¿Qué es la terapia sonora?

En este tipo de terapia, se utiliza la resonancia del sonido de un instrumento o varios, con el objetivo de equilibrar el cuerpo físico y los cuerpos sutiles a través de la vibración que emiten. “Se basa en el principio de resonancia, por el cual una vibración más intensa y armónica contagia a otra más débil, disonante o no saludable. Es decir, es la capacidad que tiene una frecuencia de modificar a otra. Además, el sonido vuelve más lentas nuestras ondas cerebrales y ayuda a entrar en otros niveles de conciencia, donde son posibles los estados de sanación espontánea y estados místicos, haciéndonos más receptivos a la autosanación”, explica Sol Wais, facilitadora vibracional. Es una suerte de “masaje interno”, con el que todos los órganos del cuerpo (incluso glándulas, pulmones, corazón, tejido cerebral, nervios y vasos sanguíneos) reaccionan a la vibración del instrumento y pueden producir una inesperada transformación interna. 

La sesión dura aproximadamente una hora. La facilitadora empieza con efectos sonoros con telas u otros elementos, para que la persona se conecte con el sentido del oído. Luego, empieza a tocar cuencos cerca del cuerpo, pero sin apoyarlos en forma directa. Después de esa instancia, sí se empieza a trabajar en distintos centros energéticos del cuerpo, sobre todo en el abdomen, el pecho, el plexo solar, el vientre. Entonces, ahí vas sintiendo una vibración que se enciende y te recorre en cada punto.

Al sonar los cuencos, se emiten ondas de alta frecuencia que –aplicadas correctamente sobre el campo energético de la persona– hacen que esta recupere su vibración natural que le proporciona bienestar, equilibrio energético y paz interior. La terapia sonora nos reconecta con nuestro interior, promueve procesos de recuperación física y recobra el sentido de autovaloración.

A través del sonido, podemos reestablecer la frecuencia vibratoria del cuerpo. Cada parte vibra en una nota, en una frecuencia, y cuando se corre de esa nota, viene la desarmonía, que trae desequilibrio físico, mental y emocional. Pensalo así: es como si cada una de nosotras fuésemos instrumentos musicales. Sos una guitarra y no estás totalmente afinada, pero vas a un baño de sonido y escuchás todas esas notas armónicas, esas frecuencias. Por el principio de resonancia, tus vibraciones internas se van a igualar a esas que son perfectas y así volvés al eje equilibrado.

Pero no se trata solo de los ya resabidos cuencos tibetanos. La terapia sonora permite explorar diferentes instrumentos, sus tonos y frecuencias. Por ejemplo, nuestra experta consultada es violonchelista y lleva a sus sesiones las notas del chelo para trabajar diversas dolencias. Así como un gran diapasón de cuarzo para aliviar dolores articulares y de cabeza. Se puede trabajar con un diapasón, con un cuenco solo, con diapasones de aluminio. También hacer un concierto vibracional, en el que la musicalidad es lo más importante, o un baño de sonido. No hay techo para las posibilidades de la terapia sonora.

Esta experiencia permite conectarte con tu propio mundo interno y salir de la vorágine. Se ralentizan las ondas cerebrales y permite llegar a ese estado de duermevela tan reparador. El objetivo es serenar la mente, bajar la ansiedad, y en ese camino afloran las emociones. Los sonidos y las vibraciones te llevan a conectarte con la belleza interior y alcanzar un inigualable sentimiento de felicidad, placer, serenidad y satisfacción inmediata.

A nivel físico, además, baja la presión arterial, regula el sistema endócrino, te puede sacar un dolor de cabeza y hay estudios que demuestran la mejoría en personas con acúfenos (una percepción de ruido en los oídos o en la cabeza sin que exista una fuente exterior de sonido). Sin embargo, hay algunos casos en los que no se recomienda esta terapia. Es el caso de mujeres en el primer trimestre de embarazo, así como personas con patologías psiquiátricas severas. 

Para quienes reciben la terapia sonora, los efectos positivos se evidencian en todo nivel. Principalmente, en la sensación de calma inmediata al finalizar un encuentro, que perdura en el tiempo. “No hay promesas de que te vaya a curar o que te vaya a sacar un problema, pero sí aporta y ayuda. No es magia, es un ordenador celular”, advierte Wais.

Experta consultada: Sol Wais
Violonchelista y facilitadora vibracional.
@sol.wais.