Herramientas para identificar amistades asimétricas: cómo hackearlo y construir un vínculo sano
Nuestros amigos nos potencia, pero ¿qué pasa cuando la relación está un poco desbalanceada? Claves para hackear la asimetría y construir un vínculo par.
13 de febrero de 2024
Cómo identificar una amistad dispar. - Créditos: Getty
No hay duda de que la amistad es una forma de amor. El tema es que todas las formas de amor tienen “reglas” o características que las definen, y cuando reflexionamos sobre esas que marcan una amistad, se nos vienen a la cabeza algunas como estar abierta a lo diferente, a la intimidad y a reconocer al otro o a la otra como alguien singular y diferente a nosotras. Y, por supuesto, implica elegir, dejarse elegir... y, por qué no, también dejar de elegir. Seguramente estás leyendo esto y se te vienen a la cabeza esas amigas con las que compartiste e hiciste tantas cosas juntas. Pero ¿qué pasa cuando las relaciones se vuelven asimétricas, cuando esa reciprocidad y ese amor mutuo de los que hablamos ya no aparecen tanto?
¿Tenés un vínculo asimétrico?
Para poner ejemplos claros, hay asimetría cuando somos siempre nosotras las que llamamos o escribimos un mensaje y del otro lado nunca hay una demostración de interés, o cuando la otra persona nos escribe solo si necesita algo (ya sea material o emocional) pero nunca está cuando nosotras la necesitamos. Otro ejemplo clásico es cuando contamos algo íntimo y eso sale del ámbito de nuestra relación porque nuestra amiga o nuestro amigo se lo cuenta a otros, o cuando se enoja si no hacemos lo aconsejado, dejando incluso de hablarnos porque “no hicimos caso”. Es entonces cuando hay que poner manos a la obra para intentar revertir esta situación y, como siempre, el primer paso es identificar el problema.
Las red flags de la amistad que deberías aprender a identificar. - Créditos: Getty
Red flags que te ponen alerta
Todas sabemos que, aunque no queramos verlas o nos cueste entenderlas, en todas las relaciones –sea cuál sea el vínculo– hay algunas señales que nos indican que la cosa se está yendo un poco de las manos. Pero hay que ponerle el pecho a la situación y analizarla. Primero, porque cuando uno repiensa un vínculo, es porque esa relación le importa y algo le está “haciendo ruido”; y segundo, porque cuando una dinámica se mantiene despareja o desigual, se generan ciertos patrones de comportamientos que pueden provocar cierto temor a que modificar algo rompa el vínculo o haya una “traición a la amistad”. Eso hace que cambiemos la forma en que nos comportamos, y, obviamente, eso a la larga lleva a que se generen tensiones. ¿Cuándo prestar atención? Acá van algunas acciones o actitudes concretas:
1. Se va metiendo en tus espacios de una manera invasiva sin respetar tu decisión y opinión.
2. Se siente con derecho a contar tus secretos.
3. Las sugerencias o consejos que te da se vuelven órdenes, o te critica si no hacés lo que dice y no deja que seas vos misma.
4. Sentís que por momentos te juzga cuando te escucha hablar.
5. Siempre sos vos la que muestra interés en la relación: llamás, escribís y del otro lado..., cri, cri, cri.
6. Te pide que orientes, aconsejes o resuelvas sin que exista reciprocidad a ese compromiso que vos le ponés al vínculo.
7. Muchas veces sentís que, para que te acepte como sos, exige de vos cierta sumisión o sometimiento.
8. Se genera una relación de dependencia emocional mutua: vos sos la que tiene que dar, ayudar u orientar, y la otra persona solo recibe.
9. Hay espacio nada más que para los problemas o conflictos de tu amiga o amigo, mientras que lo tuyo suele pasar a segundo plano.
3 hacks para alcanzar la paridad
Si sentís algunas de estas señales o actitudes, es probable que estés en un vínculo de amistad que no está siendo par. ¿Qué podés hacer?
1) Hablar: el diálogo siempre es el primer paso. Que la otra persona se entere de lo que vos sentís respecto a la relación es siempre la mejor y más sencilla alternativa. Y cuando decimos hablar, nos referimos a hacerlo cara a cara, con tranquilidad, utilizando ejemplos y “sin pelos en la lengua”, poniendo por delante todo el amor y el cariño que hay detrás de ese vínculo.
2) Escuchar activamente: también es muy importante que en el diálogo vayas abierta y disponible para escuchar, porque, así como vos sentís un montón de cosas, es posible que la otra persona también, y que quiera contártelas. Siempre es sano escuchar y reflexionar, porque las relaciones se construyen de a dos, y muy probablemente nosotras también tengamos responsabilidad en lo que está pasando en esta amistad.
3) Manifestar y sostener nuestros “no”: el último paso para encontrar una salida y preservar el vínculo es saber manifestar y sostener nuestros “no”. Como decíamos antes, es muy probable que las dos partes sean responsables del rumbo que tomó la relación, y por eso es clave llegar a límites, a acuerdos y buscar una solución en conjunto. Pero no desesperes, porque esto no es la muerte de nadie. A veces las relaciones evolucionan junto con las personas y hay momentos en los que es necesario reformularlas de modo que acompañen nuestro crecimiento
¿Y si hablar no funciona?
Algo así como “salí de ahí, Maravilla” o el tan famoso “next”. Si después de la charla y todo lo que pusieron sobre la mesa sentís que es imposible modificarlo, quizá sea el momento de seguir adelante. ¿Es malo? No. Y no solo porque las personas y los vínculos cambian con el paso del tiempo, sino también porque permanecer en dinámicas complicadas genera que ambas partes se desdibujen y pierdan algo de lo que son, de su esencia y también de toda su potencialidad. Por ejemplo, en la persona en la que predomina el “dar” se genera gasto energético a nivel físico y mental, poca disponibilidad con otros vínculos no tan demandantes y reacciones en piloto automático; mientras que la persona que suele “recibir” sostiene la creencia de que no tiene los recursos para resolver y cada vez empobrece más sus posibilidades de aprender, ya que hay otro que resuelve. En conclusión, ninguno de los dos evoluciona. Pero como se trata de cerrar heridas para que las cosas no queden ahí “en la nebulosa” y por años nos persiga esa sensación de si hicimos “lo correcto”, está bueno que tengas en cuenta algunas cosas:
1. Hacé un trabajito de introspección personal: ¿qué representa esa persona para mí?, ¿hay otros vínculos en los cuales me ubico en ese mismo lugar?, ¿por qué me resulta desafiante correrme de esa dinámica?, ¿qué me producen los encuentros con esta persona?
2. Enfocate en tus sentimientos: y respetá tus decisiones personales.
3. Buscá apoyo: construí otros lazos y actividades fuera de la amistad que ya no va.
4. Perdoná y agradecé: “la relación ya no es lo que esperaba, así que me perdono por lo que pude haber hecho que te lastimó, y te perdono por no haber sido la amiga o el amigo que esperaba que seas”. Esta simple frase nos ayuda mucho a dejar ir ese vínculo y abrir la puerta a todo lo nuevo y bueno que pueda llegar a nuestras vidas.
EXPERTAS CONSULTADAS
Lic. Laura Carrió. Psicóloga. @lauracarrio.psicologa.
Lic. Carolina Heilpern. Psicóloga. cheilpern@gmail.com.