Fernando Guallar. El actor de la serie de Luis Miguel: “Quiero salir del rol de galán y hacer un cambio físico para mostrar otra faceta”
Es el galán español del momento. Charlamos con él sobre sus nuevos desafíos y sus aprendizajes durante la pandemia
10 de agosto de 2021 • 10:58
Fernando Guallar es el galán español del momento, conocido por su personaje en la serie de Luis Miguel.
Es arquitecto y terminó la carrera mientras filmaba Velvet. Hoy lo conocemos por su papel en la serie de Luis Miguel. Pero lo que pocos saben es que Guallar es arquitecto,
¿Cómo pasaste de la arquitectura a la actuación?
Lo de actor fue algo que estaba antes de la arquitectura, sin embargo, mis padres, muy criticados por mí en su momento, aunque ahora les agradezco lo que hicieron, me aconsejaron estudiar una carrera diferente a la interpretación. Un poco por la inseguridad e inestabilidad que da la actuación. Y en su momento yo me enfadé mucho porque quería estudiar arte dramático, pero así fue como me incliné por algo creativo. Es una carrera que disfruté mucho, pero nunca llegué a tener la devoción que tenían mis compañeros.
¿Y cómo manejabas entonces ambas cosas a la vez?
Al final, la vocación acabó saliendo a partir del tercer año, que empecé a hacer alguna publicidad, algún curso a la par de la universidad, y ya a partir del cuarto o quinto año pues me volví loco con eso. Me fui a Madrid, donde empecé a estudiar interpretación, y ya cuando estaba empezando con Velvet fue cuando me llamaron de la escuela y me dijeron que, como había un cambio de plan, si no acababa ahí la carrera, perdería todo. Terminé una asignatura que me quedaba y el proyecto final de carrera, y bueno..., fue bastante intenso. Recuerdo entregar el proyecto de fin de carrera, coger un tren a Madrid y que en la estación me recogiera un coche para llevarme al rodaje de Velvet, y no puedo olvidar el aplauso que me dieron el director, Imanol (Arias), que hacía de mi padre, y todo el equipo en el set.
Y después vino Luis Miguel: la serie. ¿Qué significó para vos?
Fue una cierta realización de sueños, de ambiciones que tienes como actor y como profesional. A mí me encanta viajar y meterme con otras culturas a través del trabajo, a través del oficio, me parece sanísimo. Yo tenía una serie de inquietudes que no se vieron cubiertas del todo por el momento que estamos pasando (la serie se filmó bajo estricto protocolo por Covid), que apagó algunos fuegos que a mí me apetecían..., pero esa situación de abrirte un poco al mundo y la sensación de volver a experimentar ir a un país tú solo, esa sensación como de “primera vez”...
Claro, debe ser una montaña rusa de emociones también.
Sí, tuvo momentos y conflictos, torear todo eso y a la distancia, haber manejado también toda la situación pandémica y tener a mi familia tan lejos, sí, había momentos en que se me hacía un poco más duro. Creo que he crecido como persona, he asumido más responsabilidad en términos de proyectos.
“Hay que perder ciertas convenciones, hay que decir mucho más ‘te quiero’ y hay que expresarse mucho más y sin miedo a mostrarse vulnerable”. - Créditos: gentileza de Netflix / Fabián Morassut.
Dijiste que ningún papel que encarnaste tiene que ver con tu esencia. ¿Qué tipos de papeles te interesaría hacer si pudieras elegir o qué considerás un desafío para vos?
Me encantaría contar una historia de amor bien, pero literal, que la película o la serie solo vaya de eso, porque, por ejemplo, en el caso de Luis Miguel, me quedé con más ganas de ahondar en la relación entre Michelle y Mauricio. Yo soy una persona muy romántica, muy sensible, y me gusta hacer eso. Pero como reto, es verdad que ahora uno de mis principales objetivos como actor es salir un poco del rol de galán al que estoy más conectado, o que se tiene esa imagen de mí, y pasar a tener cierto cambio físico para mostrar otra faceta mía como actor. Me gustaría interpretar a un personaje muchísimo más oscuro, que tenga una motivación oscura, pero siempre humanizarlo mucho.
¿Qué te pasa con el mote de galán?
Es un halago, pero en muchos casos se asocia a algo puramente físico, y desde luego me gustaría poder demostrar mi talento desde otro lugar. Dicho esto, vamos, ¡ojalá dentro de cuarenta años se me recuerde junto con los galanes de Hollywood!
En la línea de los desafíos, ¿podés contar algo de Explota, explota, la peli que acaba de estrenar? ¿Cómo fue eso?
En Explota, explota, mi personaje es un tipo bastante virgen, desde la sexualidad hasta un poco en el ámbito social. Es un tipo muy pudoroso que canta y baila muy mal. La película me parece una maravilla, es muy entretenida y muy divertida y de verdad que los hits de Rafaela Carrá levantan a todo el mundo, porque todos hemos crecido con ellos. A mí gusta muchísimo bailar, no soy un gran bailarín, pero me la paso muy bien bailando con mis amigos, me encanta expresarme con el baile.
¿Qué hacés cuando no trabajás?
La verdad es que entiendo las pausas entre trabajos como momentos perfectos para descansar, estar con mi familia y mis amigos y aprovechar el tiempo, porque es verdad que cuando estás rodando normalmente estás bastante secuestrado, no tienes mucho tiempo libre y además sueles estar bastante cansado, o al menos yo. Entonces aprovecho para viajar; por ejemplo, mi hermana vive en NY, viajo bastante para ver a mis sobrinos. Me encanta descubrir países nuevos, y cuando estoy en Madrid, pues me encanta estar con mis amigos de cervezas en una terraza, salir a bailar. E ir al cine es una cosa que disfruto mucho y que hago semanalmente.
Qué suertudo, acá por meses no se pudo ir al cine... ¿Allá cómo están las cosas en términos pandémicos?
Al día de hoy, yo llevo yendo al cine meses, y realmente está bonito estar, aunque mucha gente le ha cogido el miedo y no sale, pero aquí la situación empieza a ser mejor por el tema de la vacunación, sobre todo, se está notando mucho y también es mucho más liviano para la cabeza, porque fue una situación pesada.
Las producciones españolas están viviendo un boom en los últimos 5 o 6 años. ¿Cómo lo ves y cómo te ubicás en este escenario?
Lo maravilloso de todo lo que está ocurriendo con el boom español es que de un día para otro te cambia todo; por ejemplo, desde La casa de papel hasta Élite, talentos españoles a los que ayer no conocía absolutamente nadie y que no habían trabajado en su vida, en cuestión de tres meses se han vuelto estrellas. Esto es una gran oportunidad y creo que cada uno tiene que ser responsable y hacer su trabajo lo mejor posible. Los éxitos como actor no solo se pueden medir con la repercusión mediática o con las redes sociales, hay que escaparse de ese fantasma porque a veces puede intoxicarnos. Es un boom perfecto para buscarte un hueco en esta industria, que es bastante salvaje. Y yo estoy feliz, porque gracias a las plataformas, que antes te vieran solo tres o cuatro millones de personas de tu país y ahora te estén viendo en ciento noventa y cinco países, pues imagínate la diferencia. Es muy sexy hacer el trabajo así. Y utilizo la palabra sexy porque realmente me seduce, me seduce que mañana puede pasar cualquier cosa, que de repente esté haciendo unos castings para proyectos que nunca he pensado.
¿Qué conocés del cine argentino, hay alguien con quien te gustaría trabajar?
Me encantó El Ángel y a raíz de ahí empecé a meterme en el mundo de Luis Ortega, y es una persona con la que me gustaría trabajar ahí en Argentina. También me gusta el cine de Campanella. Tienen una industria que me vuelve loco, he estado en Buenos Aires y llevo tres años –como decimos aquí– “echándome los trastos”, que es como seduciéndonos un poco, intentando encontrar el lugar, y espero pronto poder trabajar ahí. Me seduce la Argentina como país y me gustaría pasar una temporada ahí.
¿Tuviste algún aprendizaje o revelación con la pandemia?
Yo llevo una vida en la que convivo con la soledad, porque, este es un trabajo en el que estás siempre con mucha gente, pero también hay muchos momentos de soledad, de viajes. Sé gestionar bastante bien la soledad, aunque entiendo que para mucha gente ha sido un reto estar confinada y sola. A mí el virus me ha dejado con algunas secuelas que, para mi edad, con treinta y dos años, nunca pensé que fuera a llegar a un nivel de vulnerabilidad tan grande. Hoy estoy feliz porque veo el final más cerca, pero el gran aprendizaje sería: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” en cuanto a todo. Creo que hay que perder ciertas convenciones sociales, ciertos miedos, hay que decir mucho más “te quiero” y hay que expresarse mucho más y sin miedo a mostrarse vulnerable. Todo esto nos ha hecho más sensibles también, creo que ha humanizado a bastante gente y me alegro por ello. •
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