Neptuno, Urano y Plutón: por qué se llaman planetas transpersonales

Urano: es el regente de Acuario, su órbita es de 84 años y recorre en aproximadamente 7 años cada signo. Este planeta se lo relaciona con el despertador de los cambios. Su espíritu es de mucha innovación y de una mirada diferente, fuera de la norma. Se lo puede juzgar de rebelde y anarquista, pero viene a traer la originalidad repentina y el cambio. Simboliza bríos de libertad y de conexión con nuestra naturaleza sin importar la mirada de los demás. Su energía es intempestiva y la acompaña un cambio que hace que tengamos un salto cuántico en nuestra vida.

Para mantener equilibrada esta energía es ideal tener técnicas que te conecten con tu respiración y que, de este modo, la energía circule con más fluidez en tu cuerpo.

Neptuno: es el regente de Piscis, su órbita es de 165 años y recorre en 14 años aproximadamente cada signo. Está cubierto de una neblina azulada por lo que lo llaman el planeta azul. Está relacionado con la inspiración, la espiritualidad y el amor en sus formas más amplias. La energía de Neptuno nos trae la sensibilidad y la empatía necesarias para conectarnos con lo espiritual que hay en cada una de nosotras y con los demás. Nos hace ser conscientes de la interconexión en este planeta tierra.

Para poder bajar a la realidad esta energía tan sutil siempre es aconsejable meditar, hacer arte en cualquiera que sea su expresión, por ejemplo, escritura, pintura, música, etc. Prestar atención ya que “mal aspectada” nos puede traer extrema sensibilidad, espejismos, falta de claridad.

Plutón: es el regente de Escorpio, su órbita es de 248 años y recorre cada signo en aproximadamente 20. Los astrónomos lo clasifican como el planeta enano y menosprecian su influencia. Para la mitología, Plutón es Hades, el que gobierna el inframundo y posee un casco de invisibilidad, esto significa que puede influir sin ser visto.

Este planeta nos trae a la conciencia el poder que habita en cada una de nosotras para ir tras eso que deseamos con pasión. También nos trae cualidades de liderazgo para transformar la realidad en la que estamos y en la que nos toca jugar. Nos conecta con la intuición de lo oculto y con la influencia que hay en el detrás de escena de las situaciones. Prestá atención porque suele ser el que saca los trapitos al sol. “Mal aspectado” puede traer un aspecto obsesivo, controlador, desconfiado y con motivaciones ocultas o misteriosas que no permiten que veamos claramente.