
Cómo acompañar a una pareja que está mal sin hundirse en el intento
¿Te pasó alguna vez de ver a tu pareja atravesar un momento difícil, un bajón emocional, y no saber exactamente cómo ayudar? Expertas nos dan algunas claves para estar presentes sin perdernos en el intento.
24 de marzo de 2025

Cómo acompañar a nuestra pareja cuando está mal. - Créditos: Getty
¿Te pasó alguna vez de ver a tu pareja atravesar un momento difícil y no saber exactamente cómo ayudar? Puede ser frustrante sentir que las palabras no alcanzan, que los abrazos no bastan y que, aunque estés ahí, su tristeza sigue pesando. A veces, queremos acercar una solución, pero la realidad es que no siempre sabemos cuál es el mejor camino.
¿Escuchar en silencio o tratar de animar? ¿Dar espacio o insistir en estar cerca? Acompañar a alguien que amamos en un bajón emocional no es sencillo, pero es una parte inevitable de cualquier relación profunda. Consultamos a distintos profesionales de la salud mental sobre cómo estar presentes sin perdernos en el intento. Porque, al final del día, el amor no siempre necesita respuestas... A veces, solo necesita compañía.
Hay miles de parejas que llegan a terapia buscando herramientas para cuidar el vínculo sin descuidar su propia salud mental. Porque un mal día, incluso semanas, puede tener cualquiera. Pero ¿qué hacemos cuando nuestra pareja no solo parece estar “desconectada”, sino que también nos preocupa verla triste, ansiosa o depresiva?
Para evitar reaccionar a la defensiva ante su aparente indiferencia o, peor aún, quedar atrapadas en la angustia que está drenando el vínculo, Ornella Benedetti, la psicoanalista y coautora de Imperfectos, asegura que posicionarnos de una manera menos reactiva (con menos miedo) nos puede ayudar a acompañar desde otro lugar sin quedar atrapadas en la idea de que hay algo que deberíamos hacer o resolver. No siempre se trata de nosotras, y reconocerlo también es una forma de cuidar la relación y, sobre todo, a nosotras mismas.
La causa
Lo primero que hay que saber es si ese malestar tiene que ver con vos o es externo. Es cierto que, cuando la tristeza o la angustia se prolongan, es común que surja la tentación de buscar una causa dentro del vínculo o interpretar ese distanciamiento como un mensaje personal; pero no siempre es así.
Cuando el dolor aparece por cuestiones ajenas a la pareja, como los problemas laborales o familiares, el vínculo podría convertirse en un espacio de contención. Incluso podría ser el lugar donde la tristeza se vuelve más visible, ya que, por la confianza ganada, no hace falta disimular. En cambio, cuando la distancia emocional no se explica por factores externos, puede que algo de esa angustia esté queriendo mostrar otra cosa que todavía no logró ser puesta en palabras y que sí tenga que ver con la pareja.
De cualquier manera, como explica Pato Faur, docente y psicóloga especialista en dependencia emocional, no podemos andar poniendo subtítulos a lo que la otra persona no dice. Si es algo que tiene que ver con la pareja, hay que hablarlo, buscar el momento o buscar una sesión. El silencio no resuelve nada porque, al cabo de un tiempo, pueden ser dos los angustiados o deprimidos. Si ya sabés que ese malestar no tiene que ver directamente con vos, se puede acompañar con mayor tranquilidad.
Acompañar (sin descuidarnos)
Acompañar no es hacernos cargo de la angustia de la otra persona; es estar cerca, pero sin fusionarnos. Muchas veces no sabemos cómo hacerlo. Según coinciden los expertos, una buena forma de acercarnos es preguntar directamente si hay algo que el otro necesite y que nosotras podamos darle, o si le haría bien hablar o prefiere el silencio: cada uno necesita estar acompañado de distintas maneras y no tenemos por qué adivinar.
Al mismo tiempo, acompañar no debería significar quedar atrapadas en la necesidad del otro. Es posible sostener la presencia sin que eso implique desaparecer, sin que el propio deseo se reduzca a lo que el otro espera o necesita.
Empatía vs. resolver todo
Otra creencia que conviene revisar es sobre la empatía. No se trata únicamente de querer entender al otro y ofrecerle la ayuda que a nosotras nos gustaría recibir si estamos mal, hay mucho más. Es común que una acompañe como cree que le gustaría ser acompañada en esa misma situación, y es importante consultarlo, porque no siempre coincide.
Cuando la angustia permanece por semanas y empieza a afectar tu rutina diaria, Santiago Silberman, psicoanalista, coautor de Imperfectos y cofundador de RedPsi, recomienda la búsqueda de un espacio personal de terapia: “El deseo de ayudar muchas veces introduce cierta urgencia como la expectativa de que el otro ‘haga algo’ para salir de ese estado, y empeora las cosas. La tristeza, y más aún la depresión, no se modifican solo con voluntad ni responden a los tiempos de quienes rodean a la persona que está padeciendo”.
Muchas veces, la exigencia de una recuperación rápida puede resultar un peso más para la persona que la está pasando mal. Acompañar, sin apresurarse ni intervenir en exceso, encontrando una forma de estar cerca sin quedar presas de su sufrimiento, es algo artesanal. Entre las personas “sostén”, es habitual encontrarse con quienes postergan encuentros, evitan hablar de ciertas cosas o, incluso, llegan a medir su estado de ánimo en función de cómo se encuentra el otro. También puede aparecer la culpa ante la necesidad de tomar distancia, disfrutar o simplemente seguir con la rutina propia, y está bueno reconocerla a tiempo. Tenemos derecho a estar bien, aun cuando nuestra pareja se siente mal.
Los límites para el autocuidado
Existen ciertas “conductas de fuga” en las personas que atraviesan angustia o depresión prolongada que las alejan del pedido de ayuda a tiempo. Si aparecen conductas evitativas como el consumo de sustancias y alcohol, el uso excesivo de videojuegos o el escroleo de redes hasta quedar anestesiado –entre muchas otras maneras–, es clave hablar sobre cómo piensa resolver su malestar.
El panorama cambia mucho si nuestra pareja está haciendo algo para salir del malestar o si, en cambio, se presentan signos de depresión y no se hace una consulta profesional ni hay intención de hacerlo. Como dice Benedetti, la terapia no solo es un espacio para quien está atravesando el sufrimiento de manera directa, sino también para quien acompaña y necesita encontrar una forma de hacerlo sin perderse en el intento.
No te olvides de vos: claves para el autocuidado
1. Acompañar no es hacerse cargo del otro: se trata de escuchar y transitar un período de cambios emocionales complejos, pero siempre con límites claros.
2. Recordá que no podemos “salvar” a nadie: cada uno tiene que hacer su propio trabajo psíquico-emocional para salir de los lugares incómodos.
3. Chequeá que el malestar del otro no consuma toda tu energía al punto de enfermarte.
4. El amor de pareja no es incondicional: no olvides que se puede decir que no y que eso no te convierte en egoísta; tu propio dolor es un límite.
5. Cuando te empezás a sentir sola y un poco depre porque tu pareja está ajena a tu mundo desde hace tiempo, es válido pedir un poco de atención aun sabiendo que no está pasando un buen momento.
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