En los primeros años del niño, el cerebro crece más que durante el resto de su vida. Cómo podemos ayudar a potenciarlo.
E cerebro es una máquina fascinante con funciones que van desde la motricidad hasta las capacidades intelectuales y emocionales; es el órgano que sostiene las habilidades que nos permiten ser quienes somos en la adultez. Si bien su desarrollo continúa hasta entrada la adolescencia, es de los cero a los tres años cuando más crece.
Para ser más gráficos, en la primera infancia el cerebro triplica su tamaño, alcanzando el 80% del volumen que tendrá en la adultez. Es por eso que los primeros años de vida tienen una particular importancia en su desarrollo, que dependerá en gran medida de la interrelación de variables genéticas (hereditarias) y ambientales (contexto). Por eso, los recursos emocionales e intelectuales que logra un niño son el principal elemento con el que cuenta para enfrentarse a los diferentes desafíos que la vida le propone.
Consultamos a María Roca, Dra. en Psicología, sobre el poder de la experiencia en el desarrollo del cerebro infantil.
¿Cuál es el estilo de crianza que más favorece el desarrollo del cerebro infantil?
Estilos de crianza que provean oportunidades de experimentación, que ejerzan su autoridad con responsabilidad, afecto y flexibilidad, y que sean receptivos a las señales del niño potenciarían su desarrollo cerebral, intelectual y emocional. Lo ideal es acompañarlos en su desarrollo, fomentando a la vez su independencia.
¿Cuáles son las diferencias entre el cerebro de un niño y el de un adulto?
Son muchas. Por ejemplo, el cerebro de los niños tiene muchas más conexiones neuronales que las que tiene el de un adulto. Sin embargo, existen en el desarrollo períodos de poda o pérdida neuronal en los cuales ciertas conexiones se sacrifican para garantizar la fortaleza de aquellas que sobrevivan.
¿Qué hace que ciertas conexiones permanezcan y otras no?
Lo que hace que una conexión sobreviva y no se pierda en el proceso es la experiencia, cada nueva vivencia activa nuevas conexiones neuronales; y es la repetición de dicha experiencia la que fortalece una conexión. El resultado de esta configuración personal de conexiones neuronales influirá en el desarrollo cognitivo, social y afectivo del individuo de ahí en adelante.
¿Cómo potenciar el desarrollo del cerebro en nuestros hijos?
Entre las cuestiones ambientales que impactan en el desarrollo infantil se encuentran tanto variables del contexto socioeconómico como variables específicas de la familia en la que crece el niño. Entre estas se incluyen la nutrición del niño, aspectos de seguridad y de acceso a la salud y escolaridad, y también el tipo de relaciones que establezca con sus padres o cuidadores.
El juego, ¿qué función cumple en el desarrollo?
Dentro de las relaciones familiares, el juego es fundamental. Según un reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el proceso del juego favorece la formación de sinapsis y se asocia a una relación segura con los padres y con otros niños. El juego tiene así una función socializadora. Si bien las formas y tipos de juego pueden variar en las diferentes culturas, y hasta en las diferentes familias, el impacto en el desarrollo es universal. El juego estimula el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
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