Los elefantes viven en un matriarcado liderado por la hembra con más edad y experiencia. Viven, en promedio, 76 años - Créditos: OHLALÁ!
Si alguien me hubiera dicho que a mis 28 años iba a vivir la película El rey león en carne propia, me hubiera reído de ese sueño infantil. Pero pasó, y ese sueño fue una realidad de una dimensión tan grande y arrolladora que mientras escribo estas palabras vuelvo a esas imágenes y recuerdos y me emociono, me da un no sé qué en la panza.
Siempre me gustaron los animales. De chica amaba ir al zoológico y darles de comer, tocarles el lomo a través del alambrado y quedarme con su olor durante el resto del día. Con esta debilidad casi maternal, no tenía duda de que algún día iría a verlos en su hábitat natural, sin jaulas.
Unos babuinos se nos acercaron al jeep - Créditos: OHLALÁ! Gentileza Sofi Edelstein.
Por eso, cuando pensamos con mi marido en nuestra luna de miel, decidimos en un instante que sería en África. No sabíamos en qué parte del continente, pero sí sabíamos que queríamos una aventura para recordar toda la vida.
Cuando pensamos con mi marido en nuestra luna de miel, decidimos en un instante que sería en África - Créditos: OHLALÁ!
Investigamos online y offline, y la mayoría coincidía en que Tanzania era el mejor destino para lo que buscábamos. No sabía nada de este país, pero, Google de por medio, me enteré de que sus tierras habían inspirado el clásico de Disney que tanto me había marcado de chica. Mi reacción fue inmediata: Tanzania, allá voy.
El safari y los “cinco grandes”
La clave para ver muchos animales: ¡madrugar! - Créditos: Gentileza de Revista Lugares.
El primer día del viaje fuimos al parque naciona l Lago Manyara. El saludo de bienvenida nos llegó cuando una manada de babuinos trepó al capó del auto. Estaban hipnotizados por las bananas que teníamos atrás del parabrisas.
Seguimos viaje y la ansiedad era tangible. Queríamos ver los “cinco grandes”: el leopardo, el león, el elefante, el búfalo y el rinoceronte. Y no se hicieron esperar. Ahí nomás, entre claros y matorrales, aparecieron unos elefantes pastando. La sensación de verlos tan cerca y tan libres me emocionó.
Queríamos ver los “cinco grandes”: el leopardo, el león, el elefante, el búfalo y el rinoceronte - Créditos: Gentileza de Revista Lugares.
El safari continuó con más vistas espectaculares: encontramos antílopes, cebras, jirafas, jabalíes y flamencos levantando vuelo al ras del agua. También vimos hipopótamos desde un mirador, único lugar habilitado para observar afuera de la camioneta. La sensación de no tener la seguridad del auto y estar a merced de cualquier depredador fue de una vulnerabilidad total que nunca antes había sentido. Al fin y al cabo, nuestras reglas no existían, sino las de la selva.
Cráter Ngorongoro
A la noche se escuchan los rugidos de los leones como si estuvieran al lado de la carpa - Créditos: Gentileza de Revista Lugares.
Este lugar es una enorme caldera volcánica que contiene más de 25.000 animales grandes, la mayor concentración en África. Se formó hace tres millones de años con la erupción explosiva y el siguiente colapso de un volcán. Hoy es Patrimonio de la Humanidad y un santuario de fauna y flora muchas veces referido como “la octava maravilla del mundo”. Y, dato asombroso, es el único lugar donde humanos –los maasai– y animales conviven en armonía.
El cráter prometía y cumplió: vi leones tan de cerca que podría haberlos tocado con la mano. Se acercaban a las camionetas buscando sombra y recostaban la cabeza en el pedestal, en una actitud casi doméstica.
Serengeti
Los últimos días los pasamos en el parque nacional Serengeti, que, en el podio de los safaris, se llevó el oro, y por lejos. No solo es hogar de una biodiversidad tremenda, sino que el paisaje quita el aliento: las llanuras infinitas, las rocas de las que podría haberse asomado Mufasa, las acacias recortadas contra el cielo y el horizonte árido formaban una imagen irreal que pronto mutó para mostrar un fenómeno único: la “Gran Migración”. Un millón y medio de ñus, gacelas y cebras pasaban por la zona, siguiendo las lluvias para alimentarse, reproducirse y morir. El “círculo de la vida” perfecto.
Créditos: Gentileza de Revista Lugares.
Fue ahí, en el Serengeti, donde fui cómplice de un episodio increíble. Lo anticipó nuestro guía: “Acá va a pasar algo”, dijo profético. Había dos leones y, más lejos, una manada de ñus. Y pasó: la leona se acercó sigilosa pero rápida a uno de ellos y en tres impresionantes segundos se lanzó de un salto hacia él. El ñu, desprevenido, no logró reaccionar. La leona lo arrastró y desapareció entre los matorrales. Fue tan espectacular como una escena de NatGeo.
La cultura maasai
Con el staff del hotel, que nos preparaba una vianda para comer durante el safari. Siempre hay una zona de pícnic donde podés estirar las piernas después de los trayectos largos - Créditos: OHLALÁ! Gentileza Sofi Edelstein.
Los maasai son una de las tribus más conocidas del este africano. Seminómades, viven en el norte de Tanzania y en el sur de Kenia. Se los reconoce por sus túnicas y vestidos coloridos y los bastones con los que cuidan sus vacas, que son su fuente de ingresos. Viven en un sistema patriarcal polígamo en el que los hombres se dedican a la comercialización del ganado y las mujeres a la construcción de las viviendas y las tareas domésticas.
Camping en medio de la sabana
A la noche en la carpa, nos quedamos paralizados, escuchando cómo los animales caminaban y olfateaban alrededor nuestro. A la mañana, supimos que habían sido hienas. - Créditos: OHLALÁ! Gentileza Sofi Edelstein.
Hacia el fin del viaje dormimos en un campamento dentro del Serengeti, en medio de la sabana. La primera noche nos sentamos frente a un fogón y yo estaba muy nerviosa: no veía medidas de seguridad, ningún guardia, solo la oscuridad profunda. Cuando nos fuimos a dormir, empezó la fiesta: me desperté a la medianoche con ruidos afuera de la carpa. Abrí los ojos, tensa. Mi marido se movió intranquilo y nos quedamos paralizados, escuchando cómo los animales caminaban y olfateaban alrededor nuestro. A la mañana, supimos que habían sido hienas.
Esas noches fueron un cóctel de adrenalina y magia, el final ideal para una aventura que me conectó con el mundo en su estado más primitivo, una experiencia que me va a acompañar toda la vida.
Zoom al mapa
Créditos: OHLALÁ! Gentileza Sofi Edelstein.
Tanzania está ubicada sobre la costa este del continente africano, justo abajo del Ecuador. Su geografía de planicies, relieves e islas es única, tanto por el famoso monte Kilimanjaro como por el lago Tanganika, el segundo más profundo del mundo. Pero lo que más se destaca es que un cuarto de todo el territorio tanzano forma una red súper extensa de reservas, parques nacionales y áreas de conservación. Entre ellos se encuentran el lago Manyara, el cráter Ngorongoro y el parque nacional Serengeti.
¿Qué hay que saber antes de viajar?
Los búfalos y elefantes viejos eligen los pantanos para alimentarse, porque sus dientes solo pueden masticar los pastos blandos - Créditos: OHLALÁ! Gentileza Sofi Edelstein.
1. La estación seca, de junio a octubre, asegura el mejor clima, pero también más turistas. Fin de año es una buena época para ir porque las lluvias son cortas y hay poca gente.
2. Empacá ropa de mangas largas, sombrero, repelente contra mosquitos, anteojos de sol, largavistas, piloto y cámara de fotos.
3. Vacunate contra la fiebre amarilla.
4. Tanzania te exige una visa para ingresar, que se obtiene por US$50 en el aeropuerto de llegada.
5. Llevá tarjetas de crédito y dólares, para pagar las entradas a los parques, propinas y otros extras.
6. Contratá los traslados, idealmente, todos a cargo del mismo guía; te simplifica mucho el viaje.
7. Ir con un guía es súper importante para encontrar los animales entre bosques y pastizales •