
La pereza no es tan mala como pensábamos, según una teoría científica
En contra del imperativo de la productividad, la valorización positiva del ocio se relaciona con el descanso cerebral, su recarga de energía y la aparición de nuevas ideas. ¿Descubrimos el lado luminoso de la pereza?
17 de febrero de 2024

La pereza es buena y te contamos por qué. - Créditos: Getty
Considerada como uno de los siete pecados capitales, la pereza tiene mala fama. Es sinónimo de ocupar el tiempo en actividades para nada útiles como mirar el techo, procrastinar o hacer una fiaca exagerada en la cama. “La madre de todos los males” fue llamada alguna vez.
Sin embargo, la ciencia le da una vuelta de tuerca a este comportamiento considerado peyorativo. Resulta que ahora, bajo ciertas condiciones, dejarse llevar por la pereza no está mal, sino todo lo contrario: es positivo e incluso alienta la tan buscada productividad.
"Vivimos en un mundo en el que tenemos miedo de estar ociosos por temor a que nos consideren perezosos", escribe Andrew Smart en su libro El arte y la ciencia de hacer nada publicado en 2013. “No sólo eso: el estar ocupado se considera un símbolo de estatus. Si cada minuto de vigilia se explica por algo, de alguna manera eres importante”. Tenemos que estar ocupados porque lo aceptado socialmente es que hacer más implica que somos más productivos, más eficientes y también más populares.
Pero lo que viene a decir Smart es que estar ocioso no es un vicio sino una necesidad básica si el objetivo es funcionar al 100%. Junto con él, varias investigaciones científicas demostraron que hacer nada aumenta la eficacia, la creatividad, las revelaciones e ideas y provoca una mejor salud.
La ocupación como símbolo de status: un concepto que atrasa
Smart asegura que es “atrasado” pensar que estar ocupado te hace importante. "El ajetreo crónico genera estrés que puede provocar enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud".
Otro libro publicado en 2014 llega a la misma conclusión. La ventaja de tu lado oscuro: por qué ser todo tu yo, no sólo tu buen yo, de los científicos cognitivos Todd Kashdan y Robert Biswas-Diener, también se dedica a cuestionar la idea de productividad constante y ofrece espacio para la desconexión.
“Cuando nuestra mente divaga, tiende a centrarse en la consideración de cuestiones no resueltas o en la planificación de objetivos futuros”, explica Kashdan. "Y es durante este estado de espaciamiento que ocurre la percepción creativa". No podemos hacerlo conscientemente, agrega. Sólo imaginate esos momentos eureka en la ducha o en el colectivo de vuelta a casa: esas ideas surgen cuando no son forzadas.
La “divagación mental” sucede cuando nuestra mente no está pensando demasiado, cuando no tiene desafíos por delante, cuando esta dejándose llevar por la pereza, señala Scott Barry Kaufman, director científico del Instituto de Imaginación de la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos en una nota del medio News24.
La pereza, tan necesaria como el sueño
En el libro, Smart explica que estar ociosos es una necesidad equiparable a la del sueño en el sentido de que cuando dormimos el cerebro está activo procesando de manera inconsciente la información recibida durante el día: la pereza es necesaria también para no generar un déficit de descarga de datos consciente en el que, quizás, tenemos la oportunidad de conectar con algún conocimiento interesante del inconsciente. Nadie se siente bien cuando duerme poco, entonces, eso también se aplica a la inactividad.
La desconexión, el rato que pasemos con la mente divagando concentrada en procesar acontecimientos y recordar metas, es lo que permite que el cerebro se recargue. Es como cuando decimos: “Tengo que parar un poco, no puedo más”. Eso es déficit de ocio. Si hacemos caso a nuestros mensajes cerebrales descubriremos que ese es el período de fertilidad de ideas.
“Aquí es donde ideas que nunca hubieras conectado conscientemente parecen unirse por sí solas: de repente queda claro por qué tu mejor amigo parecía distante anoche durante la cena o qué deberías comprarle a tu papá para su cumpleaños, por ejemplo”, indica Kashdan.
Crítica a la atención plena
En este sentido, Kashdan es crítico del mindfulness debido a que señala que resulta una tarea imposible mantener en un período prolongado, algo que sí ofrece el entregarse a la pereza.
Así lo explica: “Con la atención plena estás tan en el momento presente con tu conciencia que no hay lugar para que las ideas choquen y se genere la creatividad”.
Lo que dicen las neurociencias
El científico neurobiólogo Jack Lewis en su libro La ciencia del pecado describe cómo ciertas áreas del cerebro relacionadas con la toma de decisiones y la motivación tienen un vínculo con la pereza. Por ejemplo, tras cierto tiempo de aburrimiento, la mente se orienta en completar las actividades pendientes porque ha recargado energía.
A su vez, el ocio está vinculado con el autoconocimiento, promueve la independencia porque motiva a buscar tareas para entretenernos en soledad y colabora en la sensación de comodidad que intentamos conseguir frente a la incertidumbre.
Consejos para organizar el ocio
Debés planificar de antemano dentro de la rutina cotidiana un momento para que el cerebro descanse. Si se realiza en cualquier horario, se pierde productividad.
Intentá hacer actividades que te ofrezcan paz mental y que no alteren tu productividad, por ejemplo, la cerámica.
Dejá ir la culpa. Entregarse por un rato a la pereza no significa estar perdiendo el tiempo. De hecho, sucede al revés: es el descanso el que genera las ideas.
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