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La difícil tarea de no comparar a los hijos




La semana pasada fue de mucho aprendizaje a nivel personal. Ya estoy de 28 semanas, entrando en el último trimestre de embarazo y por suerte me siento muy bien. Me acuerdo que con Julieta el tercer trimestre fue de mucha ansiedad, tenía muchas ganas de que nazca y tachaba los días que me faltaban para estar con ella. Ansiaba parir, dar la teta, conocer su cara y que se invada toda nuestra casa de olor a bebé. En ese momento yo estaba con reposo, porque Juli era muy chiquita y necesitábamos que crezca, y yo dormía fatal y los días se me hacían de goma.
Hoy estoy de 28.4 semanas, la panza no me pesa, me siento ágil, con muchos proyectos pendientes y plena con el embarazo. De hecho, les confieso que podría seguir embarazada muchos meses más. Me imagino tanto más fácil la vida con Camilo en la panza que afuera. Ya sé que después todo se acomoda, pero todavía no siento ansiedad porque llegue “el día”, sino todo lo contrario.
Lo cierto es que esta semana aprendí que Camilo no es Julieta, que este embarazo no es el anterior e incluso yo no soy la misma (esto último ya lo sabía). Sé que cada hijo es distinto pero me es imposible no comparar. Incluso, el afuera nos hace contrastes a cada rato: “¿Estás más flaca que con Julieta no?”, “¿Puede ser que en el otro embarazo tenías la panza más grande?”, “¿Todavía no preparaste nada? Hace dos años ya tenías hasta las sábanas puestas”, “Estás más linda que con Julieta, debe ser porque es hombre”
Camilo 1011 gramos de felicidad en movimiento. 28 semanas de embarazo

Camilo 1011 gramos de felicidad en movimiento. 28 semanas de embarazo

Hace unos meses les conté que este embarazo decidimos cambiar de obstetra (Les dejo: “En busca de un obstetra que no me quiera mandar a cesárea porque sí ”). Estamos con un equipo muy respetuoso de los tiempos fisiológicos mamá-bebé, un equipo que apuesta al parto después de cesárea, que confía en las bondades de la hora sagrada, que no apura y no pretende. Solo empodera y acompaña.
La semana pasada tuve control y después de charlar, revisarme y encontrarme bien, me dijo: "Nos vemos en un mes, para la próxima no necesito pedirte nada, la otra ecografía es recién en la semana 32". Y ahí, yo, que hasta ese momento venía muy tranquila, no pude confiar (ni en su profesionalismo, ni en Camilo ni en mí) y pedí: "¿No puede haber una eco antes?" (por ahora solo me hice tres ecos: semana 7, 12 y 22, todas 10 puntos). Y cuando él me preguntó por qué yo puse play: "Porque estoy justo de 27.5 semanas y fue cuando Julieta tuvo el retraso de crecimiento".
Ahí él me miró amorsamente y me dijo "Debbie, este embarazo es distinto, el cordón es distinto, tu panza tiene un buen tamaño y no tiene por qué haber una complicación. Igual, la prioridad es que vos te quedes tranquila así que hagamos la eco".
El viernes nos hicimos la eco y todo estaba perfecto. 1011gm de felicidad en movimiento. Todos los valores normales, nada de qué preocuparse.
Camilo no es Julieta y eso está buenísimo. Está buenísimo ahora, con la tranquilidad que me deja la eco y después con otras cosas que vayan ocurriendo. Y no hablo sólo en términos positivos o negativos, incluso con las cosas poco felices que vayan ocurriendo (la vida misma) está buenísimo entender que ellos son distintos.
Tendrán distinto carácter, deseos, sueños, ambiciones, personalidades y amistades. Tendrán distintos tiempos de crecimiento y creo que una de las cosas más difíciles de la maternidad es no comparar (qué importa quién se sienta primero, come mejor, se saca peores calificaciones, es más sociable o disfruta más el deporte). El gran desafío es no depositar nuestras expectativas en ellos, darles alas y acompañarlos en su vuelo, sin poner piso, sin poner techo.
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¿Les pasó de comparar los dos embarazos? ¿Cómo viven la maternidad por 2 o por 3 las que tienen más de un hijo?
Recuerden que me pueden enviar consultas sobre crianza o lactancia a crianzaentribuok@gmail.com el viernes vamos a contestar algunas de las dudas que fueron llegando.
Debbie

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