Estanislao Bachrach: "Sentirnos angustiados, tristes o ansiosos no nos hace débiles, nos hace humanos"
16 de junio de 2020 • 13:05
En plena pandemia, entrevistamos al biólogo y best seller Estanislao Bachrach para entender los vericuetos de nuestra mente y nuestras emociones y evitar que nos jueguen malas pasadas.
Hace meses que venimos escribiéndonos con Estanislao para encontrarnos a tomar un café y conversar sobre las emociones, con la excusa de En el limbo, su próximo libro, que todavía espera en la imprenta para lanzarse poscuarentena. Por eso, los últimos años lo tuvieron sumergido en los laberintos de los sentimientos humanos, poniéndole más atención al "corazón" que a la cabeza, pero entendiendo cómo todo tiene que ver con todo. En este encuentro por IGTV (ahí podés encontrar toda nuestra conversación), el autor de Ágil mente nos comparte herramientas para lidiar con las emociones incómodas –miedo, ansiedad, enojo, tristeza–, ponerle atención al cuerpo para acceder a lo que nos pasa y usar la creatividad y la meditación como salvavidas en las crisis.
¿En qué momento de esta cuarentena se te quemaron los manuales?
No tengo un momento en particular, cada X cantidad de días me parece que se me van un poco los patitos, pero lo tomo como algo absolutamente normal. No me angustia sentirme así, al revés. Sentirnos angustiados, tristes, bajoneado, ansioso, etc., es algo normal, estamos frente a un evento muy extraordinario, de mucha incertidumbre, y esas emociones son comunes; no nos hacen débiles, nos hacen humanos. No sé si tengo un momento particular.
Está bien que estemos un poco tristes o ansiosos.
Les hemos dado mala fama a las emociones que no son placenteras, comúnmente llamadas por la sociedad "negativas", como la tristeza, el enojo o el miedo. No son negativas, son emociones y punto. No causa placer sentir eso, pero en circunstancias de incertidumbre o de grandes cambios, justamente, una de las cosas que suceden en el cerebro es que aparecen estas emociones. En algunas personas más que en otras porque somos todos distintos. El primer mensaje es ese: es normal, está bien que te esté pasando. Después podemos charlar sobre qué hacer con eso o qué hacer si eso aumenta mucho en intensidad, porque tampoco es bueno tener pánico o una ansiedad tremenda que no te deje hacer nada.
"Sentirnos angustiados, tristes o ansiosos no nos hace débiles, nos hace humanos".
Una pandemia no es normal, estamos frente a mucho nivel de estrés.
Como ninguno de nosotros puede controlar lo que sucede afuera o hasta cuándo va a durar y el contexto y la situación son absolutamente incontrolables para nosotros porque no podemos cambiar nada del afuera hoy, el tema es cómo podemos trabajar adentro, no de la casa sino de nuestra cabeza, para que esos niveles de estrés, ansiedad y angustia no sean superlativos ni nos impidan pasar el día con cierto bienestar. Quizás una de las herramientas que más estuve usando estas semanas sea esta: en los momentos de pico de emoción poco placentera en tu día, cuando te das cuenta de que no estás bien, anotá lo que estás pensando, y muchas veces ahí te das cuenta de que la intensidad de esa emoción tiene que ver mucho más con tu forma de pensar que con lo que está pasando afuera. Una vez que encontrás ese patrón de pensamientos que te eleva ese miedo, esa ansiedad o esa angustia, el juego es empezar a reemplazar esa forma de pensar, no eliminarla sino buscar pensamientos un poco más racionales: no va a ser para siempre, hay luz al final del túnel, estoy protegido adentro de mi casa, me cuido y no me va a pasar nada, a la gente que quiero la veo gracias a la tecnología… Depende de cómo pensás es cómo te sentís.
Vos lo llamás "cambio cognitivo", yo lo llamo "la peli que cada uno se cuenta"; ¿cómo podés resetear el sistema para empezar a pensar positivamente o capitalizando la dificultad?
En ningún momento de nuestra educación formal, e informal en casa, nos enseñan que esa historia va a tener un impacto tremendo en quiénes somos y cómo nos sentimos. El primer paso para capitalizar eso que nos está pasando es, en vez de culpar al otro y quejarse todo el día diciendo "es mi jefe", "es la cuarentena", "es mi pareja", "es el país"; parar, dejar de culpar al afuera y darse cuenta de cómo uno está pensando. En el momento en que uno se da cuenta, anotar.
¿Llevar un registro de pensamientos?
Tenés que encontrar patrones de formas de pensar, no importa si fue tu mamá, la educación o si fue hace 10 años, echar culpas ya no tiene sentido. Qué bueno que me puedo dar cuenta de que pienso así y qué bueno que puedo pensar diferente. Es simplemente proponérselo, después es como jugar al tenis o aprender piano, es empezar a practicar, practicar y practicar. Me encuentro con este tipo de pensamiento y recuerdo que lo tengo que reemplazar por otro, que no necesariamente tiene que ser positivo, tiene que ser al menos un poquito racional o con evidencia. Tendemos mucho a decir "nunca tal cosa" o "siempre tal otra", somos catastróficos y no es verdad, no es racional.
A mí me sirve hackear un poco el sistema, porque a veces no puedo controlar la mente con la mente misma y entonces medito. ¿Cuánto te sumó a vos este tipo de herramientas?
La meditación me sumó, más que para conocer mi mente, para conocer mi cuerpo, que es otra gran falencia de la estructura educativa. Tenemos un cuerpo y casi nadie se lo conoce. Estamos hablando de emociones, que, si bien se originan en el cerebro, van al cuerpo siempre. El cuerpo todo el tiempo nos está dando información sobre lo que nos pasa y cómo nos sentimos, pero la mayoría no nos conocemos a nosotros mismos y no nos ponemos ese tiempo para dedicarnos a conocernos, por ejemplo, mediante la meditación, que es una súper herramienta con muchísima evidencia científica. A mí me permitió darme cuenta de cómo me siento, porque mi cuerpo me da señales. Con eso logro, a veces, parar la pelota o tomar otras decisiones o no comportarme como la emoción me empuja a hacerlo. Mente y cuerpo son uno solo, conocer los dos es clave para sentirse mejor.
"El cuerpo todo el tiempo nos está dando información sobre cómo nos sentimos".
Llegué a esta entrevista a las corridas y me doy cuenta ahora de que estaba enojada, estuve como alterada todo el día, reconozco que tengo el pecho cerrado. Hay tantas veces que tomar conciencia de lo que sucede en el cuerpo inmediatamente genera otra emoción.
Obvio. Tu forma de pensar tiene un impacto en cómo te sentís, pero también tus comportamientos: tus acciones, la postura de tu cuerpo, tus gestos también le dan información al cerebro de cómo te sentís. Hay gente que utiliza más lo racional, lo cognitivo, para calmar un poquito la emoción y hay otra gente que se conoce muy bien y que sabe que estirándose un poco, levantando los brazos, haciendo flexiones, algún estiramiento o yoga también calma a la mente. Es como un círculo: pensamiento, emoción, acción. Se retroalimenta. Cuando se hace vicioso y todo negativo, la tendencia es "es el otro que me hace sentir así" o "es la situación que me hace sentir así". La propuesta acá es que, ya sea a través de tu cuerpo o de tus pensamientos, vos podés cambiar cómo te sentís. Eso no soluciona tus problemas, pero sentirte mejor, más tranquilo, seguro, te permite pensar con más claridad y, probablemente, tener mejores ideas para solucionar tus problemas.
¿Creés que es verdad esta idea de que uno, según lo que cree, crea? Si yo tuve un día de mucho conflicto, por ejemplo, ¿hay algo de conflicto interno?
La sensación es que sí, mi intuición dice que sí. No hablo como científico, hablo como Estanislao. Sin embargo, el solo hecho de estar bien y pensar positivo no es suficiente. Ahí hay que tener cuidado: yo creo que estamos viviendo en una tiranía del positivismo. Ser una persona positiva no es suficiente para que te vaya bien en la vida, pero sí ser negativa es suficiente para que te vaya mal. Vos tenés que ser un poco realista, trabajar, esforzarte de manera focalizada en lo que querés lograr, evaluar qué estrategias estás utilizando para lograr eso. Está buenísimo ser optimista, pero no es suficiente para lograr cosas.
"Está buenísimo ser optimista, pero no es suficiente para lograr cosas".
Estamos un poco llenos de frases hechas que nos venden como "creé en tus sueños" o "te merecés lo que soñás" y de repente decís: "Pero ¡yo tengo estos sueños y estos sueños no acontecen...!". Evidentemente hay muchas variables más.
Los sueños, aspiraciones o ambiciones son los motores que nos permiten levantarnos a la mañana y ponernos, de manera focalizada y con esfuerzo, a hacer las cosas. No son suficientes, pero sí me parecen muy importantes. Yo tuve la suerte de trabajar con el deporte olímpico y los sueños te impulsan a moverte, ir hacia adelante y no estar esperando que los demás te resuelvan o los logren por vos, sos vos el que tiene que moverse, no queda otra. Tenés que ponerte a trabajar, a practicar. Algunos van a necesitar practicar más que otros, otros nos vamos a equivocar y ahí va a aparecer tu actitud, tu resiliencia para volver a levantarte y seguir intentándolo.
Hablamos de cómo descomprimir el cerebro a través de la meditación y la conciencia de nuestro cuerpo, ¿se te ocurre alguna herramienta más de cómo lograr alivio mental?
Si no es a través del cuerpo y la actividad física o la meditación, creo que la creatividad puede jugar un rol interesante, una especie de atajo para sentirse bien un rato. Animarse a pensar diferente los proyectos que ya tenemos en la vida o el proyecto que siempre quisimos tener. Jugar a ser más creativos, en una hoja de papel o en la compu. Siempre sugiero proponerse 50 o 100 ideas de lo que a uno le gustaría de su vida, pero sin límites. En la universidad, los chicos se proponen 50, 100, 200 ideas, ninguna funciona, ninguna les salva la vida y ni siquiera logran llevarlas adelante, pero encuentran en alguna de esas ideas una especie de ovillo de hilo para tirar y empezar a desarrollar algo desde ahí. Cuando uno se pone límites y tiene que pensar algo que es útil, que sirva, está dejando de lado la creatividad como espacio potencial para generar nuevas soluciones en su vida. Cuando uno no se pone ningún límite y genera novedad, ideas absolutamente locas, siempre encuentra alguna que le despierta: "Por acá nunca había explorado, voy a empezar a explorar...".
Como un brainstorming personal…
Claro, interno. En ese brainstorming la sugerencia es: "No tenés límites, tenés todos los recursos, tratá de generar mucha novedad, aunque estés convencido de que no se va a poder, escribilo igual, porque dos días más tarde, cuando lo vuelvas a leer, va a seguir sin poder hacerse, pero quizá desde ahí se dispare una idea posible".
¿La creatividad se ve afectada en momentos de tensión?
Los científicos que estudian la creatividad encuentran dos conceptos absolutamente contradictorios pero posibles: por un lado, cuanto mejor te sientas, cuantos más recursos tengas, más tranquilo estés y más feliz seas, más chances tenés de ser creativo, sin dudas. El otro concepto, a 180 grados, es que la necesidad también es la madre de la creatividad. A veces los argentinos somos un poco conocidos por eso: frente a necesidades muy grandes surgen personas creativas. Creo que ahora estamos en un momento, exagerándolo, de supervivencia, en el que mucho espacio no tenemos, y ahí es donde hay que animarse a ser creativo. No imponérselo, que sea un juego. No estoy buscando un resultado, estoy buscando pasarla bien, divertirme, interactuar con mi familia de una manera diferente, animarme a pensar cosas que en el día a día no me animo, y quién te dice que de ese juego después surja algo real. Está bueno, en vez de esperar a que aparezca la creatividad, darle un espacio de media hora o una hora por día. No importa que esté bien o que esté mal, no es el momento de evaluar, estamos simplemente dejando que nuestro cerebro se abra y piense distinto. Aparte de pasarlo bien y divertirse, a veces uno se sorprende de la familia y de uno mismo. Capaz con tu jefe/a no se te ocurren estas cosas, pero en estos espacios donde sos más libre podés empujar tu creatividad al máximo. •
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