Salí del modo grinch: ¿cómo manejar el enojo y usarlo a tu favor?
¿Vivís en un estado de ira constante? Tranqui, no sos la única. Cómo identificar qué te está diciendo tu enojo y algunas claves para darle salida al modo Grinch.
15 de agosto de 2022
¿Por qué siempre estoy enojada?
Seguro en muchos momentos del día te notes irritada, cansada, agotada y todo –pero ¡todo!– te empiece a generar una especie de bronca. Las filas en el supermercado, los problemas con el wifi, la luz que se corta y, por supuesto, el tránsito caótico de la ciudad. Estamos expuestas a un montón de estímulos y “acostumbradas” a que las cosas, mal que mal, funcionen. Pero cuando algo falla, cuando una pequeña acción nos incapacita para realizar algo, estallamos.
Para empezar a entender qué nos pasa por dentro cuando nos enojamos, tenemos que saber que el enojo es una emoción primaria muy importante: es un gran comunicador, siempre y cuando sepamos qué nos está comunicando. ¿Te diste cuenta de que muchas veces reaccionamos con las situaciones como si fueran de vida o muerte, como si estuviéramos en la selva o en una guerra? Eso es lo que en psicología denominan la “distorsión de la emoción enojo” (creemos que algo es así porque lo vivimos y lo sentimos así), que es necesaria en la vida para poder escalar posiciones, para conseguir metas, para saber poner un límite frente a situaciones injustas o que nos molestan. ¿Pero qué viene a decirnos el enojo cuando aparece?
¿Cómo funciona en nuestro cerebro?
Cuando nos agarra la ira, hay dos neurotransmisores generados por el estrés que se ponen en estado de alerta: la adrenalina y la noradrenalina, que posibilitan que estemos listas para enfrentar una amenaza o un obstáculo. Está bueno saber que es totalmente normal el enojo, no es ni bueno ni malo. Lo que puede ser negativo es la manera en que se expresa. El problema es que tiene mala prensa: desde chiquitas nos enseñaron que está mal enojarnos, nuestros papás seguramente nos decían: “Si estás enojada, te vas a tu cuarto”. Y, en gran parte por eso, no hemos aprendido a regular esa emoción, no sabemos cómo transmitirla, cómo circular con ella, y respondemos como si fuera a todo o nada: me callo o grito todo. Consejo para pegar en la heladera: hay que buscar un equilibrio.
¿Por qué nos enojamos?
Según explica la experta consultada, está comprobado que disimular, acallar o reprimir las expresiones de enojo puede provocar desde desequilibrio del sistema inmunológico, estrés crónico y presión arterial elevada hasta enfermedades cardíacas. Entonces, frená todo y preguntate: ¿cuál es la frustración? El enojo es una consecuencia; hay que ver qué hay por detrás de esa emoción, pero no para anularla, sino para ser conscientes y trabajarla. Muchas veces no sabemos cuál es la razón, la tarea es encontrar qué hay detrás de esta emoción. A veces decimos que estamos enojadas, pero en realidad es que nos sentimos inseguras o estamos atravesando una situación de celos o de miedo. Hay un común denominador: la frustración. Cuando algo me frustra, aparece esta emoción. Nos damos cuenta porque hay todo un sustento biológico; nos ponemos coloradas, tenemos taquicardia, empezamos a transpirar o automáticamente cerramos los puños.
¿Actuar en caliente o en frío?
Un componente importante de esta emoción del enojo es la descarga. Si revoleamos el celular o le pegamos a algún objeto cercano, no vamos a solucionar ningún problema, al contrario, ¡estamos creando otro! Después de ese ataque de impulsividad, seguramente bajemos algunas revoluciones, pero ya pasamos a otra etapa: ahora hay que llamar al service para arreglar lo que rompimos. Descargarse en el otro no resuelve nada, solo agrava el problema. El enojo necesita ser asistido, porque tiene una carga energética importante, está bueno salir a caminar o hacer cosas que pongan en acción el cuerpo. También es importante hacerle saber al otro el efecto que su acción tuvo en vos. No hay que atacar, sino hablar en primera persona y explicar lo que nos pasa.
5 claves para manejar el enojo
Nombrarlo, poder decir "estoy enojada por X cosa".
Lo primero que hay que hacer es nombrar ese enojo, porque cuando le das una entidad a esa emoción, evitás que se estanque. Hay tres preguntas que podés hacer para enfrentar al enojo: ¿qué siento?, ¿qué me gustaría ahora?, ¿qué necesito? Las respuestas te van a ayudar a entender la razón de esa bronca.
Ayudarte con algunas acciones corporales para regularlo.
El enojo se puede regular con distintas técnicas, como mindfulness, respirar o escribir. Otra técnica es poner en acción el cuerpo y al menos tomarte cinco minutos para caminar un poquito y reflexionar cómo responder. Te calmás y respirás, porque si contestás muy acelerada, es probable que digas cosas que ni siquiera pertenecen a esa situación.
Saber que es una emoción transitoria.
La clave es no creernos que ser “enojonas” es nuestra manera de ser. El enojo está diseñado para que sea transitorio y podemos graduar su intensidad y tener un comportamiento saludable frente a él. Sabé que vos tenés el poder de elegir cómo desactivarlo.
Evitar las conductas pasivo-agresivas.
Por ejemplo, expresar el enojo hablando mal o cínicamente. Muchas personas prefieren callar antes que mostrar su vulnerabilidad porque creen que mostrarse frágil es malo, ¿te suena?
Comunicarnos luego de calmarnos.
Esta forma de actuar, y la más conveniente, se trata de primero calmarnos internamente, porque en el estado de ira y agresión nadie nos va a escuchar y menos aún nos va a entender.
Experta consultada. Lic. Claudia Erlich. Coordinadora de Centro Idea, centro del estrés y la ansiedad.