
Cómo es la técnica de la llama violeta que te permite conectar con tu divinidad amorosa
Permitite conectar con tu divinidad amorosa a través de esta técnica energética.
15 de febrero de 2024

La llama violeta es una técnica para conectar tu energía. - Créditos: Valentina Bussi
Todo en el universo es energía vi- brando en distintas frecuencias, dijo Albert Einstein. Todo. Nosotros también. Lo que nos parece sólido, concreto, tangible, está, en última ins- tancia, conformado por neutrones, protones, electrones. Un electrón –último sustrato de la materia– es luz, energía que circula constante- mente alrededor del núcleo del átomo. En esto sí nos diferenciamos de ciertos objetos. Porque nosotros podemos vibrar a mayor velocidad. Es decir, aunque no seamos tan fluidas como el agua, que pasa de sólido a gaseoso y a líquido, tampoco somos tan rígidas como piedras. O sea que podemos percibirnos ya no como seres humanos teniendo cada tan- to una experiencia espiritual, sino como seres espirituales o energéticos teniendo ahora una experiencia humana. ¿Lo habías pensado? El cuerpo es nuestro traje para hacer la experien- cia en este plano.
Energía tierra y energía cielo
Vos, yo, todos en este planeta somos seres energía y seres humanos a la vez.
La energía “tierra” tiene limitación tiempo- espacio, concibe el tiempo linealmente (nacer, vivir, morir), organiza el mundo de modo dual, ve límites y separación entre las partes y se posa sobre una idea de finitud.
En cambio, la energía “cielo” es ilimitada. ¿Qué significa esto? Desde este punto de vista, siempre es ahora y la muerte no existe. O, en todo caso, no como solemos concebirla, sino solamente como un cambio o pasaje. Para esta energía no hay dualidades (bueno, malo; lindo, feo; positivo, negativo): solo existe la unidad donde reside la creación y desde donde noso- tras podemos cocrear. Para desafiar los paradigmas limitantes y reconectarnos con la energía cielo, existe la “llama violeta”.
¿Dde qué se trata?
Es un fuego color violeta que podemos intencio- nar durante una visualización. El violeta –color de la frecuencia más elevada– toca nuestros cuatro centros energéticos superiores, que, a su vez, están ligados a cuatro glándulas biológicas: el centro pineal, relacionado con la glándula pineal; el centro pituitario, relacionado con la hipófisis; el centro de la expresión, relacionado con la glándula tiroides; y el centro cardíaco, relacionado con la glándula timo.
Se estima que nosotras –adultas prome dio– tenemos nuestros centros funcionando como máximo a un 20 o 30 por ciento de su capacidad. Ya al encenderse los dos primeros centros, se forma una triangulación lumínica –una especie de circuito electrónico– que nos permite desarrollar nuestra visión interior, nuestro instinto o tercer ojo. ¡Imaginate cuan- do encendemos los cuatro! Es como prender una lamparita que estaba apagada, o brillando con luz tenue, y ponerla al 100%. ¿Cuál es el interruptor? La glándula pineal, ubicada en medio del cerebro, pequeña, brillante y del tamaño de una lenteja. Esta, además de cum- plir funciones biológicas súper importantes (como regular el sueño y erradicar radicales libres), es conocida como el “botón espiritual” que nos conecta con otras dimensiones, con la potencialidad de nuestras emociones, nuestro ser, nuestra alma.
¿Cómo activarla?
Activar se parece a meditar, pero en este caso, no intentamos poner la mente en blanco. Al invocar la llama violeta, observamos rayos de luz que sa- len de nuestro interior –en particular, de nuestra glándula pineal– y otros que nos atraviesan. Lo ideal es hacerlo dos veces al día, en un lugar cómodo y bien iluminado, con perfecta conciencia de la respiración.
Ya desde las primeras activaciones sentimos que algo se modifica. Algunas personas sienten paz, otras pueden ver cosas y experi- mentar cambios físicos o emocionales. Algo muy común es experimentar la “nostalgia del origen”, un recuerdo de esa unidad con el todo que sentíamos cuando éramos chiquitas. La llama violeta nos permite reunir lo que estaba desunido: la ciencia con el espíritu; el indivi- duo con la fuente original.
Y, sobre todo, es una herramienta muy prácti- ca que profundiza y acelera procesos de índole física, emocional o mental. La clave es la prác- tica, para que nuestras células –que son solda- dos obedientes– empiecen a vibrar en sintonía con lo que nos decimos a nosotras mismas. Es fácil de comprender –incluso desde la mirada más mental– y de incorporar.
La llama violeta para el amor
“No consigo pareja”; “mis relaciones se cortan rápido”; “no logro armonía con mi pareja”... La llama violeta no promete soluciones mágicas para estas cuestiones, pero sí ayuda a ver co- sas propias y descorrer los velos que estemos listas para sacar. Como cuenta nuestra experta consultada, Ceci Carena: “Empecé a activar ca- sada con el padre de mis hijos y pude ver que no era eso lo que quería. Me separé y estuve tres años conmigo. Salía con personas, pero me seguía conectando desde la vieja Ceci”.
La realidad es que somos con otros y atraemos a las personas y situaciones acordes a nuestra frecuencia vibratoria. Para un amor genuino y verdadero, es importante que estemos limpias energéticamente. Si no, vamos a repetir patro- nes que no nos hacen bien. La llama violeta nos ayuda a ver qué no está en armonía en nosotras y, desde ahí, sanear los vínculos energéticos que tenemos con distintas personas para que vibren en amor.
La felicidad de estar viva. Por Ceci Carena
Toda la vida creí que lo peor que le podía pasar a una persona era perder un hijo. Crecí con esa idea. Cuando estaba embarazada de mi segunda hija, la translucencia nucal nos alertó de que no iba a poder sobrevivir mucho tiempo después de nacida. Y así fue. Jazmín vivió unos perfectos 30 minu- tos fuera de mi panza.
Fueron meses muy duros, de enojo, de negrura. Probé de todo para estar bien, pero nada resultaba. Entre esas cosas, llegué a la llama violeta. Jazmín ya había partido hacía tres meses. Cerré los ojos y me vi, y por primera vez me sentí realmente feliz en mi vida. No “contenta” o “conforme”: feliz. Sentí la felicidad de estar viva. Pude comprender desde el corazón para qué había venido Jazmín, comprendí que siempre será mi hija y solté la culpa de seguir viviendo, de reír, de amar. Desde ese momento, lo que mi beba me dio ya tocó y transformó la vida de más de 50 mil almas. ¿La verdad? No les enseño nada nuevo, solo las ayudo a recordar quiénes eran. Como Jazmín hizo conmigo.
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