Cuando tomar distancia ayuda a decidir qué caminos debemos tomar en el trabajo
Es abogada en un estudio que asesora a empresas y una ONG que acerca a las personas a sus derechos. Te contamos la historia de la mujer que pasó unos meses lejos de su vida cotidiana y que le sirvió para tomar algunas decisiones
2 de mayo de 2017 • 09:07
En sus viajes, Mercedes lleva una mochila pero no es la de los mandatos
Jardín público, primaria pública, secundaria pública, universidad pública. Mercedes Pando es resultado de la educación pública. Pero todos somos resultado de más de un camino. Otro camino del que Mercedes es resultado es el de sus abuelos que llegaron desde España. Otro más es el que, desde que era chiquita, la lleva cada fin de semana y cada verano de Buenos Aires a un San Pedro repleto de familiares. Y justamente de caminos conversamos con Mercedes en Tiempo de Liderazgo: qué camino se fue trazando ella misma (ya no de la mano de sus padres ni de sus abuelos) para tomar decisiones en alguna etapa de su vida.
Ese camino implicó ir a Barcelona dos veces. La primera, a los 27 años cuando le puso pausa a su trabajo en estudios corporativos y se fue a hacer una maestría en Ciencias Jurídicas. Barcelona la enamoró: pensó que era ideal para vivir, una ciudad grande con ambiente de ciudad chica. Y el mar y un aire cercano, legado de sus abuelos. En Barcelona Mercedes no solo conoció la ciudad sino que se conoció a sí misma en otra versión: en un ambiente más relajado, fuera de lo corporativo y lejos de los mandatos en los que se crió. Pensó entonces que tal vez quería quedarse a vivir allí. Antes de regresar a Buenos Aires empezó el proceso para homologar el título de abogada porque, si volvía a España, era para involucrarse de lleno con ese país.
Cuando llegó a Buenos Aires siguió trabajando en un estudio corporativo y comenzó a involucrarse en la conformación de la Fundación Microjusticia, de la que llegó a ser presidenta del Consejo Directivo. En esos primeros años de la fundación iba cada sábado a zonas del conurbano bonaerense para ayudar a personas a que lograraran que se cumplan sus derechos, tales como el obtener un documento nacional de identidad.
No es sencillo ni rápido homologar un título. En su caso, un año después de haber pedido la solicitud de homologación le notificaron qué materias debía rendir para obtener el título de abogacía español. Cinco materias. Como no podía cursarlas en España porque ya para entonces había vuelto a trabajar en Buenos Aires, las rindió libres, viajando dos veces a Madrid para dar los exámenes. Lo logró, ahora ya tenía la homologación; le quedaba conseguir un trabajo allá. En este contexto Mercedes le comunicó su inquietud a su jefe, dando por sentado que por este proyecto tendría que dejar el estudio. Sin embargo las cosas no se encaminaron hacia donde ella suponía: su jefe advirtió que el estudio tenía un convenio con un estudio en Barcelona que no se utilizaba hacía años y el proyecto de Mercedes era una buena oportunidad para reactivarlo ya que, además de la voluntad de ambos estudios, el título homologado marcaba una diferencia porque certificaba su conocimiento en derecho español.
Así que a seis años de su primera llegada a Barcelona, Mercedes volvió a llegar. En esta segunda etapa iba a quedarse cuatro meses y se quedó diez. Diez que le sirvieron para decidir que, si iba a trabajar de abogada, elegía que fuera en Buenos Aires. Quiere una vida cerca de su familia, entre San Pedro y Buenos Aires, sus amigos, y considera que acá hay mucho que puede hacer. Volvió con una mirada distinta sobre sus intereses y sus posibilidades.
En lo laboral, hoy Mercedes está consiguiendo incorporar sus intereses personales a la vida corporativa y darle un mayor lugar a sus intereses sociales. Al llegar cursó un programa en Coaching y Liderazgo y empezó a dedicarle nuevamente más tiempo a la fundación. Constantemente busca tener impacto social, tanto dentro como fuera de su trabajo remunerado.
La mirada de Mercedes
Un poco de los mercados de Barcelona, la ciudad que eligió Mercedes para poner su vida en perspectiva - Créditos: Latinstock
Sacate la mochila para ampliar tu visión. Cuando estás en la rutina diaria, la visión sobre tu vida, sobre lo que hacés, lo que querés o lo que tenés está bastante distorsionada por las distintas mochilas con las que cargás diariamente (el desgaste, las emociones, tus creencias y las de tu entorno, lo que debe ser, lo que se espera de vos, etc.) y te impiden ver con claridad lo que querés y las posibilidades de acción que tenés. Alejarte de tu vida diaria un tiempo (con esto me refiero a irte a vivir afuera unos meses o viajar), te lleva a dejar las mochilas en tu lugar de origen y te habilita el juego de ser o imaginarte como una persona diferente y construida en base a lo que vos querés ser. También te permite poner todas las cartas de tu vida sobre la mesa, mirarlas sin prejuicios, elegir las que te sirven (y esto implica darte cuenta que hay cosas en tu vida que te importan más de lo que creías) y dejar las que ya cumplieron su función.
Distanciarme dos veces de mi rutina (cuando hice la maestría y cuando fui a trabajar afuera) me permitió darme cuenta del valor que tenían para mí algunas personas y aspectos que estaban en mi vida (mi familia, mis amigos, los lugares de mi infancia), descubrir cosas que me gusta hacer y nuevas formas de integrarlas a mi vida (como el trabajo social o el coaching) e identificar qué cosas no quiero en mi vida (que son una pista gigante de lo que sí quiero).
Comunicá tus inquietudes y no subestimes la apertura del otro. A las personas que conocés, a tu equipo de trabajo, a tus jefes o a otros miembros de la organización en la que estás haceles saber las cosas que te interesan (aún cuando aparentemente no tenga relación directa con tu trabajo). Eso te va a abrir muchas puertas porque puede que encuentres gente con los mismos intereses o parecidos y surja la posibilidad de armar un equipo de trabajo o desarrollar un área que ni te imaginabas dentro o fuera de tu organización. Y no subestimes la flexibilidad o apertura de los miembros de tu organización ni te quedes sin proponer proyectos dando por sentado que van a ser rechazados. Teneles un poco más de fe y dales la oportunidad de sorprenderte. De otro modo –además de ser injusto con los demás y de cercenar posibilidades de crecimiento para vos mismo- vas a perder muchas oportunidades de acercarte a tener un trabajo que vaya de acuerdo a tus inquietudes y tenga sentido para vos.
En mi caso particular, comunicar en el estudio mi interés en irme a trabajar a Barcelona me abrió una puerta enorme ya que terminé consiguiendo trabajo allá. Por otro lado, difundir mi intención de realizar un trabajo más vinculado a lo social me permitió conectarme con otros miembros de mi organización con las mismas inquietudes, conocer un montón de proyectos en los que estuvieron trabajando e iniciativas solidarias que ni sabía que existían. Además, cuando empecé el Programa de Coaching me preguntaba qué iban a pensar en mi organización si se enteraban y dudé un poco sobre si decirlo o no. Finalmente resultó que dentro del programa es necesario hacer prácticas con un grupo así que le propuse a mi jefe hacerlas con nuestro equipo de trabajo. Y hacer esto me permitió no sólo integrar algo que me gusta a mi trabajo sino mejorar la comunicación interna dentro de mi equipo.
Hacé cosas que te acerquen a tus valores. Uno no siempre tiene el trabajo soñado y justamente por eso creo que es clave conferirle sentido a lo que uno hace diariamente. Reflexioná sobre tus valores y tratá de incorporarlos a tu vida laboral diaria. Y tanto dentro de tu trabajo diario como en los “cortes” tratá de hacer cosas que te acerquen a ellos. Es decir, todos los días desarrollá un poquito más tus valores en tu actividad diaria (sea la que sea) y registrá eso.
En mi caso en particular, todos los días dentro de mi trabajo intento escuchar un poco más, integrar a alguien nuevo o ayudar a los más jóvenes. O inclusive en el medio del día trato de ir a almorzar con alguien que hace mucho que no veo, llamar a alguien de mi familia para ver como está y otras cosas que para uno son importantes pero que en la vorágine diaria pasa de largo.
La vida en perspectiva
Muchas veces nos quedamos encerrados en la realidad que nos forjamos o que nos toca, dando por sentado que es la única vida cotidiana posible. Mercedes sintió la necesidad de poner en perspectiva la vida que estaba llevando adelante y se animó a cambiar de país para darse la oportunidad de probar aquello que consideraba que merecía ser vivido. La experiencia no solo le sirvió para saldar algo que de otro modo se hubiera convertido en un asunto pendiente sino para revisar su rutina, sus valores y sus afectos, identificando qué de estos aspectos quería enfatizar y qué quería dejar a un lado. Decidió volver y poner ese aprendizaje en acción. Su vida hoy es la que ella elige vivir, a conciencia. En algún momento seguramente le dé un nuevo giro. Ya sabe que puede hacerlo.
Mercedes Korin
¿Te diste alguna vez la oportunidad de mirar en perspectiva de tu vida cotidiana? ¿A qué conclusiones llegaste a partir de eso? Si hasta ahora no lo hiciste y quisieras hacerlo, ¿qué estrategias trazarías para lograrlo? Seguramente viajar no es la única manera.
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