Inteligencia emocional: ¿por qué las personas con vínculos sociales fuertes se estresan menos?

¿Cómo explicarles a los que critican la fiesta que se vivió en mi país?, ¿cómo contarles que fue la primera vez que un festejo colectivo dejó atrás cualquier grieta presente en la sociedad?, ¿cómo hacerles saber que más allá de la crisis económica, social y política que vivimos podemos encontrar motivos para festejar?, ¿cómo describir el clima emocional de bienestar?, ¿cómo relatar esos días donde todo era ilusión, entusiasmo, esperanza y alegría?, ¿cómo describir lo que vivimos a nivel vincular?

Me repito a diario que importante es entender nuestros sesgos y con qué parte de la historia queremos quedarnos. Y permítanme decirles, no celebramos la derrota del rival, celebramos este gran logro colectivo que tanta felicidad y bienestar nos hizo sentir.

Se escuchó mucho la frase que ya es parte de nuestro folclore y dicha por el mismo Rodrigo De Paul, “Nacimos para sufrir”. Los argentinos somos pilotos de tormenta y gimnastas de flexibilidad, tenemos herramientas que pareciera que vienen en nuestro ADN por vivir en un entorno altamente cambiante, incierto y caótico. Por supuesto que a muchos de nosotros si nos dieran a elegir, no elegiríamos vivir una vida con crisis constante. Pero también somos ejemplo que se puede festejar más allá de la adversidad, que tenemos talento individual y grupal, vínculos, pasión, voluntad y ganas de que nos pasen cosas buenas. Que tenemos mucho por aprender de cómo es el “buen vivivir”

Todas las personas necesitamos de los demás, somos seres sociales, porque nuestro cerebro es social y está programado para establecer y necesitar relaciones. La oxitocina es la hormona del pegamento social que promueve el sentimiento de pertenencia, los seres humanos nos agrupamos, nos cuidamos, nos divertimos juntos y nos defendemos gracias a la oxitocina.

El Doctor Álvaro Pascual- Leone, catedrático de Neurología y decano de Ciencia Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard,  dice que “es crucial hasta incluso en la salud cerebral sentir que las personas tenemos suficientes conexiones sociales y un entorno empático de apoyo”. Y asimismo agrega, “que las personas con vínculos sociales fuertes tienden a sentirse menos estresadas”.

El motivo es que la oxitocina está muy relacionada con los lazos afectivos de todo tipo, tanto aquellos que son fuertes, como los que unen a una persona con su comunidad de amigos y vecinos. Y una de las habilidades fundamentales para la interacción social y la comunicación emocional es la empatía. Cuando cuidamos a las personas, cuando cooperamos con ellas, la serotonina y la oxitocina nos recompensan con sensaciones de seguridad, confianza y pertenencia a una comunidad.

- Tener relaciones resonantes que nos generan esperanza y compasión. Esos entornos que nos hacen de hinchada y nos ayudan a trazar un sentido de futuro y a convertir las incertezas en oportunidades.

- Contar con lazos y vínculos fuertes, con círculos de empatía,  es una de las principales fuente principal de resiliencia.

- Tejer vínculos de resiliencia, formar círculos de empatía que nos permitan sentirnos seguros, capaces de explorar un mundo inhóspito y sobrellevar estos momentos inciertos.

- Las relaciones cálidas y comprensivas son fundamentales para el desarrollo y el bienestar mental, emocional y físico de cualquier persona.

- Sentir que somos parte de algo más grande, de un propósito colectivo.

- Inspirar  y fomentar mantos de palabras que nos rodeen para poder construir proyectos de vida esperanzadores.

- Buscar entornos positivos, empáticos y estimulantes. El desafío es distinguir qué entornos queremos que nos contagien y cuáles no.

- Poner el foco en lo que suma, en lo que nos contribuye a construir una mejor versión de nosotros mismos.

- Prestar atención a nuestros pensamientos y entender si son útiles y nos ayudan y potencian nuestro bienestar.

- Atender a nuestras emociones y sentimientos, regalarnos momentos para conectar con nosotros mismos y con nuestras necesidades.

- Procurar tener menos miedo anticipatorio y más placer y estrategias adaptativas.

- Saber cuáles son nuestros innegociables y respetarlos.

- Tener proyectos que nos ilusionen y que nos ayuden a proyectar futuro para nosotros mismos y para los demás.

- Entender que lo que más necesitamos las personas es sentirnos respetadas, valoradas, cuidadas, queridas y comprendidas.

- Compartir, dejar huella, inspirar y contagiar posibilidades. Ser puentes y faros de esperanza.