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5 datos sobre la microbiota intestinal que podés aprender del documental de Netflix que es tendencia

El intestino y la microbiota intestinal se volvieron mainstream con el lanzamiento de "Descifra tu salud", un documental de Netflix con hallazgos científicos para mejorar tu bienestar y tu alimentación.


Giulia Enders es doctora en medicina y la autora de "La digestión es la cuestión", un bestseller sobre la importancia del sistema digestivo en nuestro bienestar.

Giulia Enders es doctora en medicina y la autora de "La digestión es la cuestión", un bestseller sobre la importancia del sistema digestivo en nuestro bienestar. - Créditos: Gentileza Netflix



“En un momento en el que muchas personas están pensando qué nuevo superalimento consumir o si el gluten es bueno o malo, en realidad casi nadie parece preocuparse por el órgano donde todo eso sucede”, contaba en su charla TED del 2018 Giulia Enders. Seis años más tarde, podemos encontrar a Enders, una de las primeras médicas en comenzar a divulgar sobre el tópico hace ya casi una década con su best seller La digestión es la cuestión” (Ed. Urano), hablando junto a otros especialistas en el nuevo documental de Netflix “Descifra tu salud: Los secretos del intestino”, que se convirtió en uno de los más vistos de la plataforma.

El libro de Enders, tiene el mérito de contar de forma didáctica y divertida sobre el órgano más subvalorado, cómo funciona y por qué deberíamos prestar más atención a los habitantes de nuestras tripas (las ilustraciones del libro, ilustrado por su hermana Jill Enders, también aparecen en el documental).

Estos años de recorrido entre esa charla y el estreno del documental dirigido por Anjali Nayar, demuestran la relevancia que fue tomando el tema, tanto entre especialistas y médicos, que hoy estudian la microbiota intestinal y que saben que ha revolucionado el campo de la biomedicina, como del público general y chefs, deseosos por entender mejor qué sucede cuando nos alimentamos de determinada manera.

Descifra tu salud: un viaje al universo intestinal

"Descifra tu salud" es uno de los documentales más vistos de Netflix, que estrenó hace apenas unos días.

"Descifra tu salud" es uno de los documentales más vistos de Netflix, que estrenó hace apenas unos días. - Créditos: Gentileza Netflix

Lo primero que hay que entender es que nuestro aparato digestivo, más específicamente el tracto gastrointestinal, es de una complejidad increíble que incluye no solo ocho metros de tejido sino también al menos 100 billones de bacterias distintas “viviendo” pacíficamente en nuestros intestinos, cumpliendo todo tipo de tareas (regulación, limpieza, nutrición, etc). A este ecosistema interno se lo denomina microbiota o microflora, y si en el último tiempo se le ha dado prensa no es solo por la elocuencia y dedicación de Enders y sus colegas, sino porque la relación intestino-sistema nervioso también reviste de gran complejidad -se refieren a este órgano como el segundo cerebro- y es clave para calibrar nuestras funciones autoinmunes y metabólicas, que a su vez regulan el funcionamiento general de nuestro organismo y de las que depende nuestro bienestar general.

Yendo un paso más lejos, cuando hablamos de bienestar, también nos referimos a la salud mental, y cómo los intestinos se comunican con nuestro cerebro y pueden influir en nuestro estado de ánimo o humor. El mal humor, la alegría, la inseguridad, el bienestar o la preocupación no nacen solo de forma aislada en el cráneo. Durante mucho tiempo la cabeza ha acaparado la atención de la ciencia y hemos estado ciegos ante el hecho de que nuestro Yoes más que el cerebro”, describe Enders.

1) ¿Lo que comemos afecta nuestro humor?

De manera muy didáctica, en el documental los científicos entran en estructuras que simulan nuestro tracto digestivo para explicar sus funciones y alcance.

De manera muy didáctica, en el documental los científicos entran en estructuras que simulan nuestro tracto digestivo para explicar sus funciones y alcance. - Créditos: Gentileza Netflix

Uno de los puntos más interesantes del documental da cuenta de esta relación tripas-alimentación-estado de ánimo, al contar en qué consiste algo bastante escatológico, pero que hoy día está siendo considerado y estudiado por la comunidad médica: los transplantes fecales. El documental cuenta que la base teórica de estos transplantes son estudios que se realizaron sobre ratones, en los que, al hacerle un transplante fecal proveniente de un ratón con microbiota saludable a uno alimentado a base de productos procesados, el comportamiento cambiaba. Pasaban de estar “deprimidos” y pasivos, a estar más activos, poder realizar determinadas tareas, aprender más rápido, etc. La diferencia radicaba principalmente en su dieta. ¿Te suena a algo que hayas experimentado cuando te estás alimentando mal? Más y más evidencia señala que cómo comemos tiene un impacto en nuestras capacidades neurocognitivas y nuestro estado de ánimo. Y no solo eso, también se está comprobando la incidencia de la microbiota en enfermedades graves como la ansiedad, depresión, autismo, parkinson, etc.

Cabe aclarar que el trasplante fecal ofrece un enfoque prometedor para reponer un microbioma saludable (en personas que lo tienen dañado o que nunca tuvieron cierto tipo de bacteria beneficiosa) y combatir ciertas bacterias dañinas, actualmente el tratamiento se considera experimental y se emplea principalmente para tratar infecciones persistentes como las generadas por la bacteria Clostridioides difficile (produce colitis, etc). No se recomienda realizar este tratamiento de manera no supervisada, como muestra el documental, es decir, en tu casa.

2) La clave está en la variedad

Aunque el documental hace referencia a que cada persona es distinta y según la composición de su flora intestinal pueden reaccionar de distinto modo al mismo alimento (se presentan cuatro casos diferentes con diversas problemáticas en donde varía la dieta, el grado de estrés al que están sometidas, trabajo y/o hábitos que los han moldeado), y aunque se trata de no dar recetas absolutas, algo en lo que sí se hace hincapié es el tema de la variedad. "La clave es comer tantos tipos diferentes de plantas como sea posible, en todas sus formas”, explican. Y es que si queremos cuidar y contribuir con este ecosistema interior que tenemos, debemos alimentarlo con la mayor diversidad posible, y cuanto más variada sea la dieta, mejor será tu salud intestinal. Para considerar qué es variado podemos pensar en parámetros como color, textura, tipos y familias de alimentos (verduras, frutas, nueces, semillas, legumbres, productos integrales y alimentos probióticos). También en un apartado se le rinde culto a los alimentos fermentados, “los probióticos originales”. Pero cuidado, no se trata de empezar a comer frutas y verduras en cantidad de un día para el otro, sino que hay que proceder de modo gradual e ir aumentando progresivamente la ingesta de fibra, probióticos y otros, para que las bacterias intestinales puedan adaptarse.

3) Cómo llegamos al mundo, también importa cuando hablamos de microbiota

Algo de lo que se está hablando con más apertura en los últimos años, quizás de la mano de la consideración por partos más naturales y las denuncias de violencia obstétrica en tándem, es cuál es la incidencia que tiene el parto natural o una cesárea en la formación de la microbiota del bebé. Según el documental, investigaciones científicas recientes destacan que el nacimiento marca la exposición inicial del bebé a los microorganismos, y que si casi el 60% del microbioma de un recién nacido se origina en la madre y el resto se va produciendo con el contacto con el entorno, la forma en que llegamos al mundo también importa. Por ello, los bebés que nacen por vía vaginal adquieren microbios, principalmente de las secreciones vaginales e intestinales o al estar en cercanía con estas áreas, por el contrario de lo que sucede con los bebés que nacen por cesárea. Pero cabe aclarar que la lactancia materna a posteiori es una de las maneras en que se puede compensar esta carencia del microbioma.

4) Mirarnos más de cerca

Si hay algo que podemos -y debemos- llevarnos del documental es que desarrollar una sana curiosidad por el funcionamiento de nuestro cuerpo es fundamental para sentirnos bien, y que aunque podemos tomar tests más complejos como los que se muestran en el show (análisis de la genética y composición de tu microbiota), algo muy simple y al alcance de nuestra mano es observar y escucharnos más. Entre las cosas que la propia Enders recomienda están registrar cómo nos sentimos luego de comer o el tiempo que tardamos en digerir algo cuando lo que nos llevamos a la boca es de origen procesado o más natural, o incluso cuando lo que comemos tiene más cantidad de fibra. ¿Nos sentimos más cansados?, ¿nos cuesta concentrarnos?, ¿sentimos un impulso de energía que luego se desvanece rápidamente? o ¿podemos seguir con nuestro día con normalidad? Otra observación simple que propone es ver cómo movemos el vientre.

Podrá parecer desagradable, pero hay que poder normalizar hablar de caca, nos sugiere la intestinóloga. Para esto recomienda estar familiarizados con la famosa escala de heces Bristol, que existe desde 1997 y que registra los siete tipos de consistencia que pueden tomar las heces y las vincula con el correcto funcionamiento del tracto gastrointestinal y el estado general de salud. Así que ya sabés, ¡a mirar más!

5) Lo estabas haciendo mal y no sabías

Si bien este es un bonus track que surge del libro de Enders, nos parecía demasiado importante para no compartírtelo: la forma en la que estamos acostumbrados a ir al baño no solo no es la mejor, sino que podría estar dificultando el proceso. Se han realizado experimentos y probado tres posiciones distintas: sentados normalmente, sentados agachados y con gran esfuerzo y en cuclillas al aire libre. El resultado fue inequívoco: lo mejor para nuestras tripas (en términos de rapidez y “evacuación completa”) fue esta última. Lo cual explica también que cuando estábamos constipados nuestras abuelas siempre nos decían “subí las piernas” o “ponete en cuclillas un rato”. ¿Por qué sucede esto? Porque nuestro aparato de oclusión intestinal no está concebido para abrir totalmente “la escotilla” cuando estamos sentados, y además, porque debido a la forma natural de nuestro intestino si nos sentamos estamos presionando el tracto. Según los especialistas “ponerse en cuclillas es nuestra posición natural para evacuar desde tiempos inmemoriales”, y resulta que el moderno negocio de los inodoros surgió a finales del siglo XVIII, más por una cuestión de diseño y embellecimiento que por el bien de nuestras tripas. Otro dato curioso: las hemorroides y los problemas intestinales como el estreñimiento solo existen en países donde se evacua sentado en un inodoro. ¿Cómo resolverlo? Simple, no es necesario que hagas ninguna modificación en tu baño, con tan solo conseguir un banquito pequeño que te eleve las piernas un poco ya estás ayudando y mucho a tus intestinos.

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por Redacción OHLALÁ!


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