En Salta, la fe mueve miles de claveles
El próximo viernes se realizará la tradicional procesión del Señor y la Virgen del Milagro
15 de septiembre de 2000
SALTA.- Todos los 15 de septiembre esta ciudad sorprende con una particularidad mística. Año tras año, cerca de 30.000 personas se reúnen frente a la catedral basílica para ver salir las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, y acompañarlas en procesión. Después de una novena en su honor, el viernes próximo los salteños celebrarán su fiesta patronal más importante.
Coincidentemente, una típica familia salteña también cumple su tradición en esta fecha. Desde hace más de un siglo, abuelas, madres y nietos confeccionan artesanalmente un arreglo floral que adorna los pies de su patrono que, según cuenta la tradición, en 1692 salvó a Salta de un terremoto.
En la tarea participan los descendientes de doña Florencia González de Ovejero, que a fines del siglo XIX comenzó a decorar las imágenes con coronas. Hoy, sus bisnietas Marta Elena, Fanny Estela, María Angélica y Leonor Tamayo, Cecilia Mendioroz, y más de un centenar de tataranietos y choznos ayudan a terminar la tarea.
Manos a la obra
El trabajo es arduo y dura tres días. Primero se envuelven los tallos de los 8000 claveles con un alambre muy fino, luego se arman ramitos de tres y se entrelazan con un alambre más grueso para que puedan penetrar firmemente en la base rellena de paja.
El día de la procesión, toda la familia se reúne en la casa de Mendioroz, cercana a la basílica, para armar definitivamente el adorno. Decenas de chicos enhebran los claveles más rojos. Afuera -en el medio de la calle cortada para esta ocasión- descansa la estructura que se cubrirá de flores y decorará los pies del Señor del Milagro. Al cabo de seis horas, el arreglo floral está listo.
Posteriormente, unas seis personas, entre ellas una mujer de 70 años, se colocan la corona sobre la cabeza y marchan hasta la catedral, donde esperan las imágenes.
Dentro del templo aguardan los Zavalía, Figueroa y Alderete, otros descendientes de doña Florencia de Ovejero, que se encargan de la corona de la Virgen, más chica y armada con claveles blancos.
La plaza 9 de Julio aguarda llena de gente. Algunos trepan a los árboles para ver mejor la escena, mientras otros tratan de filtrarse por el cordón policial que los separa del edificio. Hay hombres y mujeres de todas las edades, incluso chicos vestidos de angelitos. También hay puesteros, que desde que comenzó la novena ofrecen estampitas, medallas y todo el merchandising de esta fiesta patronal.
Cuando la silueta de la Virgen del Milagro asoma por la nave principal de la catedral, el pueblo saluda y canta. El rezo, que antes era murmullo, se alza cada vez más fuerte, y la voz de los peregrinos compite con el locutor que se deja oír por los altavoces ubicados estratégicamente por toda la calle.
Cuando aparece la imagen del Señor la multitud agita sus pañuelos blancos. A los costados se acomodan las autoridades eclesiásticas, civiles y militares. Los peregrinos los siguen, por la calle España, cantando el himno a su patrono.
En esta época, los lapachos y jacarandaes están florecidos y adornan la avenida. Celestes, blancas y púrpuras, las flores contrastan con el verde de los jardines.
Los que no siguen la procesión se apropian de las veredas. Desde los balcones, las familias saludan y hasta algunos osados se trepan a paredes ajenas para no perderse ni un detalle de la fiesta.
La procesión se detiene una cuadra antes del monumento a Martín Miguel de Güemes.
Allí, a los pies de una gigante cruz , se realiza una misa. Algunos aprovechan para descansar y estirar un poco las piernas.
Cuando termine la ceremonia deberán volver por el mismo camino, hacia la catedral, donde descansarán el Señor y la Virgen del Milagro hasta el próximo año, cuando los salteños renueven su agradecimiento.
Datos útiles
Cómo llegar: el pasaje aéreo, ida y vuelta, desde Buenos Aires hasta Salta cuesta 200 pesos, con tasas e impuestos incluidos.
Alojamiento: una habitación doble en un hotel tres estrellas cuesta entre 60 y 80, y en uno de cuatro hasta 120. Las posadas y albergues, alrededor de 15 o 20 pesos.
Comidas: en los bares enfrente de la plaza se puede comer una docena de empanadas por 6 pesos y humitas por 1 peso cada una.
- También hay restaurantes de comida típica; los platos ascienden a 15 o 20 pesos por persona.
Más información: Casa de Salta, Avda. Diagonal Norte 933; 43261314. Atención de lunes a viernes, de 9 a 15.
En Internet:
Ecos de un milagro
Una historia para temblar de esperanza
La historia del Señor y la Virgen del Milagro comenzó en el siglo XVI cuando el obispo fray Francisco Victoria, que había participado de la fundación de la ciudad de Salta en 1582, decidió mandar desde Madrid, antes de morir, un regalo para la iglesia.
Así, se encargaron dos imágenes, una de Jesús y otra de la Virgen, para Salta y Córdoba, respectivamente. El barco que las transportaba naufragó, pero las dos representaciones llegaron flotando al puerto de El Callao, en Lima, Perú. Desde allí, como era costumbre en la época, se llevaron los regalos por tierra hasta destino.
Una vez en Salta, la imagen se guardó en la catedral, sin prestarle atención. En septiembre de 1692 comenzaron los terremotos. El antiguo pueblo de Esteco, cercano a la ciudad, fue destruido. De él sólo quedaron leyendas que cuentan la historia de una mujer convertida en piedra.
En la capital, el 13 de ese mes, la tierra también comenzó a temblar. Los salteños abandonaron sus casas y se reunieron frente a la iglesia para pedirle a Dios que detuviera la catástrofe. Pero los terremotos no cesaron.
Según la tradición, en el convento de los jesuitas un sacerdote oyó una voz que decía que los temblores no iban a cesar hasta que no sacaran al Cristo que tenían olvidado. Y así fue. Las imágenes del Señor y la Virgen fueron llevadas en procesión por toda la ciudad y los movimientos terminaron. Desde ese año, todos los 15 de septiembre los salteños agradecen a sus patronos, que en los terremotos que siguieron, en 1844 y 1948, volvieron a mostrar su misericordia.