En Sudáfrica, siete lugares para recordar a Mandela
Un recorrido por el país y, a la vez, por la vida del gran luchador contra el Apartheid, entre casas, museos y la prisión de Robben Island
22 de diciembre de 2013
Los lugares donde Nelson Mandela vivió, estuvo preso, se consolidó como líder político y social forman parte de un recorrido que toma nueva relevancia a partir de su reciente muerte. Abajo, una guía por los lugares más significativos en la vida del ex presidente de Sudáfrica, Premio Nobel de la Paz y líder de la lucha contra el Apartheid, desde Qunu, la aldea de su infancia, donde el domingo último fueron enterrados sus restos, y la cárcel de Robben Island, en la que estuvo confinado 17 años, hasta la flamante estatua de nueve metros emplazada el lunes último en Pretoria.
1. La aldea de Qunu
Poco más de un centenar de personas viven en la aldea de Qunu, en un valle cubierto de pastos, arroyos, suaves colinas y cabañas de barro y techos de paja, que hasta la llegada de Mandela a la presidencia de Sudáfrica, en 1994, no tenía agua potable ni luz eléctrica. En este paisaje vivió Mandela su infancia. En la iglesia del pueblo, unos postes de madera indican el lugar donde estuvo la primera escuela a la que asistió el niño que transformaría la vida de su país y en la que recibió su nombre cristiano, Nelson, de los labios de su maestra, la señorita Mdingane.
Junto a la casa familiar está el cementerio de la familia, pequeño, sencillo, en el que fue enterrado su padre, el jefe Mphakanyiswa, en el mausoleo familiar. El mismo sitio donde desde el domingo último descansan los restos del líder africano, en una suave colina. Un sitio que seguramente se convertirá en visita obligada para los turistas que lleguen a Sudáfrica tras sus pasos.
2. El Museo Mandela
Barrio Orlando West, Soweto, la barriada más populosa de Africa, que remite a luchas, ideales, violencia y libertad, donde Mandela dejó una profunda huella como activista social. En la calle Vilakazi está el Museo de la Familia Mandela, que ocupa la pequeña casa de cuatro habitaciones y ladrillos rojos, en la que el ex presidente vivió a mediados de los 50 con Winnie, su segunda esposa, y sus dos hijas, Znani y Zindziswa.
La casa conserva muebles, objetos personales, pinturas y fotografías de Tata Madiba, como se lo llamaba cariñosamente en su país. También se exhibe una colección de Doctor Honoris Causa, que le otorgaron universidades e instituciones de todo el mundo, el cinturón de boxeo de campeón mundial de Sugar Ray Leonard, regalo del recordado pugilista y un árbol, plantado por Mandela.
La réplica de la pequeña cocina de leña donde cocinaba su esposa y una de las camas de Mandela también forman parte de esta vivienda, que fue baleada y atacada varias veces con bombas molotov (se exhiben ladrillos con impactos de bala), y restaurada en 2009. Paradójicamente, el museo se ecuentra en la misma calle donde vivió otro activista por los derechos humanos: el arzobispo Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz (1984). www.mandelahouse.com
3. La casa de Alexandra
Alexandra, a unos pocos kilómetros al norte de Soweto, es una inmensidad de casas de una sola planta, sin red eléctrica ni agua potable y calles colmadas de basura. En el número 46 de la Séptima Avenida está la casa, con piso de tierra, en la que Mandela vivió entre 1941 y 1943. Un sitio al que algunos turistas se animan a visitar, en medio de una barriada extremadamente pobre. Declarada patrimonio nacional, igual que la casa de Soweto, la vivienda, de una sola ventana, no es un museo, aunque sí ostenta una placa que da cuenta de su pasado histórico.
4. La celda de Robben Island
2,4 m x 2,1 m: las medidas de la celda 466 en la que Nelson Mandela permaneció recluido entre 1964 y 1982, en la cárcel de Robben Island.
El ex presidio, devenido en el Robben Island Museo, declarado Patrimonio de la Humanidad y Patrimonio Nacional de Sudáfrica, es recorrido por turistas de todo el mundo en visitas guiadas que, en general, están a cargo de un ex preso político de esta prisión. Uno de los sitios más impactantes es su diminuta celda, donde hay unas mantas tiradas en el piso, una pequeña mesa, un cesto y una ventana con gruesos barrotes.
Hasta allí se llega en media hora en un ferry turístico, desde Ciudad del Cabo, a 12 kilómetros. La prisión llegó a albergar a más de 1200 internos en los años 60, sometidos a todo tipo de vejaciones, torturas y trabajos forzados. De los 27 años de cárcel a los que fue condenado, Mandela pasó 18 en esta prisión, y el resto entre las cárceles de Pollsmoor y Victor Verster. www.robben-island.org.za
5. Ellis Park
Si bien fue remodelado para el Mundial de fútbol 2010, el Ellis Park Stadium, construido en 1928, en pleno centro de Johannesburgo, es otro de los lugares asociados fuertemente con la lucha de Mandela. Allí, en 1995, el por entonces presidente entregó la Copa Mundial de Rugby al capitán de los Sprinboks, Francois Piennar, en un hecho que trascendió el deporte: constituyó el inicio del fin del Apartheid, con un equipo integrado por blancos y negros, y todo un pueblo encolumnado en una misma celebración. Una historia muy bien reflejada en la película Invictus . Pero hay otro estadio emblemático: el Soccer City, donde fue velado y pronunció su primer discurso como presidente de Sudáfrica.
6. Museo del Apartheid
El Museo del Apartheid, en Gold Reef City, Soweto, impacta de entrada. A los visitantes se los clasifica al azar con una entrada plastificada: Blancos o No blancos y desde allí se ingresa por sectores según la clasificación. Una forma de volver simbólicamente al pasado para no cometer los mismos errores (horrores).
Una remera con la leyenda Liberen a Mandela , columnas con las inscripciones Diversidad, Libertad y Respeto , 130 horcas que cuelgan del techo y simbolizan la ejecución de 130 activistas por la libertad y un video con las primeras horas de Mandela en libertad forman parte del impactante recorrido. Le siguen otras muestras del horror, como referencias a la ley de prohibición de matrimonios mixtos (1949), que impedía los casamientos de blancos con otras razas, y la de registro de población (1950), que requería que cada habitante fuera clasificado como blanco, negro, coloreado (mestizo) o asiático , sin ningún tipo de derechos históricos en el territorio . También hay armas decomisadas a quienes emprendieron la lucha armada y un Casspir, el temible carro blindado de las fuerzas de seguridad.
La esperanza la aporta una gran bandera sudafricana (1994), negra y blanca (por las dos razas); roja, por la sangre derramada; verde, por la tierra sudafricana; azul, por sus cielos, y amarilla, por sus recursos naturales, sumado a una de las tantas de sus frases exhibidas en el museo: Ser libre no es sólo despojarse de las cadenas propias, sino vivir de una manera que respete y mejore la libertad de los demás . www.apartheidmuseum.or
7. La estatua de Pretoria
La estatua de Mandela que se inauguró la semana última en Pretoria, frente a la sede de gobierno, seguramente será uno de los monumentos más visitados de Sudáfrica. Sonriente y con los brazos extendidos, la obra pesa 4,5 toneladas de bronce, tiene 9 metros y fue presentada como la escultura más grande del mundo dedicada al ex presidente. Una imagen muy distinta de otras esculturas suyas, en las que aparece con un gesto más combativo y el puño cerrado. Toda una señal, la de la Sudáfrica que él soñó, unida y en paz.
Una vida en pos de la libertad.
Nelson Mandela fue el primer presidente negro de Sudáfrica. Preso 27 años, su mito creció hasta convertirse en un símbolo de la lucha contra el racismo en todo el mundo. El presidente De Klerk lo liberó en 1990, fue su principal interlocutor en la democratización del país y compartió con Mandela el premio Nobel de la Paz (1993). Murió a los 95 años, el 5 de diciembre último, en su casa de Johannesburg.