Martes 13: ¿cómo zafar de las supersticiones y crear tu propia suerte?
Hoy es martes 13 y no le tenemos miedo al número. Ni a las supersticiones. Porque estamos convencidas de que somos las hacedoras de nuestro propio destino. ¿Cómo elegir y construir las creencias que nos potencian? ¿Cómo sostener el compromiso con la vida que queremos?
13 de diciembre de 2022
manejas-tu-suerte-1.jpg - Créditos: Getty Images
Hoy es martes 13, también es un día lleno de supersticiones y cábalas -a las 16, la Selección Argentina se juega la clasificación a la final del Mundial Qatar- y sentimos que es una buena oportunidad para profundizar y repensar qué hay detrás de una superstición, al mismo tiempo que nos hacemos (y de paso, te hacemos) la pregunta: ¿creemos en la suerte o creemos en nosotras? ¿Qué mecanismos sostienen nuestras creencias? “Todas las creencias sostienen un compromiso y –en el caso de las supersticiones o las cábalas- el compromiso es el de no hacernos cargo de nuestro destino. Y podemos incluso ir un poco más profundo todavía: nos comprometemos con no sentir la frustración de no lograr aquello que decimos que queremos. Entonces lo que hacemos es poner afuera, en un objeto o una acción como la escalera o el gato negro, ese poder o esa responsabilidad” – explica Fernando Sáenz Ford, coach especialista en liderazgo y transformación, el experto con el que charlamos sobre esta nota.
También este evento nos trae la oportunidad de revisar nuestros compromisos personales y colectivos, nuestras creencias de hoy: “¿en qué creo?”, “¿qué quiero en este momento para mí?”, “¿espero que venga algo y me lo traiga mágicamente o acciono para conseguirlo?” Claro que podés seguir creyendo en la “suerte”, las “señales”, la ley de atracción o la sincronicidad. A veces está bueno confiar y sentirte sostenida por un poder más grande y misterioso, por ciertas leyes del universo que no comprendemos del todo. Pero sabé que eso no define el camino de tu vida. “Lo que define el camino de nuestras vidas es la acción que vamos tomando momento a momento. En definitiva, la suerte no está ahí afuera, sino que es una interpretación nuestra. Vos podés juzgar qué es suerte y qué es mala suerte. Hay miles de cuentos que muestran que lo que pensamos que es “buena suerte”, al rato fue mala suerte”- sostiene Fernando.
Así que el tema no tiene que ver con lo que pasa ahí afuera. Con lo que hagamos o dejemos de hacer para sentir que la suerte nos acompaña. Sino que tiene que ver con lo que pasa con vos, con nosotras. Definitivamente, el camino es nuestro. Así que la propuesta es soltar y hackear esas creencias que ya no van con vos. ¿Estás lista?
¿En qué creemos cuando creemos?
Nuestras creencias son un grupo de interpretaciones, una forma de experimentarnos a nosotros mismos, de relacionarnos con los otros, con las circunstancias, incluso con el misterio de la vida. Pero atenti: nunca nos revelan lo que es verdadero o falso. Seguramente escuchaste hablar de las famosas “creencias limitantes”, esas que arrastramos y que sentimos que nos frenan, que nos quitan poder, o que no dejan que despleguemos todo nuestro potencial. Pero… ¿qué pasaría si empezamos por deconstruir la palabra “limitante”?
Nuestro experto lo dice mejor: “Más que limitantes, las creencias, sean cual sean, te habilitan y te abren posibilidades o te cierran posibilidades. Todo límite trae una emoción pesada y esa emoción pesada la estás viviendo y la estás alimentando cuando lo mirás de esa manera. Pero sobre todo, toda creencia más que revelar lo verdadero nos revela a que estamos comprometidos en la vida, aunque no son los compromisos que decimos que tenemos, son como compromisos subyacentes, están un poquito por debajo”. Por ejemplo, en la frase “voy a ser feliz cuando tenga X trabajo” –podés reemplazarlo por “una pareja así o asá”, “cuando tenga hijos” o lo que quieras- está es la creencia de que hay una causa y que el efecto va a ser la felicidad. Y la mayoría de las veces no se corrobora porque el paradigma es el de la autoexigencia.
“Entonces vos vas a hacer A para lograr B, cuando lográs B vas a tener que hacer para lograr C y así estás todo el tiempo sin conectar con los demás. Y eso es una creencia. ¿A qué me abre? A un montón de logros, a sentirte súper profesional, pero ¿qué es lo que me cierra? Me cierra a la liviandad, me cierra a la quietud de poder vivir el momento presente y disfrutarlo, me cierra a entenderme ya completa, independientemente de lo que logre o no logre” – explica Fernando.
Entonces, ya sabemos algunas cosas: 1) una creencia es una interpretación, no es la verdad, 2) todas las creencias nos comprometen a algo, es interesante pensar y reconocer qué emoción o idea está sosteniéndola, 3) hay dos preguntas para chequear si es momento de deconstruir una creencia: “¿a qué me abre esta creencia?” y “¿a qué me cierra?”. Con esas respuestas en mente, recién podemos hablar de deconstruirlas y de abrirte a la posibilidad de ser arquitecta de tu propio presente y tu propio destino.
¿Cómo dialogar con nuestras creencias para elegir nuestro destino? - Créditos: Getty Images
Deconstrucción permanente
Lo más interesante de deconstruir nuestras propias creencias es la sensación de libertad que nos trae: si algo hoy no te cierra, ¿por qué no cambiarlo y transformarlo? Todos tenemos ese poder. Pero nuestro experto nos da algunas claves del coaching para hacerlo:
Buscar que las nuevas creencias no denosten el pasado.
“Las creencias siempre provienen del pasado, no hay otro lugar de donde agarrarlas, entonces cuando yo pienso en la deconstrucción como un cambio de interpretación, que es más adecuada el momento de vida en el que estoy ahora, eso es más liviano. Cuando yo creo en la deconstrucción de la creencia como ´uy, voy a sacarme lo que no sirve, lo falso, para ir ahora a lo verdadero´, entonces hay algo donde no estás abrazando lo que fue, donde no estás abrazando el pasado” – apunta Fernando. Pero atenti: el presente se convierte muy rápido en el pasado. Por eso siempre conviene mirarlo con buenos ojos.
Chequear que se acompasen a cada momento a TU momento presente.
El gran desafío es estar todo el tiempo redefiniendo nuestras creencias. Si nos volvemos conscientes de lo que creemos, tenemos una elección. Y sobre todo, tenemos el poder. Tenemos la elección de seguir sosteniendo esa creencia o tenemos la elección de transformarla en algo que tenga mucho más que ver con ese momento presente y con el futuro que cada una imagina.
Porque todo tiene que ver con el relato que te estás contando, que sea funcional a generar un bienestar hoy, con las cartas que hay, con las posibilidades y los recursos con los que contás. Por ejemplo, puede pasar que en hoy estés soltera y te sientas súper bien porque te sostiene la creencia “la felicidad tiene que ver con mi propio bienestar, no depende de un otro”. Pero puede llegar un momento en que esa creencia quizás te aísle o elimine la necesidad o el deseo de una compañía o compañero/a. Estar abierta a dialogar con nuestras creencias es preguntarte todo el tiempo: ¿esto es funcional a mi presente?, ¿qué compromiso está sosteniendo? Y quizás la más importante: ¿lo quiero seguir sosteniendo?
Que te conecten con la gratitud, la compasión y la empatía.
Si nos convertimos en testigos amorosos de nuestras creencias, las podemos ver y las podemos también agradecer. “No sirvo para hablar en público, me veo muy tosca y ridícula” quizás te sirvió o te fue funcional en algún momento de tu vida, porque quizás todavía no tenías los recursos para poder pasar por ese desafío de exponerte. Pero quizás hoy, esa misma creencia te está “cerrando” a nuevas posibilidades. “Entonces en vez de castigarte y decir: “esta creencia me estuvo limitando”, simplemente lo que digo es “ok, gracias por haberme acompañado en este momento de mi vida, te dejo ir para que aparezca algo diferente”. Y desde ahí, lo que vas elaborando es un estado de ánimo de liviandad respecto del momento presente, porque si no vamos por ahí cambiando y deconstruyendo creencias con pesadez, con culpa, con agresión, nos estamos autoagrediendo. Entonces es súper importante cuál es el estado de ánimo que voy conservando en mi deconstrucción, más que la propia deconstrucción. Porque eso define en quien te vas transformando” – explica Sáenz Ford.
Muchas veces culpamos al “afuera” de habernos instalado una creencia - la familia que tuvimos, la cultura en la que vivimos, el país en el que nacimos, las relaciones que tuvimos, el colegio al que fuimos, etc- y sentimos que, de alguna manera, ayudaron a construir nuestro conjunto de creencias. En algún sentido, podés también observar esa culpa de manera sistémica. ¿Qué quiere decir esto? “Por ejemplo, si vas a culpar a tu padre o a tu madre porque ahora tenés una creencia de la vida X, por ejemplo que “todos los hombres son iguales”, o que “las mujeres tienen que hacerlo todo”, o lo que fuese, hacelo al 100%, pudiendo ver lo que te cerró y lo que te abrió. Quizás te hizo más fuerte, quizás te hizo independiente. Y te vas a dar cuenta de que eso que culpabas en un principio, quizás fue una bendición, para que hoy puedas tener cualidades que si no, no hubieses podido expresar”.
Estar atentas y abiertas a los llamados de atención de la vida.
Muchas veces son las circunstancias de nuestra propia realidad las que nos invitan a hackear nuestras creencias. Claro, a veces son llamados amorosos y otras veces son “cachetazos” que te despabilan en cuestión de segundos o te traen tal tsunami que no te queda otra que cambiar. Todas tenemos en la vida esos “momentos bisagra” en donde solo nos queda confiar, observar, aprender y escuchar intuitivamente. “Es fundamental tener una confianza vital en que la vida es una gran maestra que te va a poner los desafíos que necesitas para hackearte las creencias que en ese momento ya no son útiles en tu vida. Primero te golpea la puerta: “hola, soy la vida, me parece que estaría bueno que cambies un poquito esta creencia”. Y uno puede estar en tres grandes estados: abierto, cerrado o bloqueado. Si estás en apertura, entonces vas a escuchar el llamado. Si estás cerrada o bloqueada, probablemente no escuches. A mí me gusta decir que son tres veces: primero te golpea la puerta, después te toca timbre (acá todavía podés estar en cierto estado de negación y de anestesia). Y después viene y te tira la puerta abajo a patadas. Y ahí seguro pensamos “¿cómo puede ser que me pasó esto? ¿Cómo no la vi venir?” Muchas veces dejamos pasar los llamados de la vida porque estamos demasiado comprometidos con eso que te traía la creencia en la que estabas”. Si no podemos solos, la idea es que puedas buscar a alguien –puede ser un amigo, un psicólogo, o un coach- que te ayude a decodificar y captar estos llamados.
4 pasos para crear lo que creés
1
Tomá consciencia de tus dolores o tus curiosidades.
Hay dos cosas que nos traen a la realización de una creencia: el dolor o la curiosidad. Preguntate: ¿qué me duele hoy? ¿Qué me da curiosidad hoy? En general, existe cierta tendencia a negar nuestros dolores y nuestras curiosidades, entonces la curiosidad negada se transforma en rigidez y en sufrimiento posteriormente. Revisá en tu presente qué cosas te dan ganas de decir “¿qué hay detrás del horizonte?” o “quiero saber un poco más de X cosa”. Puede tener que ver con explorar nuevas formas de relacionarte en pareja, con nuevos proyectos, con otro estudio, con explorar otra forma de vida. Lo mismo con el dolor: “¿qué me está pinchando hoy?” es la pregunta. En ese “hacerte cargo” vas a encontrar las llaves para lo nuevo.
2
Entregate a la reflexión.
¿Qué es la reflexión? Es como subirte en un dron un ratito para observarte desde otro punto de vista. Y no es un acto intelectual, sino un acto de desapego que solo aparece cuando estás en el “amar”. Es simplemente dejarte aparecer completa en toda tu dimensión: en tus dolores, en tus curiosidades, sin restricciones, con compasión, con empatía. El estado de autoamor es el terreno fértil para observarte.
3
Observá qué creencias aparecen y agradeceles.
Antes de cambiar una creencia, está bueno hacer un ritual de despedida. Es un proceso que se da casi en simultáneo con la deconstrucción: agradecer lo que se va para abrazar la nueva creencia. Y la despedimos para que aparezca algo más evolucionado, para traer una nueva versión que se acople a este momento de tu vida, para que sea una creencia que nos habilite, nos libere y no que nos restrinja. ¿Cuántos tuvimos que deconstruir nuestras creencias sobre el trabajo desde la pandemia? ¿Esto quiere decir que destruimos nuestras creencias sobre trabajar? No, simplemente las deconstruimos: muchos nos dimos cuenta de que podíamos “conectar” quizás sin estar físicamente en un mismo lugar. O nos dimos cuenta de que queríamos otras cosas en la vida o que quizás podíamos seguir trabajando pero teniendo un balance entre lo laboral y lo personal.
4
Entrená lo nuevo.
La nueva creencia precisa de rutinas, prácticas, y un esquema de acciones en donde podamos vivir la posibilidad de la transformación. Es bajarlo a la acción, sin exigencias ni demandas de perfección. La pregunta sería: “¿Cómo puedo traducir en lo concreto esta nueva creencia que me acerca a la realidad que yo quiero para mi vida?”
Experto Consultado
Fernando Sáenz Ford. Coach, cofundador de Coaching Global.
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