Signos de tierra: ¿cuáles son y qué características tiene este elemento?

Como podemos deducir de lo anterior, las personas con suficiente energía de tierra son prácticas, conocen sus prioridades y pueden orientarse a sus objetivos sin perder el foco. Se manejan perfectamente en el mundo material, con la habilidad de organizarse, cumplir con obligaciones y reglas, comprender el funcionamiento de los mecanismos cotidianos, establecerse en una rutina y ganar un lugar sólido en la sociedad.

Son las típicas personas a las que podés consultarles las instrucciones de las actividades más variadas, desde preparar un evento en todo detalle hasta completar formularios, planificar inversiones y optimizar procesos.

Pero no es necesario tener el Sol en Tauro, Virgo o Capricornio: los otros planetas personales, el signo Ascendente o el Mediocielo también pueden darte estas características.

Cuando la energía de tierra está relegada ante las de fuego, aire y agua, hablamos de tierra carente. En Astrología nada es una sentencia: todo puede enriquecerse, trabajarse y compensarse a través de la búsqueda consciente del equilibrio.

Las personas con tierra carente pueden encontrar dificultades para moverse en el mundo de las facturas, los vencimientos, los pagos, los documentos y los horarios. Pueden ser caóticas, desorganizadas y poco previsoras, porque sus dones no tienen que ver con la capacidad de concretar objetivos o bajar ideas a tierra.

Según cómo se balanceen los otros elementos, pueden ser gente extremadamente excesiva y entusiasta, sumamente lógica y racional o excesivamente sentimental y emocional.

Lo que buscamos en Astrología es el punto de equilibrio, por lo que es interesante pensar en potenciar las características positivas con las que contamos y trabajar en incorporar las que nos faltan.

Si este es tu caso, la compañía de personas con cualidades de tierra puede servirte de inspiración y de guía para desarrollar la constancia.

La cara opuesta de la falta de equilibrio de la energía de tierra es su sobreabundancia, que puede manifestarse en forma de frialdad, materialismo exagerado, comodidad, hipercrítica, insensibilidad a las emociones ajenas y desconexión de las propias, rigidez e incapacidad de soltar el control.

El equilibrio se aprende y es flexible: no vamos a encontrarlo a lo largo de toda la vida de la misma forma. Es probable que en algún momento necesites trabajar en tu capacidad de concreción, en otro momento en tu sensatez y, en otro, alimentando o aplacando tu ambición.

La propuesta es muy simple. Podés convertirla en algo más elaborado, dedicándole parte del día a cuidar tu jardín, con lo que, además de conectarte con la tierra, le das continuidad diaria a un ejercicio de perseverancia, paciencia y cuidado. Pero, de manera más concisa, se trata simplemente de entrar en contacto con la naturaleza. Caminar descalza, recostarte en el pasto, practicar grounding, regar las plantas, comprar flores y tenerlas en tu casa o, simplemente, agacharte y tocar la tierra durante unos momentos, con los ojos cerrados y la respiración consciente, puede centrarte en el momento en el que estás y recordarte que sos parte de la misma materia. 

Algunas posturas de yoga, como el árbol (vriksasana) el cadáver (savasana) o la rana (malasana), también apuntan a este objetivo.