Cuando los padres dan a luz, especialmente los primerizos, se tienen que acomodar a un nuevo orden de prioridades en sus vidas. Si bien el amor incondicional hacia el hijo es la herramienta fundamental para comenzar los pasos hacia una crianza adecuada, muchas veces los temores, las inseguridades, la falta de experiencia y los comentarios de terceros hacen que, por momentos, el rol de ser padres pueda confundirte y hacerte dudar. ¿Estaremos haciendo bien las cosas con nuestro bebé?
Para despejar cierta dosis de angustia podés incorporar una de serie de rutinas, a partir de los seis meses del bebé, cuando ya es posible ir marcándole pautas relativas a la rutina del sueño y de la higiene.
Los dentistas te aconsejan que hasta los 8 años tenés que supervisar el cepillado de dientes, pero el hábito lo adquieren desde el jardín. Foto Corbis.
"Las rutinas son los esquemas, usos, patrones o hábitos, y el modo en que se realizan, que cada familia establece para su vida cotidiana. Pueden involucrarlos a todos los integrantes o sólo a algunos de ellos, aunque son reconocidas por todos. Existen algunas que son impuestas casi intuitivamente y suelen responder a situaciones de sentido común o necesidades personales como el cómo dormir y a qué hora. Otras que son evaluadas por los adultos y seleccionadas para ser aplicadas con sus hijos como puede ser un menú semanal que involucre variedad de platos según el día que se trate", explica Flavia Tomaello, escritora, ensayista, periodista y autora del libro Rutinas felices.
Los cuatro desafíos
Algunos de los hábitos que recomienda el libro Rutinas felices:
Con la compañía del adulto es más gratificante incorporar hábitos de estudio en los primeros años del cole. Foto Corbis
- Manejo de tiempo: sugiriendo organizaciones horarias claras, no necesariamente comprendidas por el niño en un comienzo, pero que irán filtrándose en su cotidianeidad sin estar forzado.
- Practicá no gritar. Ni padres, ni hijos. Se establece, de este modo, una forma de vincularse con el mundo que da espacio para al diálogo.
- Autonomía: incitar al niño a hacerse cargo de manera independiente de las cosas a medida que crece y de acuerdo a sus posibilidades, siempre confiando en que él puede.
- Orden: es una capacidad que, en ocasiones, es natural a la personalidad de cada uno, pero en otros se cultiva.
Ventajas de incorporar hábitos
A los seis meses ya puede usar la cuchara y empezar aprender cómo es eso de comer solito. Foto Corbis.
"A los pocos meses de que nació Sofía empezamos con mi marido a armar un esquema de siestas para que ella se vaya acostumbrando a los horarios. A veces nos quedamos sin salir los fines de semana a la tarde porque ella dormía y no la queríamos despertar, pero ahora vemos que los tres nos acomodamos muy bien a ese esquema", cuenta Analía, su mamá.
Los especialistas explican que cuando el niño poco a poco suma aprendizajes en los pequeños hechos diarios, también va adquiriendo autonomía y eso sirve para ayudar a progresar en su crianza: los padres se van desentendiendo de ciertos temas en lo minucioso porque ya han hecho el trabajo necesario como para que el niño se desenvuelva sin su permanente asistencia o presencia.
"Un punto extra es que las rutinas permiten organización general en el hogar: es posible planificar con antelación lo que vendrá, preparar lo necesario, evitar imprevistos en aquellos temas previsibles. También dan coherencia al día a día. Los padres se convierten en más fuertes ante la imagen del niño cuando mantienen ciertos esquemas con solidez. Ese respaldo que da la mirada de los niños a esa conducta los hace más seguros", apunta Tomaello.
El cuento antes de dormir, un contexto para el diálogo y el encuentro al final del día. Foto Corbis
Las rutinas suelen venir de la mano de los límites. Para eso es fundamental lograr un acuerdo en la pareja para establecer esos comportamientos a cumplir por los niños si caen en los dobles discursos para evitar confusiones. ¿Cuál es la clave para llevar adelante ese progreso? "La clave de las rutinas es mantenerlas con firmeza y sin retroceder. Esto es: repetir el mismo horario y orden día a día. No dudar ante la negativa del niño. Si se presenta alguna excepción, por ejemplo, un compromiso a la hora habitual del baño, estar dispuestos a tal flexibilidad pero retomar la rutina al otro día", responde Marisa Russomando, Psicóloga especialista en Crianza y autora del libro Rutinas desde los pañales.
Es importante trabajar la incorporación de rutinas desde los primeros tiempos porque ellas son la base de una crianza saludable y disfrutable, tanto para los pequeños como para los padres.
¿Cómo te sentís con respecto a las rutinas familiares? ¿Te tranquilizan o te aburren? ¿Podés implementarlas fácilmente con los más chiquitos?
Libros:
Rutinas desde los pañales, Marisa Russomando, Editorial Urano