Rosario es fresca, cultural, colorida, amigable por su tamaño justo. Su alma de ciudad y río te invita a recorrerla a pie con unas buenas zapas, en bicis públicas y otros transportes para explorar lugares más alejados, como el barrio Fisherton en el límite oeste de la ciudad o la zona de La Florida en el extremo norte. Si te animás, cargá los rollers en la mochila porque patinar los kilómetros de la costanera central desde el parque España hasta Puerto Norte, sobre la barranca del Paraná, con la vista del puente Rosario-Victoria, es una experiencia inolvidable.
Con la llegada de la primavera asoma un renacer paulatino de varias actividades, y luego de los primeros meses de cuarentena estricta la ciudad revela una nueva cara en la que se conjugan nuevos hábitos de barbijo y estrictos protocolos (que hay que chequear diariamente, porque pueden cambiar) en restaurantes, bares, parques y lugares de esparcimiento público, mezclados con la vibra y la idiosincrasia de siempre.
Bonito Comedor. Restaurante a puertas cerradas
Las mesas de Bonito te dan la sensación de comer en el campo. - Créditos: Lucas Sanz.
En el barrio Fisherton, justo en el límite donde termina Rosario y empieza Funes, se esconde este antiguo stud transformado en un lugar para comer con calma ya que no hay recambio, lo que permite una sobremesa larga. Es ideal para los mediodías de primavera, porque sus mesas sobre el pasto te invitan a descalzarte.
Bonito no podría haberse llamado de otra manera. Todo allí es bonito: sus rinconcitos plagados de color y de detalles con reminiscencias campestres. Nano, su cocinero, dice que en la cocina le gusta jugar, y eso se nota. Sirve un menú sorpresa en varios pasos, que incluye postre. Entregate a la experiencia de sabores, olores y colores..., todo fluye como una melodía armoniosa. Y si te sorprende la tardecita, quedate: ver caer el sol sobre el horizonte es soñado.
El dato: se manejan como restaurante a puertas cerradas con reserva (no solo por protocolo covid). Si sos vegetariana o celíaca, avisá cuando hagas la reserva. El promedio por persona es de $1200 incluyendo la bebida.
Plus: podés llevarte tu botella de vino y solamente pagás el descorche.
Dónde: en av. Schwitzer y Aviador Gatti, desde las 12.30 en adelante.
El jardín de Al Volo se llena las tardes de sol. - Créditos: Lucas Sanz.
Es un buen mix de casa de té, panadería y bar con onda. Adentro la deco romántica te invita al cafecito o a una rica taza de té. Ideal para acompañar con las minitortas ($265, la Tofi de chocolate blanco y la de maracuyá se llevan todos los aplausos). Afuera es bullicioso, divertido. Da para todo: familias, amigos, parejas. En la temporada de verano también se suma la barra de tragos. Y la música siempre dice presente.
El dato: te recomiendo el desayuno con el pan de semillas y mermeladas caseras elaboradas con frutas de estación.
Plus: antes de la cuarentena, hacían una feria mensual con objetos, ropa y deco.
Dónde: solo con reserva previa en Schweitzer 9020 Bis, de 7 a 20.
Bigba. Bar y cosas lindas
Muy instagrameable: el famoso huevo nube de Bigba café. - Créditos: Lucas Sanz.
En Bigba cada objeto te invita a algo más, te interpela, te provoca. Y eso es lo que Lucrecia, su dueña, quiere lograr. Con un rincón de libros para curiosear, barra lúdica, música de su playlist (Spotify: Bigbanesca) y productos de emprendedores locales, vale la pena la experiencia. En una esquina de barrio, donde se respira la calma de las calles sin autos, con deco setentosa, tazas de cerámica hechas a mano y mesitas en la vereda.
El dato: su clásico huevo nube es la estrella del lugar, ideal para un brunch. Pan bagel con rodajas de palta, mozzarella y el huevo como protagonista.
Plus: es pet-friendly.
Dónde: en Alsina 302, de jueves a domingo, de 10 a 15.
Rosario es la capital nacional del helado artesanal, con más de 70 fábricas propias. - Créditos: Lucas Sanz.
Rosario es famosa por la cantidad y calidad de sus heladerías artesanales. Hay miles, y aparte está Bocha. Las pizarras negras te zambullen en sabores inesperados: calabaza encantada, explosión cítrica (4 cítricos juntos), pomelo salvaje (pomelo y gin La Salvaje), sambayón con malbec, sésamo negro, remolacha, ricota con membrillo (¡es lo más!), chocolate con oliva y sal, palta con banana y la lista sigue... Sabores raros, pero empáticos al paladar. El colaboracionismo es otro de sus valores; en Navidad crearon el gusto Pan Dulce junto con la panadería Manhattan, de la esquina. También hacen gustos por un día, hasta agotarse (por ejemplo, el 1° de agosto pasado lanzaron "Pachamama" por el Día de la Tierra).
El dato: su último hit es el helado de turrón de Quaker, imperdible, en conjunto con Belgrano Café (@belgranocafe), que aportó la receta de su abuela.
Plus: hay varios gustos para veganos. Utilizan solo productos orgánicos y frutas de estación.
Dónde: en Paraguay 412, de lunes a domingo, de 17 a 21.
La costanera rosarina es imperdible. Sus casi 12 kilómetros de ribera la convierten en un disfrute asegurado. En la costanera central, desde el parque Urquiza, pasando por el Monumento Nacional a la Bandera, el parque España con sus escalinatas imponentes y, más allá, llegando a los silos de colores y terminando en Puerto Norte. Los barcitos de cara al río abundan, con múltiples opciones para desayunar, almorzar o merendar. Puerto Norte ofrece un recorrido gastronómico y de algunos negocios de ropa y deco con unas vistas imponentes y el famoso hotel cinco estrellas construido dentro de un antiguo silo reciclado.
Salir a navegar
Las lanchas públicas salen desde el muelle de Rambla Catalunya, junto a la entrada sur del balneario La Florida. El protocolo de cruce impone distanciamiento con el uso del 50% de capacidad de la embarcación, barbijo, solución sanitizante y alcohol en gel.
Hay dos opciones para ir: la costa de enfrente, en la isla La Invernada, adonde se llega en pocos minutos por $250 (@taxinauticokm429), o el Paraná Viejo a 20 minutos de navegación, por $450 (@fedetaxinautico). Las playas del balneario La Florida, del lado rosarino, continúan cerradas al público, pero se puede ingresar los sábados, solo para las salidas de SUP (@indiapadlesurf; clase de 90 min, $1000) y kayak.
Volver al aire libre. El círculo del respeto
La llamada Calle Recreativa sigue suspendida, pero desde principios de julio se implementaron caminatas con corte de calles los domingos, de 13.30 a 17.30. En esos kilómetros de la costanera central que van desde el barquito de papel hasta la calle Rioja podés aprovechar para ponerte alguna joggineta cómoda y aprovechar el aire libre. Todo vale: footing, running, rollers, skate, bicis y más para devorarte la panorámica de ciudad y río, que es imponente. La lonita con el termo también son una buena opción. Eso sí: tenés que ubicarte dentro del "círculo del respeto" (círculos pintados sobre el césped para garantizar el distanciamiento social). Igual chequeá la info actualizada día a día en www.rosario.gob.ar
Esenio. Restó y take-away veggie
Esenio y su fachada NY style. - Créditos: Lucas Sanz.
Entrar a Esenio es entrar en slow, el jazz como música de fondo te zambulle en su estilo neoyorquino de cortinados e imponente luminaria. Los dueños, Alexia y su marido, Mariano, son amor y paz. Esenio es comida honesta para llevar en plan take-away o para comer ahí, y ofrece platos 100% vegetarianos, es un concepto apoyado en el ayurveda, sin conservantes ni aditivos químicos. La clave es la búsqueda del equilibrio: crudo y cocido, tradicional y étnico, al vapor y al horno, vegetales, cereales y proteínas en un mismo plato. Las cartas son fijas y tienen 18 opciones diarias. Sus clásicos son la veggie burger ($320) y las albóndigas fit de ricota y zanahoria Balls of Fire ($260). ¡Las pepas de membrillo sin gluten son deliciosas!
El dato: lo que les quedó del día anterior lo liquidan al 50%.
A La Serena llegás por un caminito como si estuvieses en Cariló. Te reciben los aromas, la música suave, el piso de ladrillos. Encontrás ropa urbana, simple, con detalles, muy ponible. La deco combina a la perfección lo romántico con lo rústico. Si te gustan las cositas lindas, vas a flashear ahí. Los objetos son de buen gusto, desde lámparas divinas de colgar y de pie, canastos gigantes y almohadones hasta velas de soja, sujetamanteles y jabones en unas cajas súper románticas.
El dato: tienen aromas soñados en los sachets perfumados para poner en cajones o en la cartera ($280).
Plus: no te pierdas el globo terráqueo romántico que hay en el local, muy estilo Alicia en el País de las Maravillas.
Dónde: en Schweitzer 9027, de lunes a sábado, de 10 a 13 y de 16 a 19.
En Anémona encontrás dos prendas clave de la cuarentena: pijamas y tapabocas. - Créditos: Lucas Sanz.
En una casona antigua en pleno centro rosarino, se ubica esta boutique atendida por sus dueñas. Con estilo romántico bohemio, líneas muy simples y clásicas, es ideal si querés ir pensando en un outfit más arriba. También cuentan con una línea más urbana, pero su fuerte son los vestidos de fiesta. Tienen unos pijamas y batas de sedas estampadas que son hermosos. Es de esas tiendas de ropa en las que te querés probar de todo.
El dato: los tapabocas son "el nuevo accesorio", de seda, con estampas únicas de flores. Engaman perfecto para fiestas ($590). Hacen envíos a todo el país.
Plus: en temporada de verano incorporan unos trajes de baño divinos.
De martes a domingo de 9 a 20 y también los feriados, funciona el tradicional Mercado del Patio, que es un paseo de tiendas con productos orgánicos y para celíacos, verdulerías con productos agroecológicos, pescaderías y casas especializadas en tés.
El local de Biomercado vende productos realizados por emprendedores de la economía local rosarina. También hay barcitos, heladerías, puestos con kokedamas, lucky bamboos y aromáticas para armar tu propia huerta(@yoamomiskokedamas).
Vale la pena: en Campos Deli (@camposdelirosario) conseguís todo suelto, desde semillas, legumbres o frutos secos hasta una gran variedad de especias y productos gourmet.
La mayoría de los bares reabrió sus puertas a principios de junio, todos los días de 7 a 23. Pero algunas cosas cambiaron (hay que estar atentas, porque los protocolos pueden modificarse de un día para el otro). Ahora es indispensable hacer una reserva previa y con datos personales de los clientes, las mesas y barras deben estar ocupadas al 50% de la capacidad del lugar y no se puede circular dentro del bar. Además del barbijo y el alcohol en gel, obvio.
Hoy el día termina temprano, cuando antes Rosario prácticamente no dormía. A las once de la noche ya avisan la última ronda y, media hora más tarde, a pagar la cuenta. Así lo exigen los nuevos hábitos covid y, al menos por un tiempo, así será la movida nocturna. Pero eso no impide llenar las copas en los bares...
Hunter. Restó y tragos
Los bares están habilitados a trabajar solo con reservas, en horario especial y con las medidas de seguridad para el personal. - Créditos: Lucas Sanz.
Entrar a Hunter es entrar a la experiencia de buena música house, los mejores tragos y Julián Matar luciéndose en la cocina con una carta variada de exquisiteces; si vas a cenar, te recomiendo los sorrentinos de brócoli, oliva y mozzarella con aceite de hongos, tomates cherry y rúcula. Deliciosos.
En su impresionante barra con luces suaves, la oferta de 65 etiquetas de gin y la coctelería de autor te aseguran el disfrute. No te pierdas el Bosque Patagónico ($550).
En Hunter también las costumbres cambiaron: antes, los viernes y sábados, un DJ musicalizaba y se armaba la movida típica de la zona de Pichincha. Pero para eso habrá que esperar un poco más.
El dato: reservá con dos semanas de anticipación para asegurarte el lugar.
Siempre terraza, más cuando empieza el calorcito, - Créditos: Lucas Sanz.
Si pensaste que ya ningún rooftop te podía sorprender, todavía no fuiste a Asgardian. Es, por lejos, la mejor terraza de la ciudad. No tanto por la vista de alrededor, que, al estar en el segundo piso de una casa antigua reciclada, muestra el típico paisaje urbano. Sino porque subir a la terraza de Asgardian te transporta a un lugar mágico, irreal, crea un clima soñado con la música, las tiras de luces colgando, el deck de madera en desniveles y muchas, pero muchas plantas. Tiene rinconcitos con historias escondidas. El ensueño lo corona un foodtruck de los antiguos Volkswagen ¡ahí mismo! Te recomiendo empezar temprano así ves la puesta de sol en plena ciudad y te dejás sorprender por el crepúsculo mientras te tomás unas birras con amigos con la versión de hamburguesa veggie, que es un espectáculo ($390). Si sos más de los tragos, entregate al arte que Virginia López, la bartender, despliega en cada trago de autor: Fizz, Corona La Terraza y la N° 7..., ¡tre-men-dos! ($290).
El dato: de 18 a 20 hay happy hour para hacer "after homeoffice".
Plus: tienen la carta por código QR así la escaneás con el celu, sin contacto.
El boulevard Oroño da para todo: rodeado de palmeras añosas y casonas señoriales, desde la calle Montevideo hasta el río son aproximadamente 15 cuadras en cuyo cantero central vas a ver una postal de lo más variada. Desde personas en rollers, skates, bicis o monopatín hasta gente haciendo running, caminata o paseando cochecitos de bebés.
Cuanto más te acercás al río, la onda va cambiando porque entrás a la zona de Pichincha, el barrio más palermitano de Rosario, con bares, heladerías y pubs para elegir. De día o de noche, pasear por Oroño es una buena opción.
Más bares para conocer
Si la movida rosarina te atrapa, podés salir cada vez a un spot distinto. A la altura del barquito de papel de la costanera, dejá que la vereda te lleve un poco más hasta el paseo de bares en Puerto Norte. Dos lugares que valen la pena: el hotel de los silos con su restaurante Fausta (@faustacocina) en el quinto piso (¡la vista es soñada!) y, en el subsuelo, Dashi (@dashipuertonorte), ideal para almorzar sushi en su terraza literalmente colgada del Paraná.
Otros bares para destacar son: 105 bar (@105barok), con su coctelería de autor, y Chinchibira (@chinchibirabar). Y para los amantes de la cerveza, Antares tiene parador propio (@paradorantaresrosario).
Nuestra cronista
Liza Martinez Prieto es licenciada en Comunicación Social , periodista y escritora. Ama leer y escribir, tiene su blog, @oximoronescribe, y dicta talleres de lectura. Luego de vivir varios años en Buenos Aires, volvió a su querida Rosario y conoce todos sus rincones. Actualmente está escribiendo su primer libro, Historias de maternidad, el lado B, que se compone de breves relatos de ficción.