Memes: ¿cómo pueden potenciar nuestra marca?

Los memes existen desde 1976, son muy viejos, aunque han evolucionado. En el libro llamado El gen egoísta, Richard Dawkins dio la primera definición: “Un meme es cualquier elemento cultural compartible, que se propaga como fuego salvaje”. ¿Qué quiere decir esto? Que no lo podés frenar, una vez que se viralizó no hay forma de detenerlo. 

La base de un meme es crear una idea que llegue a lo absurdo, a lo exagerando, buscando que cualquiera pueda sentirse identificado. Incluyen aspectos como ideas, hábitos, ritos y tradiciones y, además, tiene una característica particular: puede resurgir o recrearse en cualquier momento. Y si bien se los suele asociar a algo más vulgar, en realidad estamos hablando de semiótica, de semiología. 

Durante estos años se construyó una nueva cultura a través de los memes y, como toda cultura, hay que entenderla, conocerla, saber utilizarla. Lo que viene sucediendo es que las cuentas quieren alcanzar muchos seguidores y tener muchos corazones; y en realidad eso depende de cuál sea el objetivo. Si lo que se busca es mucho alcance para sumar ventas, conseguir un like, pero que ese usuario no compre nada, no va a ser de gran ayuda: esa reacción no sirve para pagar un sueldo. Por esto, es clave la estrategia y no subirse a cualquier tendencia solo para estar ahí. 

Muchas marcas usan mal los memes. Quizás se hace viral algún tema y algunos emprendimientos empiezan a usar memes sobre eso simplemente porque generan engagement. ¡Error! No es estratégico subirlos sin un objetivo comercial en redes. 

Resulta muy barato hacer una comunicación con memes, porque está demostrado que cuanto menos esfuerzo tenga esa imagen y más pixelada esté más funciona. Es un recurso muy económico que se comparte mucho, tiene mucho alcance si está bien logrado el mensaje y a un emprendedor o a una marca realmente le puede servir si lo incorpora como corresponde. Pero, cuidado, porque también puede aparecer el efecto contrario: les ha pasado a muchas marcas conocidas que, por querer hacerse las graciosas, el público se enojó, porque les pareció que cruzaron un límite. Es muy delgada la línea entre una comunicación distendida y faltarle el respeto a alguien. Hay que tener ciertos cuidados. 

Es importante, a la hora de decidir si compartir o no un meme chequear si el mismo se adapta al público al que te estás dirigiendo, si el contexto es adecuado, si el código es compartido. Hacer memes para tener publicidad gratuita con la esperanza de que el contenido se vuelva viral, pero sin comprender la particularidad del meme, puede generar el efecto contrario. El fin de incorporarlos es llegar al usuario de un modo más natural, sin ser invasivo, y mostrar a la marca más fresca, natural y moderna.

Hoy, en las noticias, en los portales, en todos lados, hacen notas con los mejores memes de la jornada. Buscan en la web las reacciones y creaciones divertidas acerca del tema del día y esa catarata de contenido que emerge de las redes se transforma en una nota que es leída por cientos de personas. Se propagan como un fuego salvaje y lo que termina pasando es que cuando llega un meme es difícil identificar si lo que cuenta es verdad o mentira. 

¿Qué llega primero: la noticia o el meme? Vas del meme a buscar la noticia, para entender qué pasó; y, a veces, es al revés: surge la noticia y después aparecen todos los memes. Algo para tener en cuenta es que como usuarios de las redes sociales deberíamos tomar un poco de conciencia de lo que estamos compartiendo, a qué nos estamos subiendo, porque somos parte fundamental de la propagación.

Hoy un meme es cualquiera, no hace falta ser famoso. Y si bien hay mucha gente no conocida que lo supo monetizar, cobrar derechos e impulsar su carrera, también están quienes se vieron muy afectados por su difusión. A veces pasa que alguien sube una foto, la recortan, le hacen zoom, le ponen una imagen, empieza a circular y listo, es imposible de frenar. 

En España la parte legal está un poquito más avanzada, porque hay una ley, pero en Argentina todavía hay bastantes grises, ya que la viralización respecto a redes muy nueva. Todo se reduce a pensar muy bien qué compartimos, porque el riesgo de que eso se vuelva viral existe. Consejo clave: también tenemos que preparar a los más chicos y explicarles bien qué cosas pueden compartir y cuáles mejor no. Nos reímos tanto del meme, y lo hacemos tan espontáneo, que nos olvidamos de que hay mucho más, que hay un trasfondo bastante serio de la comunicación con memes, que debería ser de forma responsable. 

Si te quedaste con ganas de aprender más, podés encontrar el libro El código meme: la evolución del mensaje, en todas las librerías. 

Experta consultada: Laura Chamorro, autora de El código meme: la evolución del mensaje. IG: @nosepuedevivirdelikes