Armar redes. Tres claves para trabajar tus vínculos en tiempos de virtualidad
18 de agosto de 2020 • 10:58
Créditos: Michal Jarmoluk en Pixabay.
En tiempos de virtualidad al 100%, usamos las redes más que nunca. La tecnología permitió que nuestros vínculos humanos encontraran durante este tiempo nuevas formas y dinámicas para hacerse presentes. ¿Qué papel cumplen hoy esos entramados sociales en nuestras vidas?¿Cómo cuidarlos y sostenerlos cuando nos faltan el abrazo y la presencia real?
No es ninguna novedad: muchas veces, los límites del afuera nos ayudan a intentar ese proceso interno de "pasarnos en limpio". Porque solas no existimos, solo existe nuestro ego. Aunque no queramos, las redes nos definen y nos ayudan a sostener nuestro "¿quién soy hoy?". Nos permiten volver a preguntarnos: "¿Qué vínculos me importan?", "¿con quiénes cuento para cuando todo no sale como esperaba, para mostrarme débil?", "¿o para celebrar mis logros?". En definitiva, ¿quiénes me sostienen hoy? ¿Valen todas las redes? ¿O podríamos elegir solo aquellas que nos dan frutos? Estas son algunas de las preguntas que nos hicimos charlando con nuestra psico Inés Dates y que te proponemos para repensar la era de la hiperconectividad.
Claves para redes nutritivas
El poder de volverse más sutiles: antes bastaba ver al otro para intuir cómo se sentía. Si algún compañero de trabajo o familiar tenía cara rara, podías preguntarle: "Ey, ¿estás bien?". Ahora, en muchos vínculos perdimos el "face to face", pero eso no quita que nos volvamos más sutiles. Estar lejos nos obliga a agudizar otros sentidos: por ejemplo, la voz tiene tantos matices posibles... Escuchando el audio de WhatsApp de alguien podemos reconocer si está bien o si algo lo preocupa. No dejemos que se resienta un vínculo o nos genere confusión ("¿qué le pasa?, me habló re mal") por no aprender a leer sus sutilezas.
- Repensar y reelegir a tus interlocutores: las redes son flexibles y dinámicas. Se pueden adaptar, moldear y ajustar a tus necesidades todo el tiempo. Pero no siempre podés dejarte sostener por la misma red, porque a veces precisás que tenga ciertos recursos disponibles. ¿No te pasó nunca de ir a buscar un consejo o una palabra de aliento en alguien que no estaba preparado para dártelo? El riesgo que corrés en esos casos es percibirlo como una desilusión o sentir que el vínculo está vacío de contenido. Claro que elegir da trabajo, porque implica priorizar tus necesidades y entender qué tipo de redes querés construir y también saber administrarlas, que sería algo así como "no pedirle peras al olmo". A veces tendemos a "pedir peras", porque no nos tomamos el trabajo de saber equilibrar la ecuación "qué pido/qué recibo".
- Propiciar la retroalimentación: dar y recibir son las dos caras de la misma moneda. En las redes que nutren –que son las de la pertenencia–, este movimiento debería ser siempre reconfortante para ambas partes. En cada "nudo" de la red se juega ese intercambio. Una pregunta para hacerte podría ser: "¿Soy más dadora o más recibidora en cada una de mis redes?", "¿qué doy yo en esta comunidad, en este equipo de trabajo, en esta familia, en este proyecto compartido?, ¿y qué me llevo a cambio?, ¿me da positiva la ecuación?". Atenti, porque cualquier desequilibrio si no es un win-win puede hacerte sentir drenada de energía; como esas veces que estás en una red en donde sentís que das, das, das... y no vuelve nada. O, por el contrario, cuando percibís que no hay nada tuyo sumando a ese entramado, la pérdida del valor personal puede frustrarte.
- Ponernos en modo esponja: las redes que elegimos habitar impactan directamente sobre nuestras emociones, acciones y pensamientos. ¿No te pasó alguna vez que si estás en mucho contacto con alguien pesimista o quejoso, terminás descubriéndote en la crítica permanente? Jim Rohn, empresario estadounidense que luego se transformó en orador motivacional, tiene una frase que es contundente al respecto: "Sos el promedio de las cinco personas que te rodean", que es algo así como una reversión del famoso refrán "dime con quién andas y te diré quién eres". Por eso, no da lo mismo quiénes pertenezcan a tu red, porque de ellos estarás absorbiendo –quizá sin que sea algo tan consciente– modos de ver la vida, actitudes o emociones. ¿De quiénes estás contagiándote hoy? Y si quisieras sumar más de alguna actitud, simplemente tenés que buscar un aliado para estar más cerca y sumarlo a tu red.
Creativas, profundas y vulnerables
Si la red es fuerte, los límites del afuera solo van a hacer que la necesidad de estar conectados le gane a la distancia y la falta de contacto físico. De alguna forma, antes la teníamos más fácil; simplemente era "¿voy a verte y tomamos unos mates?". El ayuno de vínculos y este "ascetismo" de la vida –con menos rutinas, menos cosas, menos libertades– nos acostumbraron a hacer más esfuerzos y a ponernos más creativas: un día tuviste que cocinar una torta y mandársela a alguien que extrañás, o te inventaste salidas a la distancia, comiendo con tus amigos desde una pantalla. Y nos encontramos, quizá, con cosas más valiosas y profundas. ¿O no te pasó durante la cuarentena tener experiencias más intensas con otras personas de tu red, de desnudar pensamientos o emociones que hacía rato que no salían o que estaban simplemente tapados por la vorágine de la vida diaria? Lo difícil nos abrió puertas, no solo a la creatividad, sino a lo más esencial y profundo. Confiá en que esto va a permanecer. También fue una puerta a la vulnerabilidad: porque en este tiempo quizá también hayas necesitado construir redes con tus vecinos, por ejemplo, que hasta entonces solo te cruzabas casualmente en el ascensor. "Ser nueva" en una red te genera algún lugar de vulnerabilidad y vértigo: "¿Les voy a gustar?", "¿me van a aceptar?", son las preguntas que se nos vienen, como si necesitáramos dar pruebas y demostrar quiénes somos. Inés Dates dice siempre: "Cuanto más puedas aguantar tus ‘vulnerables’, más fuerte sos". Lo cierto es que las nuevas redes expanden nuestros propios límites y nos muestran territorios desconocidos de la vida y de nosotras mismas.
Experta consultada: Inés Dates. Nuestra psicóloga. @ines.dates.viviendo
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