Dafne Schilling: "Lo único que importa es aprender a valorar lo que tenemos"
30 de noviembre de 2020 • 15:05
Créditos: Gustavo Sancricca. Producción de Virginia Gándola.
Hay tres postales que Dafne Schilling comparte antes de empezar. Estamos charlando en su nueva casa en Pilar, adonde se mudó en plena pandemia y donde sigue dando sus clases y talleres de su método "intención en movimiento" de manera virtual. A punto de parir, incómoda por los estiramientos del bebé, vestida con lo único que todavía le entra, esta charla funciona de racconto, una charla no solo de chicas, sino de amigas, porque el día que la entrevisté para OHLALÁ!, hace casi 4 años, supimos que empezaba nuestra amistad de la adultez, como nos gusta llamarla. Así que esta sinergia hoy se convierte en celebración, no solo porque su recorrido la convirtió en chica de tapa, sino porque, después de dos años de no lograr quedar embarazada, a punto de empezar un tratamiento de fertilidad, ocurrió su milagro personal. Así recuerda su propia cuenta regresiva:
- "La imagen que se me viene es del 23 de diciembre de 2019, yo ya no sabía que hacer, no entendía, me hacía los estudios y me decían que estaba todo bárbaro, sin embargo, no me quedaba embarazada. Estaba en la clínica de fertilidad sola, a un día de Navidad, esperando a tener la reunión con la médica y ver qué me decía, y empecé a reírme de mí misma. Pensé: ‘Esto es tener la fuerza y la voluntad para que un deseo se cumpla’".
- "En marzo de 2020 estábamos en India, logramos volver justo antes de que se cerraran las fronteras, y un terapeuta corporal me dijo: ‘¡Dios mío!, lo trabada que estás’. Y yo: ‘¡Cómo, pará, yo me estoy abriendo todos los días de gambas, meneando hasta abajo desde que tengo 8 años, ¿cómo puede ser que esté cerrada? ¡No entiendo!’. Y ahí entendí: hay cuerpos sutiles dentro de nuestro cuerpo, que se rigen por otros movimientos emocionales, a los que a veces no tenemos ni acceso, y creemos que estamos haciendo todo el trabajo espiritual y psicológico para estar mejor, pero hay que despertar y abrir las sutilezas. Eso es lo que fui aprendiendo en el proceso: estar más atenta a lo sutil que a los grandes movimientos constantes que hacemos".
- "Noviembre de 2020: estaba contemplando el mar en Mar de las Pampas, superagradecida, pensando en todos estos años que había estado visitando la playa y poniendo una intención. A veces ni siquiera es consciente, pero ponés el deseo sabiendo que la naturaleza es sabia. Entonces, la sensación fue: estoy abandonando esta piel. Me acordé de cuando estaba deseando quedar embarazada, yendo a ver un médico, investigando, y volví al presente, ahí con mi panza. ‘Nunca más voy a ser esta Dafne sola que fui’, pensé, y me sentí lista y dispuesta para esta transformación que se viene".
Mono de lino, Yuna, $7300, collar, SB Collection, $6900. - Créditos: Gustavo Sancricca. Producción de Virginia Gándola.
Debe haber sido un cambio de paradigma para vos, que eras la reina de la intención, que de pronto lo que intencionabas no sucedía…
Sí, pero, al mismo tiempo, yo siempre tuve algo que estuvo bueno, aunque un poco me jugó en contra. Siempre mi mamá –astróloga– me decía: "Vos sos capricorniana, vas a llegar, pero te va a costar". Frase que yo odiaba, pero, al mismo tiempo, me dio fuerzas. Me decía: "Los obstáculos están en tu camino, empezá a abrazarlos". Por un lado, odiaba esa frase porque ya me predisponía a pensar: "Bueno, es obvio que voy a tener un obstáculo, es obvio que me va a ser más difícil". Y por otro lado, en mi proceso personal de la maternidad, hizo que empezara a profundizar incluso antes de no poder quedar. Empecé ese recorrido en el momento en que me pregunté, en serio, si quería ser mamá.
¿Arrancó antes de empezar la búsqueda del bebé?
Sí, incluso ahora me parece poco el tiempo que tardé en quedar embarazada, porque, la verdad, fue muy sagrado tener ese tiempo para profundizar en lo que significaba la maternidad para mí. Y también para sanar vínculos, sanar la presión sobre todo conmigo misma, la presión con mis deseos, la presión de desear algo y que no sucediera, y hasta preguntarme si realmente lo deseaba, si mi pareja era la persona con la que lo tenía que hacer o no. El proceso me enfrentó con la posibilidad de renovar las esperanzas. Una no siempre tiene lo que desea, ni en el momento en que lo desea ni en el tiempo en que lo desea, porque hay un plan mayor.
Cuando te cuesta lograr lo que querés, podés reconocer la bendición. Mientras, paradójicamente, hay gente que te dice: "¡No lo puedo creer!, busqué un mes y quedé embarazada...".
Y vos la odiás. ¡La odiás! Pero después entendés. Una frase que vos me dijiste durante el proceso fue: "Una cree que le pasan las cosas a una, pero, en realidad, cada quien tiene su obstáculo en el camino". Y quizá sea tardar más en quedar en embarazada, tardar más en encontrar el propósito en la vida. Todos tenemos esas espinas y nos tocan en distintos momentos, de las cuales no nos podemos escapar porque somos humanos. Salvo que seamos negadores absolutos de todo lo que nos cuesta o que vivamos en un estado de alegría e idilio muy profundo, que también es posible.
Vos diste pasos fuertes hacia esta intención, exámenes, intervenciones, terapias varias...
Creo que hay que dar pasos, hacer pruebas. La vida nos pide pruebas para aquellos deseos, porque si no, las intenciones son muy vagas, ¡muy efímeras! Obvio, el Universo está abierto, las posibilidades son infinitas, podés intencionar todo lo que quieras, pero ¿cuáles son las pruebas que vas a superar para alcanzar esos regalos más especiales que tiene la vida para vos? Hay una palabra en sánscrito (lengua clásica de la India) que es tapas, disciplina. ¿Qué estás dispuesta a entregar?, ¿qué tenés que poner para que verdaderamente lo que esté en tu camino suceda? Porque también durante un tiempo hasta lo dejé de creer y me pregunté: ¿soy feliz con mi pareja si no tengo un hijo?, ¿puedo ser feliz con mi vida?, ¿puedo seguir con mi trabajo si no logro esto? Y cuando dije: "Sí, puedo ser feliz", pude soltar la exigencia de querer resolver el acertijo sobre qué no estaba bien dentro de mí o por qué esto no se cumplía. En realidad, es eso lo que más nos hace sufrir: no saber qué está pasando adentro de nosotras.
El misterio, la incertidumbre, nos mata...
Total. Y me ayudó muchísimo en el proceso de intencionarlo, de esperar y confiar, ver que alrededor mío ayudaba a un montón de mujeres que atravesaban esas etapas y se iban quedando embarazadas o podían duelar una pérdida. Ese proceso también me dio la fuerza. Ellas creían que yo hacía por ellas, pero ellas también lo estaban haciendo por mí.
Jardinero de jean, Venga Madre, $5690. - Créditos: Gustavo Sancricca. Producción de Virginia Gándola.
¿Y cómo fue el acompañamiento de Nico en el proceso?
Nosotras muchas veces creemos que los hombres tienen que vivirlo de una manera, que se la bancan más, son más fuertes, y creo que fue lindo verlo a Nico dudar también sobre su deseo de paternidad. Él es muy protector, muy sensible y es un gran compañero de vida, sobre todas las cosas. Pero también tuvo su proceso de hacerse la pregunta y creo que este bebé llegó cuando tenía que llegar, cuando los deseos de los dos se unieron desde el corazón. Porque antes, inconscientemente, puede existir el deber ser, que está enraizado en nosotros por más que nos deconstruyamos, o por lo menos esa es mi experiencia. La vida me puso a prueba: "A ver, Dafne, ¿verdaderamente querés hacer esto?". Quizás antes, cuando me pongo a pensar, los otros momentos en que lo deseaba y no llegaba, y lloraba como una nena caprichosa, aunque estaba realizándome en un montón de otros aspectos en los que yo no me podía ver a mí misma realizada... Porque siempre fue esa también mi dificultad, decir: "Lo que estás haciendo es suficiente" o poder apreciar mis logros profesionales, que generalmente no apreciamos porque no nos cuestan o pensamos que no nos cuestan. O ponemos el alma y el cuerpo ahí naturalmente porque es nuestro dharma, es nuestra misión, porque estamos muy alineadas con nuestro propósito. Pero yo creo que ahí el Universo te pone otra prueba, que es: primero sé capaz de ver y apreciar lo que ahora sí tenés. Y creo que también se dio ese giro. Terminé de escribir el segundo libro. Fueron muchos símbolos que ahora veo tan claros. Sin embargo, en ese momento era como un huracán de emociones.
Este año tuviste que dejar los eventos, los viajes, las clases presenciales y encima estuviste en reposo, ¿cómo fue habitar la quietud?
Bueno, al principio me re costó. Primero no podía creer que estaba embarazada, entre no poder creerlo y sentir que es demasiado: ¡es demasiado regalo para mí! Incluso un astrólogo me había dicho que la maternidad no estaba en mi carta hasta 2022 y yo decía: "¡¿Qué hago hasta 2022?!". Pero creo que me hizo un favor porque lo solté, dije: "Bueno, ya fue, si esto no viene ahora, yo sigo y después vemos". Por suerte habíamos lanzado la membresía online, que ya la teníamos megadesarrollada, y toda mi energía la metí en bailar y en vivos de Instagram, levantando a la gente y realmente sintiendo: yo tengo este talento, lo tengo que compartir porque esto está muy difícil. Este año yo tenía muchas giras por otros países y lanzaba el segundo libro, era un año de expansión, pero sucedió la expansión igual. Eso fue otro regalo, sentir que igual mis clases pudieron llegar a otros países y que pude estar en la conferencia de Bomthea de Latinoamérica con Deepak Chopra. A nivel embarazo, al principio tuve que hacer reposo y me costó, dije: "¿Este es otro obstáculo capricorniano?". Pero después de esos primeros meses, y acompañada por un equipo médico que me hizo confiar en mí y en mi cuerpo, todo cambió y fue volver a moverme, volver a bailar, obviamente con otra intensidad, con otros desafíos, pero sobre todo, disfrutar estar creando una vida adentro y cómo se mueve una con una vida adentro.
Hay algo muy lindo que vos tenés que es que sos muy estudiosa, investigás, te nutrís, nutrís el instrumento que sos.
Y eso fue algo muy lindo que pude hacer este año. Profundicé en mi formación de ayurveda y también trabajé mucho el mindfulness desde el punto de vista del budismo, que me encanta, el amor compasivo y desarrollar más esas cualidades más sutiles. Y así acompañé bastante el proceso del embarazo. Bueno, no me puedo mover, pero puedo meditar. Puedo ablandar los pensamientos, ablandar un poco las capas del interior.
Vestido, Ay Mi Lola, $5300. - Créditos: Gustavo Sancricca. Producción de Virginia Gándola.
¿Y cómo te imaginás en la nueva normalidad? ¿Se vuelve a los encuentros de tribus masivos?
Mi intención es volver a hacerlo presencial, pero creo que también hay algo de esa unión a través de la red –que experimenté durante todo este año en los talleres o con las clases– que es igual de poderoso. Uno puede estar en Canadá, otra en el Chaco, en Luxemburgo y otra en Buenos Aires y podemos estar cien por ciento conectados vibrando lo mismo. Me di cuenta de que lo importante de nosotros como guías es abrir espacios libres de juicio, de tal manera que la persona que no te tenga enfrente o te vea a través de una pantalla pueda sentir tu vibración, y eso solamente se logra cuando somos verdaderos, cuando nos mostramos desde el corazón, que en cualquier formato se siente igual. Así que sea como sea, vamos a seguir bailando y la verdad es que le quiero dejar un porcentaje grande de la torta a lo que disponga el Universo, para que me guíe a donde sea.
Contame un poco del éxodo de la ciudad a la naturaleza, dejaste tu depto divino en Colegiales para instalarte en Pilar.
¡Sí!, yo me crié en Río Cuarto, Córdoba, y tuve una infancia muy libre en la naturaleza. Mis fines de semana eran ir a las sierras, los ríos, juntar luciérnagas en un frasco. La ciudad me dio esta posibilidad muy linda de estar conectada, uniendo, viajando, yendo y viniendo, pero deseando estar siempre en contacto con la naturaleza... Y siempre dije que no me visualizaba criando un hijo en la ciudad, entonces, en el momento en que llegó este bebé, aceleró todo. Aceleró la decisión y apareció también la casa, ¡porque hacía tres años que estábamos buscando!
Ese es el porcentaje del Universo...
Creo que hay que confiarle más al Universo. Te voy a decir otra metáfora, con Nico estábamos en Mar de las Pampas y le dije: "La costa argentina es así, en el momento en que está lindo el día, tenés que ir a la playa, no podés decir voy más tarde porque el viento cambia, la temperatura...".
Es muy "momento presente" la costa argentina.
A veces en la vida hay que actuar como en la costa argentina. Cuando es el momento y todo pinta bien, bueno, vos andá en ese momento, no te pierdas ese chapuzón. No siempre va a ser en el tiempo y la forma que queremos, pero si eso está en tu camino, –a la larga– va a llegar y hay que darle más crédito al Universo en eso y querer dejar de controlarlo todo. Y aprender a valorar todo lo que ya tenemos, que es muchísimo.
Me hiciste pensar en aquellos que nos "intervienen", como el astrólogo, la mamá que nos dice cosas, qué dificil seguir conectadas con nuestras propias certezas...
Existen muchas voces que nos intervienen y cada vez más con la espiritualidad o el desarrollo personal tan a mano. Hay veces que recibimos tanta información que no sabemos qué hacer con ella. Incluso me acuerdo de que cuando recibí esa información lloraba con Nico o con vos al contártelo y decía: "Cómo puede ser que me afecte a mí, que soy consciente de mi sabiduría, de mi trabajo, ¡cómo puede ser que permita que esto me afecte tanto!". No hay que darle tanto poder a lo ajeno. Es muy difícil porque nos implantan información, creencias acerca de nosotras mismas desde que nacemos. ¿Cómo vamos deconstruyendo esos patrones psicológicos y creencias tan firmes que tenemos? Hay que volver a nacer cada día.
Renacer...
¡Exacto!, está en nuestras manos. Para mí va a ser el movimiento, el yoga, para vos va a ser la respiración, para otra va a ser salir a andar en bici o cocinar. De alguna manera, hacer actos más generosos y caritativos por nosotras y por el mundo. Creo que eso nos ayuda a renacer cada día. •
Maquilló y peinó Gaby Ipar.
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