Palta: ¿sabías que contamina?

¿Qué? Hasta no hace mucho, la palta no estaba muy instalada entre nuestras costumbres; al menos no de una manera tan generalizada. Aunque en las provincias más tropicales del norte o en otros países, forma parte de la cultura gastronómica desde hace tiempo. Pero su expansión claramente respondió a una tendencia. 

La situación. En Argentina, hay producción local de palta. Sin embargo, el 70% de las que comemos vienen de Chile. México, por su lado, produce 5 de cada 10 paltas de la producción mundial. Como es vegetal, se puede compostar, y está muy ligada a un estilo de vida saludable, ¿cómo nos íbamos a imaginar que, al comerla, estamos también contaminando?

¿Por qué? Según el Foro Económico Mundial, cada año se consumen unos 5000 millones de kg de palta en todo el mundo. Y la creciente demanda hizo que algunos productores se convirtieran al monocultivo. Esto implica la necesidad de quemar zonas forestales para tener un terreno amplio que permita cosechar el “oro verde”, contribuyendo así al calentamiento global y al cambio climático. El estado de Michoacán, en México, tiene una superficie de producción igual a 196.000 canchas de fútbol.  ¡Y esto en un solo país! 

¿Cómo contamina? Su cultivo requiere muchísima agua (de hecho, ese es el secreto de esa pulpa tan cremosa que adoramos). Por día, se usan 9500 millones de litros de agua para producirlas, el equivalente a 3800 piletas olímpicas. Esta agua se termina extrayendo de acuíferos y reservas, y comienza a alterar el equilibrio, generando sequías. En el país del guacamole, de hecho, incluso se están produciendo pequeños terremotos a raíz de esto. 

El impacto. Preparar la tierra para el cultivo, además, implica desforestar. Y eso conlleva la destrucción de la vida silvestre. En México, por ejemplo, se registró un descenso de la tasa de llegada de la mariposa Monarca. 

¿Qué alternativas hay?  Como consumidores, tenemos mucho poder. Apoyar iniciativas, emprendedores y prácticas de comercio justo y prácticas responsables siempre es un buen camino. Aunque en algunos casos puede ser más caro, el precio que estamos haciéndole pagar al medio ambiente es mucho más costoso. Entonces, siempre tratá de chequear el origen de tus paltas o buscar alternativas que tengan certificación internacional o de pequeños productores locales. Por otro lado, podemos replantear nuestra dieta. Sí, la palta es exquisita y es súper saludable, pero quizás hagamos el esfuerzo de reservarla solo para ciertos momentos especiales.