Propósito laboral: estas son las 10 claves de mejora silenciosa para tu trabajo
En contextos cambiantes, muchas veces perdemos de vista nuestros objetivos. En esta nota, te invitamos a reflexionar sobre cómo volver al eje y encontrar tu propósito en el trabajo con 10 claves prácticas.
14 de agosto de 2023
propositolaboral_principal.jpg - Créditos: Getty Images
No te sentís lo suficientemente valorada, no te gusta la nueva actividad que te asignaron, querés ganar más dinero o no te bancás a tu jefe o jefa. Son muchas las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestro trabajo, ese micromundo al que le dedicamos muchas horas de nuestro día y que muchas veces no nos da aquello que necesitamos para estar y sentirnos más felices.
La clave para ser feliz en el trabajo es que exista un sano equilibrio entre lo que aportás y la compensación que recibís a cambio. Y esta retribución no tiene que ver solo con dinero o beneficios, también es todo aquello que te acerca a tu propósito. Así lo explica Flor Luque, consultora y coach en comunicación y una de nuestras expertas para esta nota.
El propósito –palabra que habrás escuchado muchas veces, seguramente– es el famoso “¿para qué hago lo que hago?”, y tenerlo claro es clave para no sentir incertidumbre o angustia en momentos en los que no todo va tal como lo esperamos. Tal vez tu propósito laboral sea ganar más dinero, porque eso te facilita llevar adelante otras tareas que te llenan el alma, o, por el contrario, vivas el trabajo como un fin en sí mismo y tu propósito sea seguir creciendo profesionalmente en ese espacio, sin que lo económico tenga un rol sobresaliente.
¿Sabés cuál es tu propósito?
Si sentís que no lo tenés tan claro, agarrá papel y lápiz y liberate del “deber ser”. Para reflexionar sobre tu propósito, tenés que dejar de lado las etiquetas y los mandatos, pensar en aquello que “te mueve” a vos y a nadie más. No hacen falta enunciados grandilocuentes ni pretensiones de superpoderosa, tu propósito tiene que ser algo posible, que te motive y te acerque de a poquito a donde querés llegar. Acá te compartimos algunas preguntas que pueden funcionar como disparadores para que puedas ahondar en tu propósito:
¿Qué te hace saltar de la cama con felicidad?
¿Qué cosas te quitan el sueño?
¿Dónde sentís que brillás? ¿En qué sentís que la rompés?
¿Qué cosas hacen la diferencia para vos?
¿Qué le podés ofrecer al mundo?
¿Qué hacés o harías si el dinero no fuese un tema?
¿Qué cosas te gustan tanto que perdés la noción del tiempo?
¿Qué te incomoda que sentís la necesidad de transformarlo?
¿Qué es la "mejora silenciosa" y cómo aplicarla?
La psicoterapeuta norteamericana Lesley Alderman habla de un concepto que nos parece interesante para poner en práctica: la mejora silenciosa (quiet thriving), que pareciera ser la propuesta más saludable para contrarrestar la movida del quiet quitting, la renuncia masiva que tuvo origen en EE. UU. pospandemia. Esta idea nos invita a pensar en pequeñas acciones que podemos llevar adelante para convertir nuestro espacio laboral en un lugar más amable y feliz para nosotras mismas. Tomar las riendas de las situaciones que no te hacen bien y pensar en una transformación positiva que depende de vos puede ser una gran posibilidad de bienestar laboral y personal. ¿Estás lista? Acá te damos 10 acciones concretas para aplicar en tu día a día.
1
Proponé. Pensá en aquellas cosas que pueden cambiar, involucrá a tus compañeros, incentivá el trabajo colaborativo. Si no funciona, pensá qué cosas pueden haber fallado y volvé a la carga.
2
Armate notas mentales positivas. Concentrate en lo que SÍ te gusta de tu trabajo, armate un post-it, pegalo en la compu y no lo pierdas de vista.
3
Potenciá tus intereses. Comenzá algo que no tenga que ver con tu trabajo diario: si te encanta la música, proponé a tus compañeros una playlist semanal para escuchar en la ofi; ¿te interesa el trabajo solidario?, convocá a tu equipo a hacer alguna acción en este sentido.
4
Cultivá amistades en el trabajo. Somos seres sociales, la posibilidad de enriquecerse, intercambiar ideas y divertirse con otros siempre es muy motivante.
5
Intencioná. No te pongas objetivos muy rígidos, pensá intenciones positivas: “hoy no me voy a enojar, cuando empiece a sentir que el malhumor se apodera de mí, voy a hacer algo que me ayude a enfocarme en otra cosa: salir a caminar, respirar, escuchar mi canción favorita”.
6
Poné límites. Con el avance del trabajo remoto, el WhatsApp activo con temas laborales a cualquier hora es moneda corriente y puede resultar agobiante. Respetá tu horario y proponete desconectarte.
7
Armá red. Vincularte con personas que tengan intereses similares o estén atravesando procesos parecidos siempre es placentero. Si lo lográs en el ámbito laboral, buenísimo.
8
Agendá descansos. Ponete alarmas durante el día para descansar al menos 10 minutos. Leé una nota que te interese, escuchá un pódcast corto, salí a dar una vuelta a la manzana. Esto te va a hacer cargar las pilas y cambiar la energía.
9
Aplaudite. Hacé una lista con tus logros, con las cosas que hiciste bien en esa semana o en el mes. Esto te va a hacer sentir mejor con vos misma.
10
Pedí consejos. A veces necesitamos la palabra de alguien de confianza para destrabar nuestros propios procesos: un mentor, un terapeuta, que nos ayude a armar un plan de cambio positivo.
Igual, tranquila, no se trata de poner en práctica todo junto sino, como en casi todo en la vida, ir de a poco, acelerando y desacelerando según lo necesites, escuchar tus necesidades e intentar no perder la mirada positiva para pasarla mejor y convertir tu espacio laboral en un lugar en donde también podés crecer y potenciarte a nivel personal.
¿Y si odio mi trabajo pero no lo puedo dejar?
Por Helena Estrada (@helenamestrada). Autora del libro "Soy dueña de mi vida".
Una de las consecuencias de las crisis económicas es el temor a perder la fuente de ingresos. Renunciar pasa a ser un recurso de última instancia y solo accesible para aquellos pocos que cuenten con otro trabajo asegurado. Para la mayoría, hoy, renunciar no es una opción, y si odiamos nuestro trabajo actual, la sensación de frustración e impotencia puede ser agobiante.
¿Qué podemos hacer?
Nuestra salud física y emocional no se negocia. Debemos preservarla aun cuando hacerlo acarree consecuencias económicas adversas en lo inmediato. Primero, la salud.
Si no está en juego la propia salud, y renunciar no está a nuestro alcance, podemos mejorar nuestra situación con algunas medidas.
1
Entrar en piloto automático. Lograr “desengancharme” del ambiente, manejos o personalidades que me resultan hostiles. Se necesitan dos para ofenderse, enojarse, frustrarse. Soltemos. Vengo, trabajo, me voy. Hace falta disciplina y constancia, debemos reeducarnos para soltar lo que no podemos cambiar, y no permitir que nos afecte. Recordemos que es una actitud transitoria y de cuidado a nosotras mismas.
2
Sentir que estamos aprendiendo. Sea cual fuere la situación, todo nos enseña: sobre la naturaleza humana y su psicología, qué motiva a tal persona, qué premios y castigos no dichos se aplican en el entorno, cuáles son los hilos invisibles que mueven la realidad en el trabajo. Es fascinante poder tomar un punto de vista analítico e intentar descubrir las distintas tramas que se dan en una realidad. Siempre es posible aprender algo más, y hacer más llevadera la tarea diaria.
3
Siempre podemos crear. Podemos cambiar la manera en que venimos haciendo algo, ya sea los tiempos, el formato, el orden. El cambio trae novedad y la oportunidad de experimentar la tarea de una manera novedosa.
4
Reafirmar la propia elección. Nada peor que sentirse “atrapada y sin salida”, porque no lo estamos. Tenemos opciones, pero, dadas las circunstancias, elegimos quedarnos en nuestro trabajo. Recordar que somos nosotras quienes decidimos activamente hacerlo asumiendo la responsabilidad de nuestras decisiones y sus consecuencias.
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