Registros akáshicos: "Hice una experiencia de lectura de mi alma y esto es lo que descubrí"
Luego de un recorrido espiritual, una de nuestras cronistas ohlaleras se animó a hacer una experiencia de lectura de registros akáshicos para abrir el “archivo” de su alma y comprender mejor algunos aspectos de su presente. Acá nos cuenta sus descubrimientos.
11 de julio de 2023
Lectura de registros akáshicos. - Créditos: Getty Images
Hace ya años que emprendí mi búsqueda espiritual. Un día me senté frente a mi analista y le dije: “Lau, hay lugares a los que con la cabeza no estoy llegando”. Ella, que sabía que me gusta bailar, me sugirió anotarme en Soul Motion. Haciendo esta danza meditativa me encontré con un montón de información que no me aparecía pensando, sino moviéndome. Tenía ciertas claridades, un entendimiento que parecía “bajarme” de pronto y me ayudaba a comprender cosas que estaba transitando. Fue mi descubrir de “la tercera dimensión”, como la llamé entonces: 1.Mente; 2. Cuerpo; 3. Alma.
Un poco más adelante, haciendo una nota sobre Flores de Bush, la terapeuta mencionó los registros akáshicos y los describió como una especie de archivo del alma. Yo me imaginé una gran biblioteca, llena de ficheros desde el piso al techo, con la info de todas las almas de este planeta. Pensé: “Wow, un día quiero hacer eso”. Tomó su tiempo, pero la hora de mi lectura akáshica se presentó clara, en una etapa de bienestar y crecimiento.
¿Qué es el "akasha" o la memoria del universo?
Antes de tener mi primera consulta investigué un poco. Así me enteré de que en la teosofía y la antroposofía, los registros akáshicos son un compendio de todos los acontecimientos, pensamientos, palabras, emociones e intenciones universales que han ocurrido en el pasado, en el presente o en el futuro, en lo que respecta a todas las entidades y formas de vida, no solamente la humana. Akasha es una palabra que en sánscrito significa “éter”, “espacio” o “cielo”.
El akasha, entonces, remite a la memoria primaria del universo, la energía etérica, lo que se considera el quinto elemento. Nosotros nos basamos -en nuestra vida cotidiana- en los cuatro elementos: fuego, aire, tierra, agua. La alquimia descubrió este quinto elemento que es la memoria o partícula cósmica o la información cuántica de todo lo que existe.
Una de las primeras referencias a los registros akáshicos está en la obra Un catequismo budista de Henry Steel Olcott, publicada en 1881. “Buda enseñó que dos cosas son eternas, a saber, el 'Akasha' y el 'Nirvana': todo ha salido del Akasha en obediencia a una ley de movimiento inherente a él, y, luego muere. Ninguna cosa sale de la nada”, decía. Olcott explicaba además que “el budismo primitivo sostenía claramente una permanencia de los registros en el Akasha y la capacidad potencial del hombre para leerlos, cuando evolucionaba hasta el estado de la verdadera iluminación individual”.
O sea, es un proceso de apertura o lectura energética, como lectura de campo áurico, donde se accede a un nivel de información de la vida de la persona desde el alma. Entonces, un poco es como yo lo imaginé hace años: en el espacio de lectura akáshico se accede a esa biblioteca universal. Los canalizadores aseguran que hay vórtices -puntos energéticos- donde hay un acceso mayor a este registro, como Capilla del Monte, Los Terrones, Alaska…
Cada alma tiene su archivo: aquello que resuena en nosotros. Lo que más nos atrae, lo que más repelemos, las fobias… Hay cuestiones que no tienen un sentido o fundamento en lo concreto, pero que, sin embargo, aparecen repetidamente. Por ejemplo, mucho miedo a la oscuridad. O miedo al agua. Algo que parece no tener explicación racional, pero que quizás viene de vidas anteriores.
En una lectura de registros akáshicos, el canalizador puede ver la historia de todas nuestras vidas, de los seres que nos acompañan, de los mensajes que esos seres tienen para darnos. Esas personas suelen ser conocidas como “maestros ascendidos”, aunque en realidad pueden verse como conciencias que se manifiestan como campos, que irradian vibraciones.
¿Cómo fue mi experiencia?
La forma de recibir la información es individual de cada persona que se dedica a la lectura akáshica, quien recibe el nombre de médium, canalizador o intérprete.
Mi primera consulta fue online. La terapeuta me indicó que los días previos ingiriera alimentos de origen vegetal, que no tomara alcohol y que me mantuviera bien hidratada. También me pidió que preparara tres preguntas y se las enviara. El día de la consulta prendió una vela unas horas antes y abrió mis registros mientras yo terminaba mi clase de yoga. Después sí, me dijo que ya estaba lista, nos conectamos por Zoom y me leyó los mensajes que había canalizado para mis tres preguntas que giraban en torno a mi propósito mayor, la abundancia, la maternidad y la pareja.
Los mensajes eran amorosos pero firmes. Con cuidado me hablaban de aspectos a trabajar en mí para vivir una vida espiritual con coherencia, me indicaron ser impecable en mis pensamientos, concentrarme en dar amor y no tanto en el éxito exterior, me hablaron de un abuelo cuyos problemas financieros habían marcado el árbol genealógico, de mi maternidad y de mi pareja. Todo lo que decía resonó de un modo tan cercano a mí que parecía obvio. Después pensé: “Pero esta terapeuta no sabe quién soy, de hecho, no nos conocemos, vive lejos”. Realmente había sabido leer la energía que me rodea en este momento. De hecho, pasó algo muy curioso. Mientras yo hacía mi relajación sobre el mat, oí una voz que me decía: “controlás todo porque no te considerás suficiente”. En la lectura, las últimas dos palabras fueron: “sos suficiente”.
Mi segunda consulta fue a los veinte días. Quería que fuera en vivo, por lo que esperé a que Eva Spina estuviera en Buenos Aires para ir a verla. El encuentro fue muy suave y poderoso. Sin que yo tuviera que preguntar nada ella empezó a decirme algunas cosas sobre mi vida. Por ejemplo, sobre mi momento profesional o vocacional con tal asertividad que -de nuevo- pareció obvio. ¿Cómo podía saber con tanta exactitud el momento en que estoy parada? También me trajo un mensaje al respecto, una especie de dirección a seguir. Me dijo que yo no era de Buenos Aires, que había llegado aquí con mucha inocencia, que había sufrido mucho, pero que finalmente esta ciudad me había hecho crecer muchísimo.
También reveló algo sobre mi familia que yo desconocía; me habló de mi pareja, de mi salud física y varias cosas más. No pregunté por vidas pasadas, porque realmente no lo necesité. Ella respetó eso. “Quizá no haga falta tanta información”, me dijo. Por último, me habló de una señora bajita que estaba ahí. “Muy bajita tu abuela”, me dijo. Sí, le dije, mi amada abuela Eugenia medía un metro cincuenta. “Bueno, está todo el tiempo acá, cuidándote”, me dijo. Y de todo lo que me llevé de esta experiencia, constatar lo que intuía -que mi abuela sigue acompañándome treinta años después de morir- fue lo más hermoso de todo.
La información que recibí en ambas lecturas sigue resonando y haciendo sentido en mí. Algunas cosas las sabía, otras las estoy procesando… Agradezco esta oportunidad de conocerme un poco más y de prepararme, con una guía superior, para los desafíos que se vienen.
Algunas preguntas clave para sumergirte en los registros akáshicos
¿En qué casos se recomienda?
Es para las personas que están buscando respuestas que vayan más allá de lo concreto. Quienes ingresen en su búsqueda espiritual, que están profundizando en los campos de energía, en sus procesos emocionales.
¿Cómo prepararnos?
No tomar bebidas alcohólicas, no comer animales en las 24 horas previas, hidratarnos bien, prender una velita. Estar preparadas para sentirnos, relajadas. Hacer una lista de preguntas de lo que queremos trabajar.
¿Qué hacer con la información que recibimos?
Primero, ver si nos resuena o no. Si nos hace sentido. Si algo no lo podemos comprender, lo dejamos ahí, en remojo, darle tiempo y espacio a que se muestre. No compartirlo con todo el mundo, para no ponerle mente. Esto sucede en un estado que no es intelectual.
¿Cómo seguir luego de la consulta?
Lo mejor es darle tiempo al cuerpo a que se recupere. Puede ser que aparezca cansancio, o la necesidad de hacer una llamada. Aquello que se da en la consulta a veces pide un movimiento, pero que sea para nuestro bien.
¿En qué casos no se recomienda?
Menores de edad: El desarrollo vital de un menor es aquí y ahora. Una técnica que te va a ampliar tanto para alguien afianzándose a su yo, a su sistema de creencias y su personalidad, quizá no le resulte adecuada; no esté preparado para recibir esa información.
Trastornos psiquiátricos: Hay patologías que necesitan su atención física, neuronal, que no se pueden resolver a través de una apertura de registros akáshicos. El canalizador no puede acompañar a esa persona después, hacer un seguimiento para ver de qué modo lo afecta la información.
Eva Spina, médium: "Es un llamado íntimo"
Eva Spina es médium y hace lecturas de registros akáshicos. - Créditos: Gentileza de Eva Spina
POR Eva Spina, médium y autora de "Médium" (Ed. Grijalbo)
La apertura de Registros Akáshicos es para todo el mundo porque es el mundo. Es la conciencia de la que provenimos, es como el alma máter de nuestras almas. En lo cotidiano es una técnica accesible, fácil de comprender. Quienes abrimos los registros, compartimos lo que vamos recibiendo en un lenguaje sencillo. Pero más allá de que es para todo el mundo, considero que está bueno llegar a través de un deseo propio y genuino. No aconsejaría insistir a otro para que genere este tipo de experiencias. Más bien tiene que responder a un llamado íntimo, un deseo, algo que se te va apareciendo. No sé si es algo que una podría regalar, como una sesión de masajes. Esto es porque abre información personal, emocional, incluso mística, que quizás una persona con un fuerte nivel de escepticismo no podrá recibir. La técnica de lectura Akáshica es una apertura, nos brinda una mirada más amplia de la vida y sus formas, nos acerca a una observación espiritual o transpersonal, brindándonos respuestas, mensajes y comprensiones que solo desde el alma se pueden captar.
Más info: @evaspina.
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