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Citas: esta es la razón de por qué es clave confiar en la intuición

Si bien todos estamos acostumbrados al "Me rompió el corazón", ¿qué me decís si te cuento que en una noche de amor fugaz, me caí y me corté la frente?


Una cita fallida que -casi- termina en la guardia de una clínica.

Una cita fallida que -casi- termina en la guardia de una clínica. - Créditos: Getty



Como saben, soy +30 y, la verdad, es por eso que muchas veces prefiero conocer a alguien de manera analógica. O sea, en un bar o boliche, o que me lo presente alguien. Porque -seamos honestas- en las apps se puede chamuyar un poco nuestra apariencia y si todas y todos ponemos nuestra mejor foto, con nuestro mejor perfil, donde estamos re pipí cucú. PERO, conocer primero en persona a alguien no es seguridad de nada.

Hace unos cinco meses me tocó ir a un evento de una app de citas por trabajo. La verdad no estaba muy segura, pero al ser la única soltera del equipo mis compañeras me insistieron y bueno, no me quedaron muchas opciones. Fui. Ahí conocí a Nahuel. ¿Querés saber cómo fue? Breve. Yo estaba en la fila para la barra, me empezó a hablar ahí y cuando le dije que me tenía que ir con mis amigas me dice: “Bueno, pero dame un beso antes de irte”. O-K. Chape fugaz, intercambio de instagrams y nos vimos.

El primer mensaje no tardó en llegar. Literalmente a las dos horas de irme del evento lo tenía escribiéndome. Me cayó bárbaro el pibe. Me hacía reír y me parecía re culto. Al día siguiente ya estábamos organizando para vernos en formato cita y obvio que acepté. El pibe me parecía re fachero. En la fiesta estaba bien vestido, con una onda que me copaba y el chape había estado bueno. Así que cuando me invitó a tomar algo ni lo dudé.

Fuimos a tomar algo cerca de mi casa y no te voy a mentir. Nos la pasamos chapando. Decí que no me animo a garchar en la primera cita, porque la verdad que re estaba para esa. Y bueno… PA QUÉ ME INVITAN.

Como nos fue TAN bien en esa primera cita, coordinamos para un segundo encuentro ya en su casa. 
Hacía mucho tiempo que yo no tenía relaciones y la verdad estaba muy nerviosa. Pensé milimétricamente cada detalle para prepararme. ¿Qué me pongo? ¿Me depilo todo? ¿Me compro una tanga nueva? Le dí mil vueltas, me reeee preparé. Y una a veces espera que del otro lado pase lo mismo. Qué se yo, en realidad no es que lo pensás literalmente, medio que lo das por sentado.

Yo fui mega diosa y Nahuel me recibió en su depto con una malla floreada y agujereada, una camisa que obviamente no combinaba con la malla y (atención) unas pantuflas estampadas con la cara del chabón de Peaky Blinders. Primero y principal: ¿¡quién carajos se compra unas pantuflas así?! ¿Tan fanático sos? Y segundo lo obvio: flaco, estás recibiendo a una mina re diosa en tu casa, no te pido que estés de traje, es tu casa. Pero mínimo no se, zapatillas, no pantuflas.

 

Como ya estaba ahí me mentalicé para que esos detalles que me parecían medio desastrosos no me la bajaran. Así que neutralicé mi cabecita y me dejé fluir.

Cuando subí al departamento me dí cuenta. Este pibe recién se mudaba de la casa de sus papás. No tenía más que una mesa, dos sillas y el colchón con unas sábanas que claramente no estaban lavadas. Pero otra vez. Mente positiva Vale, dale. Vamos a lo que vinimos.

Empezamos a chapar ahí paraditos y cuando la cosa se puso más a punto, Nahuel apagó la luz.

 

Y acá literalmente todo fue oscuridad.

 

Amiga, no veía nada. Era todo negro absoluto.

 

Él obviamente como se sabía su casa de memoria, llegó al colchón perfecto. Pero claro, tan Valeria Romanza soy, que cuando quise ir hacia ahí, obviamente me caí al carajo. Y cuando caí me golpée la frente mal contra su mesa de luz (lo de “luz” es una forma de decir).

Nahuel fue rápido a prender la luz y yo ahí empecé a sentir cómo algo caía por mi cara. Sí, me corté la frente. Un de-sas-tre. Ojo, me ofreció llevarme a la guardia, pero para mí eso fue una señal. Así que agarré todas mis cosas y me pedí un auto para irme. “Qué precipitada” pensarán… Pero mirá, si el chabón era así por afuera, no me quiero imaginar cómo era el resto. Vos me entendés…

En fin… ¿Qué aprendí de esto? Que las apariencias engañan, no solo virtual sino personalmente también. Así que no le echemos la culpa a las apps por las #fracascitas. Si tiene que salir mal, va a salir mal. Vos solo confiá en tu intuición, y cuando sea momento de retirarse, hacelo con dignidad. No como yo que hice una pirueta antes de la retirada.

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