El nuevo restaurante del Messi... de la cocina

BARCELONA.– No hace falta tener cultura futbolera para desear entrar al restaurante Bellavista del Jardín del Norte. Cientos de ramilletes de flores campestres, que penden del techo y sobrevuelan apenas por encima de la cabeza, atraen la mirada de quienes circulan por la calle Enric Granados. No hay colores del Barça, no se ven pelotas, ni remeras firmadas como invitación. Aunque su propietario, Rodrigo Messi, es el hermano mayor de Lionel, con toda la expectativa que eso supone.

Rodrigo, siete años mayor que el mejor futbolista del mundo, se asoció a los hermanos Juan Carlos, Borja y Pedro Iglesias, también cracks, pero del universo gastronómico barcelonés, para cumplir un sueño: abrir su propio restaurante. Y no cualquier restaurante. Hizo equipo con grandes jugadores. Los empresarios Iglesias tienen más de diez exitosos restaurantes, varios de ellos en sociedad con los consagrados chefs Ferrán y Albert Adrià, sí, otros hermanos famosos, que revolucionaron la gastronomía por estas tierras y el mundo.

En el primer piso del restaurante, en uno de los balcones que asoman a la llamada Plaza del Pueblo con vistas a un jardín de mil metros, Juan Carlos Iglesias y Rodrigo Messi reciben a la nacion, a dos meses de su inauguración. Ambos explican por qué nace este concepto de pueblo que inspira cada rincón del local, con su colmado (tienda), kiosko, bar, barbería y plaza. Algunos imaginan, erróneamente, que se trata de un homenaje a Rosario. Otros creen que es Carraceira, el pueblo de la madre de los Iglesias, en Galicia. Pero Bellavista no busca ser un pueblo en particular. Nada de eso. “La idea de reproducir un pueblo nace de la sensación psicológica que te produce tu propio pueblo. Esa sensación de paz, de refugio, que transmite ese tipo de lugar. No quisimos tematizar ni hacer un local Messi, ni de Rosario ni ningún pueblo en concreto. Pensamos en un lugar en el que todo el mundo pueda reconocer como su pueblo”, explica Juan Carlos Iglesias.

No obstante, hay algunos guiños al lugar de origen de los Messi. Por ejemplo, el Manantial de Rosario, con sus canillas de agua recién filtrada donde los clientes pueden rellenar sus botellas durante la comida. O en la carta con formato de revista, con una página dedicada a un pueblo, que irá cambiando. El primero (aún vigente) es Rosario, con sus datos, un texto de Fito Páez y unas suculentas milanesas, muy solicitadas. Empiezan a ordenarla a horas del desayuno.

Rodrigo Messi se define como un apasionado de la buena mesa. “Siempre me gustó la cocina. Trabajé en seis o siete sitios en Barcelona, estudié en la escuela Terra d’Escudela y cocinaba de todo un poco. Cuando vi la forma de trabajar de los Iglesias me dieron ganas de tener un restaurante. Pero hacerlo solo era un caos”.

Para muchos, es el hermano más parecido Lio. Igual que el futbolista, aunque hace quince años que vive en Barcelona, mantiene intacto su acento rosarino, Hace un tiempo regresó a la Argentina con sus hermanos Matías y Marisol, pero decidió volver a Barcelona. “Me acostumbré a la vida acá. Me gusta la ciudad en sí, la tranquilidad, en la Argentina no se puede estar tranquilo. Estás muy preocupado por si te pasa algo. Tengo mis tres hijos que nacieron aquí, el colegio, el gimnasio. Tengo mi moto. Mi auto. Mi vida en Barcelona”. Eso sí, extraña los afectos. Su hermano Matías maneja un restaurante en su ciudad, Vip Rosario, frente al Monumento a la Bandera.

Ni menciona las celebrities que visitan al local, que son muchas. Habla estrictamente de cocina, su pasión, cuyo negocio dice estar aprendiendo a pasos agigantados. Este es su restaurante y si menciona a su familia y en particular a su hermano Lio es para agradecer “el apoyo incondicional”.

El Messi de la cocina conoció a Juan Carlos Iglesias comiendo en el Rías de Galicia, la tradicional marisquería de la familia Iglesias. Antes de comenzar el negocio, había acordado darse una vuelta por la cocina y hacer prácticas, de tanto que le interesaba. Finalmente, no fue necesario porque hoy tiene la suya, pero todavía entra con cierta timidez y mucho respeto. Como a cualquiera le sucedería. Al frente, está el chef Rafa Morales, un ex El Bulli.

“Durante siete años dos estrellas Michelin. Estamos hablando de uno de los grandes cocineros de España –destaca Iglesias–, capaz de hacer una cocina espectacularmente sofisticada y un concepto de cocina más popular como hacemos aquí, donde buscamos sencillez. No la máxima expresión gastronómica que somos capaces de hacer. Ya tenemos restaurantes en los que apostamos por la alta gastronomía. Aquí con 400 o 500 personas por día no puedes ir por la alta gastronomía. Tienes que hacer una buena comida popular. Este es un sitio donde hemos empezado con un nivel alto y nos iremos perfeccionando, como es nuestra costumbre. Se come muy bien, con una propuesta variada, una arquitectura diferente a las demás con un jardín de mil metros cuadrados en medio de la ciudad”.

La carta de Bellavista representa un cruce de caminos. Hay cocina de los cinco continentes. Todo está pensado para volver a probar distintas especialidades del mundo. El eclecticismo manda. Hay arroces, sopas, carnes, mariscos, pescados. Conservas propias de otros restaurantes del grupo. Platos de Espai Kru, de cocina sin fuego, que recientemente fue votado en quinto lugar en una lista de los 50 mejores restaurantes de Barcelona según la guía Macarfi. Y tercero, Tickets, en sociedad con los Adriá. “Que debería ser primero –sostiene Iglesias– Es uno de los restaurantes del mundo que más peticiones de reserva tiene. Superamos el millón por año”.

¿Recomendaciones? “Todo”, dice Messi. En horas de la tarde, llama al camarero y le pide helado de dulce de leche. “Si te gusta el dulce de leche, éste es el sitio. Acá tenemos varios postres con dulce de leche. Al típico arroz con leche que comemos nosotros, que es con canela, acá le ponemos dulce de leche. La gente se extraña. Pero la combinación está buenísima”, asegura. Me invita a probarlo. Aspira a tener el mejor helado de dulce de leche de la ciudad. Y de verdad que está riquísimo.

Como en todo pueblo, no faltan actividades para que las horas transcurran sin apuro. En el bar del pueblo hay juegos de dominó, dados, video-juegos gratuitos a beneficio de una fundación y es el único lugar donde se respira clima futbolero, incluso en la decoración con mesas marcadas como canchas de fútbol. Allí dos pantallas de 65” invitan a ver todo tipo deportes y partidos de fútbol.

Hasta la visita al toilette puede ser entretenida. O más bien, divertida. Es que pasan chistes de famosos humoristas por los parlantes. Lo cuenta Trinidad Morel Quirno, responsable de comunicación y a cargo del pronto a estrenarse Bellavista Club Social, que organizará múltiples actividades. Ofrecerá cursos, concursos, catas de cerveza, de vino, de cocina, de yoga, eventos, casi todos gratuitos, limitados para los socios. El restaurante, si bien no está tematizado, ya tiene un pequeño museo Lionel Messi, quien suele visitar el local y darle apoyo incondicional a su hermano.

Acaban de colgar una camiseta dedicada y firmada por Messi. También agregarán réplicas del balón y de la bota de oro. Y una camiseta de la selección argentina firmada. El pueblo lo pedía.

Ubicación. Está situado en el barrio l’Eixample, en la calle Enric Granados, 86 (entre Còrsega y Rosselló), Barcelona. Cuenta con 1000m2 de jardín y otros 1000m2 repartidos en dos plantas. Abre de lunes a jueves de 9 a 23.30; viernes de 9 a 2, sábados de 10 a 2 y domingos, de 10 a 23.30. La cocina funciona de 13 a 16 y de 19.30 a 23.30. Viernes y sábados hay copas hasta las 3. Fuera de esos horarios, hay tapas y dulces.

Reservas. +34 93 856 29 49. Parking: tiene 30 plazas limitadas bajo reserva y pago. Redes: Facebook: bellavistabcn – Twitter @bellavistabcn – Instagram @bellavistabcn

En Bellavista, el promedio de gasto por persona oscila entre los 35 y 40 euros. No hay que perderse La hora del Vermut, el aperitivo servido con un sifón: vermut rojo, vermut seco y pomelo (7,50 euros). En la misma carta de ponches, Mate In A Punch mezcla vodka, lima, licor de dulce de leche, yerba mate y se sirve con termo en un mate, a todo vapor (9,50). En la lista de crudos, navajas en ceviche (4,50) y de Paraíso vegetal, un delicioso tiramisú de maíz trufado con huevo cocido a baja temperatura (10,50).

El plato más argentino en Bellavista es la milanesa napolitana a caballo, una reinterpretación con solomillo de ternera reposado 45 días, empanado, con jamón dulce, queso fundido y huevo empanado, que habrá que romper para que la yema envuelva la milanesa (14,50). Entre los postres hay tiramisú (5, 50).

Apenas a tres cuadras de este restaurante, se encuentra la avenida más distinguida de Barcelona: el Passeig de Gràcia, que entre la Avenida Diagonal y la Plaza Catalunia, reúne tiendas de lujo internacionales y edificios emblemáticos del arquitecto Antoni Gaudí, máximo referente del modernismo catalán. Siempre es un hervidero de turistas. No tanto La Pedrera (esquina Provença) como la Casa Batlló, con su exquisita fachada (esquina Carrer d’Aragó). Si la intención es mirar vidrieras hay que darse una vuelta por Stella McCartney, Salvatorre Ferragamo, Valentino, Dolce & Gabbana; Loewe, Prada, y la sofisticada Santa Eulalia. También, más al alcance del bolsillo, hay H&M, Mango y Desigual.