"Bebé Reno" y el acoso en las relaciones: señales de alerta para tener en cuenta
"Bebé Reno" es furor en Netflix y la serie está en las conversaciones de todo el mundo. El psicólogo Alejandro Viedma reflexiona sobre las señales a las que tenemos que atender para no vivir algo similar: ni caer en acoso ni ser acosadores.
3 de mayo de 2024 • 16:28
Bebé Reno, una serie para pensar el acoso en las relaciones. - Créditos: Archivo LN
Bebé Reno es furor en Netflix y la serie está en las conversaciones de todo el mundo. Bebé Reno es una miniserie con episodios de 30 minutos que se convirtió en furor: la historia se centra en la retorcida relación del comediante Donny Dunn (Richard Gadd) con su acosadora y está basada en un hecho real.
Consultamos al psicólogo Alejandro Viedma para que nos ayudara a reflexionar sobre las señales a las que tenemos que atender para no vivir algo similar: ni caer en acoso ni ser acosador. “En Bebé Reno hay varias escenas tanto de acoso como de abuso sexual", empieza diciendo.
“La serie da pie para darnos cuenta de lo importante de estar alerta a determinados indicios propios y del otro, en pos de no ocupar el rol de víctima o victimario”, señala Viedma. Y aclara que estas posiciones de víctima y victimario son intercambiables en la serie. “Abre a reflexiones acerca de los encuentros abusivos entre los seres humanos.
Bebé Reno, una serie para pensar el acoso en las relaciones. - Créditos: Archivo LN
Bebé reno: algunas claves a considerar, según el experto
Lo primero que diría es que no hay que normalizar o naturalizar las conductas que construyen la figura de acoso o abuso y que hoy se conocen como “tóxicas”: el hostigamiento, la persecución, la invasión a la privacidad, los excesivos controles y celos.
Hoy en día, tiene que hacer ruido lo no consensuado entre dos personas, sobre todo, en referencia al acceso a los cuerpos. En ese sentido, no está bien abordar sexualmente a otra persona o que otra persona te aborde sin permiso.
Los límites se desvanecen o desaparecen. En general, eso es producto de la manipulación y de la insistencia sin tener en cuenta la negativa del otro.
La cosificación absoluta es cuando se toma por objeto al otro o cuando uno des-humaniza al otro (o al revés), al cual no se lo considera como una persona. Aquí se puede vislumbrar la falta de empatía, de sensibilidad o de escucha.
Habitualmente, el interés por el otro o del otro hacia uno aparece como engañoso, detrás del supuesto afecto hay algo de mentira u otro tipo de interés, más de estilo narcisista.
Se presentan riesgos para uno o terceras personas. Hay que estar muy atento a las amenazas previas a posibles agresiones.
Existe una asimetría de poder entre el abusador y el abusado. El abusador considera que es libre y dueño como para hacer lo que desee.
La angustia como brújula. Jacques Lacan dijo que la angustia es lo que no engaña frente a lo real. Al principio, un evento puede ser un tanto confuso o uno puede quedar aturdido post acoso; por tal sensación, viene bien retornar a lo que uno siente, cómo está después de esa situación conflictiva.
Para tener algo de intimidad con otra persona, hay que construir una lógica de a dos.
Cuando luego de la conducta inapropiada uno o el otro se siente incómodo o, más aún, conmovido. Hay una conmoción mental o física o emocional, o todas juntas, según la gravedad del hecho. Se trata de una tensión tal que hace rebasar al aparato psíquico, por eso muchas veces se habla de shock o trauma y se vivencia un malestar generalizado.
El vínculo se torna tóxico cuando, a pesar de sucesos violentos, se dificulta cortar. Lejos de producirse el cierre, se recae y esto sucede porque muchas veces se experimenta culpa “por abandonarlo/a”.
El NO es NO para todxs, no sólo en referencia a las mujeres. Todo “NO” no respetado significa una agresión. En síntesis: lo no consensuado es violencia.
Bebé Reno, una serie para pensar el acoso en las relaciones. - Créditos: Archivo LN
Cómo salir de una situación de acoso
Pedir ayuda: compartir la situación/el problema, lo que a uno no le cierra.
Hacer terapia: revisar nuestras carencias y lo que proyectamos en los demás y viceversa, lo cual se relaciona con las identificaciones en juego.
Trabajar sobre la vulnerabilidad y lo que habría que curar/sanar, ya que otros podrían aprovecharse de esos “puntos flojos” de uno. Tampoco está bien que uno se aproveche de la debilidad ajena, de sus falencias.
Escuchar a los que nos rodean, nos quieren bien y nos aconsejan denunciar a quienes nos acosan/abusan de nosotros. Los cercanos suelen ver mejor, más rápido y objetivamente lo que a uno le cuesta procesar o reconocer.
Hacernos responsable de nuestros actos, incluso a veces pidiendo perdón.
En las neurosis, hay algo de la represión en juego que es saludable, es decir, esa barrera represiva es lo que hace que no concretemos, por ejemplo, actos delictivos.
Experto consultado: Alejandro Viedma, Lic. en Psicología, egresado de la UBA, psicoanalista, coordinador de grupos, supervisor de terapeutas y escritor. Instagram: @aleviedmapsi.