"Me hicieron bullying de chica": ¿cómo sanar el trauma de la infancia?
Las cicatrices del acoso escolar pueden tener efectos aún muchos años después. ¿Cómo redefinir esa experiencia traumática y ayudarla a sanar?
28 de agosto de 2022
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La ves confiada, carismática y desenvuelta. Puede ser tu compañera de trabajo, una amiga del gimnasio, una mamá del cole. Quizá jamás sospecharías que sufrió bullying de chica. Pero detrás de esa fachada, se esconden heridas tan profundas que, en ocasiones, vuelven a atormentarla con ciertos fantasmas.
Cualquier experiencia traumática sufrida en la infancia o adolescencia tiene impacto en el resto de nuestra vida. El bullying es una de ellas. ¿Cómo se define? “Es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula como a través de las redes sociales (ciberacoso). La serie de amenazas físicas y verbales puede llevar a la víctima a situaciones de angustia, deteriora la convivencia y trae efectos negativos sobre su bienestar y desarrollo”, explica la Lic. Cynthia Zaiatz, jefa del Servicio de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros.
¿Cómo impacta en la vida adulta?
Todo lo que vivimos en la infancia deja una huella e incide en la construcción de la autoestima. Algunas personas logran pasar a la adultez sin marcas, pero la mayoría llevan consigo las consecuencias del bullying. El bullying tiene efectos en la salud física y emocional, aun hasta la mitad de la vida. Según un estudio británico, sus secuelas tienen una permanencia cuarenta años después. Los niños que son intimidados, y en especial aquellos que lo sufren frecuentemente, continúan en riesgo de dificultades sociales, de salud y económicas, casi cuatro décadas después del acoso.
¿Cómo se refleja esto en la vida cotidiana? “Podemos ver cierta desconfianza en los vínculos cercanos, dificultad para establecer lazos duraderos o inestabilidad en su mantenimiento. En otros, se ven cuadros de mayor ansiedad o estados anímicos lábiles. En ocasiones, si el bullying estuvo centrado en burlas por la apariencia física, podemos hablar de dismorfia corporal, que lleva a trastornos alimenticios, como anorexia o bulimia. En el peor de los casos, y esto ya tiene que ver con personalidades de base más vulnerables y/o entornos más desprovistos de recursos, problemas psiquiátricos que lleven a cuadros más serios e intentos de suicidio”, agrega la Lic. Paz Magnanini, psicóloga cognitiva y profesora del Hospital Austral.
¿Cómo se manifiesta?
Las personas que han sufrido bullying pueden incluso tener estrés postraumático (sí, como quienes fueron a una guerra, fueron víctimas de un robo o sufrieron un grave accidente). Hay diferentes formas de manifestación:
Reexperimentación: cuando revivís los momentos en tu mente. Esto puede desencadenarse a partir de estar en un entorno escolar o con pesadillas. Lo que hace que sea tan aterrador es que sentís como si hubieras retrocedido en el tiempo hasta el momento en que ocurrió el bullying. Cuando sucede, la persona lo vive con mucha carga emocional y de una forma muy vívida, como si no hubiera pasado el tiempo. Esto es un indicador de que es importante hacer una consulta para trabajar esas experiencias que quedaron inscriptas bajo lo traumático, a fin de poder reinterpretarlas y elaborarlas.
Evitación: se produce cuando tratás de evitar lugares, personas o situaciones que desencadenarían flashbacks o emociones. Aun después de muchos años, no podés asistir a un encuentro de egresados por miedo o ansiedad de encontrarte con tus agresores, o incluso personas relacionadas a ellos. Esto, lejos de solucionar el problema, es un factor de mantenimiento. Para superarlo, la reparación es una estrategia clave. Animarse a poder hablar y hacer un descargo con quienes en el pasado te agredían puede ser una experiencia de alivio y sanación.
Hipersensibilidad: es cuando estás hiperconsciente de situaciones peligrosas. Es más común inmediatamente después del trauma. Podés tener dificultades para dormir, problemas para concentrarte o sobresaltarte con facilidad, porque todo el tiempo esperás que algo malo suceda. En particular, quienes sufrieron bullying por mucho tiempo suelen generar una expectativa hostil con el ambiente. Es decir, me acostumbro a pensar que los demás van a tratarme desde un lugar agresivo o, si recibo una crítica, lo vivo como rechazo y humillación. En la adultez, se trabaja en el desarrollo de estilos vinculares basados en la confianza y el respeto mutuo.
Redefinir las vivencias
“Mujeres adultas encuentran en el activismo antibullying y en otras causas sociales la posibilidad de redefinir sus vivencias para convertirlas en una experiencia transformadora. Así también pueden ayudar a otros que pasaron por una experiencia similar y evitar que otros chicos lo sufran, a través de la sensibilización y concientización. La capacidad de redefinir la experiencia traumática va a depender, sin duda, de desarrollar una mentalidad de crecimiento, de mucho trabajo interno, perseverancia y capacidad de superación”, asegura Irazusta.
Pero también es indispensable incluir un aprendizaje de confrontación, comunicación apreciativa y desarrollo de inteligencia emocional, meditación y autorregulación conductual. “Los niños elegidos como víctimas suelen ser los más sobreprotegidos, detenidos en su proceso evolutivo, infantilizados. Esto habla de patrones de crianza familiar”, afirma Mabel Ugarte, médica pediatra, psicoterapeuta familiar y docente de constelaciones familiares. Ella sugiere mirar sistémicamente a los adultos que presentan este tipo de hechos en la infancia y los repiten en sus distintos roles: en el trabajo se sienten disminuidos; con los amigos, excluidos o criticados; bloqueados en su desarrollo personal; frustrados por no tener la fuerza necesaria para sostener proyectos. “En las constelaciones familiares se ve la dificultad de encontrar su lugar en el sistema y se integran víctimas y victimarios, muchas veces escondidos en los relatos”, sostiene.
3 historias de sanación
Tres historias de sanación
5 claves para sanar
Sanar es posible. Transformar el acoso sufrido de niñas en algo más requiere trabajo interno, pero también pedir ayuda y saberse acompañadas. Hoy hay mucha más información que en nuestra infancia (¡incluso hay una Ley Antibullying que establece el abordaje en las escuelas!) y muchos colectivos que luchan contra el acoso. Para esta nota hablamos con algunas mujeres que pasaron por esta experiencia y acá, te damos algunas de sus sugerencias:
1
Abrazar a nuestra niña interior: cada vez que vuelvan a las escenas de la infancia, traten de mirarlas y tratarlas con amor y compasión.
2
Pedir ayuda: hay muchas personas y organizaciones que están dispuestas a acompañar la sanación de estos traumas.
3
Expresar lo que sientan: es clave no guardarse emociones ni pasar por estas situaciones solas.
4
Alejar de nuestros círculos sociales a la gente que nos hace mal: si alguien te quiere, no te lastima.
5
Reencontrarnos con nuestra identidad: con ayuda, podemos despegarnos de esas identidades que otros construyeron sobre nosotras. Vinimos a esta vida sin restricciones para ser lo que nosotras queramos.
Expertas consultadas:
Lic. Cynthia Zaiatz.
Especialista en neuropsicología y neurociencias y jefa del Servicio de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros.
Lic. Paz Magnanini
Psicóloga cognitiva y profesora del Hospital Austral.
Lic. Candelaria Irazusta
Fundadora y directora ejecutiva de Equipo ABA (Anti Bullying Argentina).
Mabel Ugarte
Médica pediatra, psicoterapeuta familiar, docente de constelaciones familiares.