierte a esta terapia en una especie de trampolín hacia la transformación necesaria de los personajes, elemento fundamental para que una historia nos atrape. Y hay un personaje clave para esto: Zaman, el experto en constelaciones familiares que hace sesiones grupales en Ayvalik, el pueblo al que llegan las tres amigas en busca de aventura. Si miraste la serie y nunca hiciste esta terapia es probable que te den muchas ganas de tener la experiencia de constelar.
2
La amistad femenina como tema, como refugio, como forma de abrazar nuestras complejidades y diferencias. Bueno, no es nada nuevo: la amistad femenina y sus conflictos ha sabido dar algunas de las mejores series icónicas de las últimas décadas: desde Sex & The City, hasta Girls. Meternos en la intimidad de un grupo de amigas siempre nos funciona como espejo. Nos reconocemos porque por momentos podríamos ser nosotras: estamos tironeadas entre la vida profesional y la personal, nos enamoramos, nos desenamoramos, tenemos quilombos, alegrías, cambios drásticos de vida.
En la serie seguimos a Ada -quien en pleno ascenso profesional, sufre un revés personal que lo cambia todo-, a Leyla -que está feliz con su vida de casada y su maternidad hasta que su marido cae en bancarrota- y Sevgi -una abogada ambiciosa que luego de ser diagnosticada de cáncer, decide hacer una terapia de constelaciones familiares para intentar sanar-.
3
La posibilidad de viajar (aunque sea mentalmente) a Turquía. Si nunca visitaste este país, la serie te lleva de la mano a muchos paisajes que te van a dar ganas de sacar un pasaje ya. Ayvalik -una ciudad turística muy visitada en verano- será el escenario elegido por las tres amigas para su viaje de autodescubrimiento personal. ¿Y qué hay en esta ciudad? Paseos frente al Mar Egeo, callecitas angostas y empedradas, casas bajas de colores con vista al océano, extensos campos de olivares y una gastronomía deliciosa, que también está presente en muchos episodios.
4
Tomar el mantra "este dolor no es mío" como leit motiv. "Este dolor no es mío" es el título de un libro de Mark Wolynn -fundador y director del Instituto de Constelaciones Familiares (FCI)- que aparece en muchas escenas de la serie. Zaman se lo recomienda a Ada y lo vemos a él mismo leyéndolo en la serie. ¿Y de qué va? Es un libro que trabaja sobre la posibilidad de que nuestros traumas y conflictos crónicos podrían ser heredados. Y obviamente, se volvió furor como la serie, a tal punto que muchas librerías lo agotaron desde el estreno de Netflix
5
La identificación de nuestros propios rollos familiares. En Mi otra yo hay conflictos de madres con hijas e hijos, de mujeres con sus exparejas, de las amigas entre ellas mismas, de varones con respecto a sus hijos. También hay historias de amor. De desamor. Hay intentos por trascender ciertos modelos que heredamos. O de desobedecer ciertos mandatos familiares. ¿Acaso existe alguna persona en el mundo que pueda dejar de identificarse con estos temas universales?
No voy a decir que hay que verla sí o sí, pero vale decir que si estás en alguna búsqueda o si te interesan los procesos de autosanación, verla te puede abrir puertas o curiosidades para seguir indagando. Y, por supuesto, entretenerte al mismo tiempo.