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Me mudé con mi familia a Alemania y esto aprendí

Samantha Gramajo, licenciada en psicología y mindfulness coach nos cuenta en primera persona su cambio de vida, de Buenos Aires a Mainz, en Alemania.


Samantha Gramajo se mudó a Alemania: cuenta su experiencia.

Samantha Gramajo se mudó a Alemania: cuenta su experiencia. - Créditos: Gentileza Samantha Gramajo



Decidí animarme a compartir mi historia porque creo que es distinto escribir cuando uno tiene todo resuelto y masticado a iluminar el proceso en sí mismo. Además, creo que cada vez más personas se animan a pegar el famoso volantazo (no importa en qué forma aparezca) y el compartir hace que uno se sienta acompañado. Así que, si bien cada experiencia es única, hoy la comparto por si mi migración puede resonar en otras personas. 

Con mi pareja nos conocimos en una escala en el aeropuerto de Lima y se podría decir que ahí comenzó nuestro viaje. Luego fuimos construyendo una familia y una vida bastante tradicional, con un hijo, nuestra casa, una mascota. Siempre supimos encontrar espacio para eso que nos había unido y nos apasionaba a ambos: viajar.

Si bien habíamos hablado de la posibilidad de una experiencia afuera, puedo asegurar que nunca me imaginé que esa propuesta iba a llegar en mi mejor momento profesional y personal. Justo cuando sentía que la estaba rockeando y que podía no solo balancear mi vida sino disfrutarla, apareció la oferta que le hicieron a mi marido para una relocación en Alemania (que tampoco hubiera sido mi destino elegido, ya que ninguno habla el idioma).

Después de varios meses de entrevistas, pasos y burocracia finalmente se dio. En julio llegó la propuesta oficial: irnos a la ciudad de Mainz, cerca de Frankfurt, donde se abría para mi esposo una oportunidad en su trabajo, Marketing, para un laboratorio.

Así que en dos meses tuvimos que poner primera para empezar a desarmar y armar todo.

Samantha se mudó junto a su pareja y su hijo a Alemania: no conocen el idioma.

Samantha se mudó junto a su pareja y su hijo a Alemania: no conocen el idioma. - Créditos: Gentileza Samantha Gramajo

¿Cómo logramos migrar? Trabajo en equipo y comunicación

Acá comenzó el verdadero trabajo en equipo y la puesta a prueba como familia. Creo que más que tener un hijo en pandemia, esta viene siendo la verdadera prueba a nuestra relación.

Nunca tuvimos tantas cosas por resolver en tan poco tiempo: cumpleaños, nuestro perro, colegio, alquiler de casas, papeles a firmar, pensar en casarnos, las cosas materiales y todo el trasfondo emocional que acompaña cada una de estas decisiones.

La comunicación entre ambos viene siendo clave. Entender que cada uno tiene formas muy distintas de procesar las cosas y también de accionar nos ayuda a seguir yendo para adelante. Entender qué necesita cada uno para sentirse bien, también. No digo que sea fácil, pero sin dudas todo este proceso saca lo mejor y peor de cada uno y si uno está dispuesto uno aprende a conocerse más a sí mismo y al otro. 

Mudarse de país: recursos emocionales y sostén

Si bien considero que cuento con un montón de herramientas, nunca sentí y experimenté tanto estrés y ansiedad como en estos últimos meses. Venimos atravesando cuellos de botella tan llenos de todo que cuando la gente me preguntaba cómo estaba yo decía: es todo un montón. No me salía otra cosa. 

Algo que suelo trabajar con mis consultantes es que encuentren qué realmente es importante en su vida diaria y qué los hace sentir ellos. Esto es exactamente lo que yo vengo haciendo. A la semana de llegar, compré una bicicleta por una página de usados y la sillita para mi hijo. Encontré un lugar de Yoga, le pedí a una profe de gimnasia de Argentina que me armara una rutina con bandas (ya que era lo único que podía traer en la valija) y me traje comidas, marcas y productos de mi día a día para ayudarme en la transición. 

Su mate, compañero de aventuras que acompaña a Sam.

Su mate, compañero de aventuras que acompaña a Sam. - Créditos: Gentileza Samantha Gramajo

 

Creo que tener cosas que nos hagan sentir en casa fuera de casa es súper importante, así también como mantener hábitos y costumbres que nos hagan sentir nosotros mismos y nos permitan volver a eje. 

Además, encontramos una niñera que habla español y viene un par de horas para darme algo de espacio, ya que seguimos en lista de espera para el colegio de mi hijo. En ese tiempo, atiendo a algunos pacientes.

También, poder contar con sostén en forma de red de amigos y familia viene siendo clave a nivel tanto emocional como físico. Tener a alguien que está ahí intentando dar una mano de forma virtual o real es sin dudas un extra que atesoro un montón.

Sam junto a su hijo, en Alemania.

Sam junto a su hijo, en Alemania. - Créditos: Gentileza Samantha Gramajo

Migrar: adversidades y aprendizajes

Hay muchas cosas que me vienen costando de la migración a Alemania, pero sin dudas la primera que surgió fue esta: ¿Quién soy en esta aventura? ¿Cuál es mi rol en todo este proyecto? Debo admitir que me vi súper amenazada y paralizada por un montón de mandatos propios y ajenos. A veces, es bastante difícil ser mujer.

Yo que me había afianzado como una mujer independiente, profesional y laburante, que tenía manejo de mis finanzas y podía sentirme igual que mi marido en lo económico, no podía concebir esto de redefinir mi profesión y, sobre todo, mi vida. Aún lo estoy trabajando. 

Antes de que surgiera la propuesta, estaba en un momento especial de mi vida. Recién salía del puerperio, estaba rencontrándome como mujer, pero, sobre todo, con muchas ganas de hacer cosas que me hicieran sentir plena.

Sam es instructora de Yoga, algo que no abandona pese a la migración.

Sam es instructora de Yoga, algo que no abandona pese a la migración. - Créditos: Gentileza Samantha Gramajo

 

Estaba explorando salir de mi zona de confort del consultorio de 4 paredes; animándome a usar las redes, encontrándome con pasiones viejas dejadas a un lado por prejuicios y cuestionando... sobre todo cuestionando. 

Cuando llegó esta propuesta, si bien había mucho miedo y dudas, había algo adentro mío que decía sí, este es el momento de patear el tablero. Este es el momento de pegar el salto y animarme. Decidí que no podía quedarme con esa duda de ¿qué hubiera pasado si...?  y, como se darán cuenta, decidí saltar. 

 

Pero en ese salto, el trabajo que tuve que hacer fue apropiarme de este cambio y de este proyecto. Entender que esta era también una oportunidad para mí, no solo para mi pareja y mi familia, sino para mí como mujer.

Sentí que era un momento que venía a darme mucho para aprender: me posibilitaba crear una nueva versión mía, desde el anonimato total; me proponía ser humilde y trabajar la apertura y el desapego. 

Decidí que me iba a convertir en una ciudadana del mundo, que realmente iba a permitirme sentir y aprovechar al máximo cada oportunidad que esta experiencia trajera y así lo estoy llevando. Algunos días son más fáciles y, otros, un tanto más desafiantes, pero sin dudas decidí cambiar de rumbo para descubrir todo lo que soy.

 

Por Samantha Gramajo. Licenciada en Psicología. Mindfulness Coach. Instructora de Yoga. Gentileza para OHLALÁ! En IG: @metodosam.

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