Tengo Trastorno Afectivo Bipolar tipo 2 y así impacta en mi sexualidad
La sexóloga Carla Galiano cuenta que tiene Trastorno Afectivo Bipolar tipo 2 y reflexiona sobre cómo influye esto en su vida en general y en su sexualidad en particular.
19 de noviembre de 2024
Última actualización el día 11/12/2024 • 15:58
Carla Galiano cuenta el impacto del Trastorno Afectivo Bipolar tipo2 en su vida. - Créditos: Gentileza Carla Galiano
Según la OMS, "la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, que no implica la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coacción, discriminación y violencia. Para lograr y mantener la salud sexual, es fundamental que los derechos sexuales de todas las personas sean respetados, protegidos y ejercidos plenamente”.
¿Pueden las personas neurodivergentes disfrutar de su sexualidad?
Soy Carla Galiano, sexóloga, coach de parejas y erotismo, y activista neurodivergente. Convivo con el diagnóstico de Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) Tipo 2.
Quisiera comenzar definiendo qué es la neurodivergencia, un término no médico (aunque algunos profesionales ya lo han incorporado) que abarca a personas cuya neurología es atípica, es decir, funciona de manera diferente a la mayoría. Si bien todos los cerebros tienen características únicas, se identifican ciertos patrones comunes llamados "neurotípicos".
En el cerebro neurodivergente, existen características que pueden influir en el estado de ánimo, el pensamiento, el comportamiento, la energía y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria. Este término forma parte del movimiento de neurodiversidad, que promueve la aceptación e inclusión de las diferencias neurológicas en la sociedad. Reconoce que la diversidad en el funcionamiento cerebral es una parte natural de la humanidad y empodera a las personas, al normalizar sus experiencias y reafirmar que no existe una única "manera correcta" de ser o funcionar.
Aceptar que nuestro cerebro funciona de forma distinta es el primer paso para afrontar cualquier trastorno mental. Dentro de las neurodivergencias encontramos el autismo, el TDAH, la esquizofrenia, la bipolaridad y la dislexia, entre otros.
Hoy hablaré del trastorno bipolar. La bipolaridad tiene un fuerte componente hereditario, por lo que es útil conocer los antecedentes familiares. En mi caso, incluía esquizofrenia y TAB. La búsqueda de un diagnóstico fue tardía, como ocurre con muchas personas, aunque este trastorno suele manifestarse desde la infancia, adolescencia o adultez temprana. A menudo, el diagnóstico llega tras una psicosis o intento de suicidio, o debido a episodios severos de hipomanía/manía o depresión. Estos episodios pueden durar semanas, meses o años, y es un proceso complejo encontrar la dosis adecuada de medicación. La psiquiatría es un arte y los tratamientos dependen en gran medida de cada persona y su respuesta a los fármacos.
El TAB no tiene cura, pero es posible llevar una vida funcional o, mejor dicho, lo que la sociedad considera "funcional". Tomamos medicación para estabilizarnos, no para curarnos. Además del tratamiento psiquiátrico, es recomendable la psicoterapia, preferiblemente con un enfoque cognitivo-conductual, respaldado por evidencia científica. También existe el psicoanálisis, aunque su eficacia en estos casos no es tan evidente como en la TCC.
He llegado a tomar hasta 8 o 9 pastillas al día. Muchos, como yo, experimentan un hartazgo ante esta situación, pero con el tiempo entendí que esto es parte de mí, de mi personalidad, de mi cerebro único y diferente. El autoconocimiento es una herramienta fundamental para enfrentar las recaídas y momentos difíciles.
La bipolaridad se caracteriza por cambios abruptos en el estado de ánimo, con episodios de hipomanía/manía o depresión, intercalados con momentos de estabilidad llamados eutimia. Algunas personas pueden permanecer en eutimia durante años y luego sufrir recaídas, que no solo afectan su bienestar mental, integridad física y entorno social, sino que también impactan de forma importante en su economía al reducir su capacidad para funcionar de manera estable en el trabajo o en otras actividades productivas.
En cuanto a la sexualidad, los cambios en el deseo sexual son notables. Durante los episodios de hipomanía o manía, puede presentarse hipersexualidad (aunque no siempre), lo que lleva a actuar de forma impulsiva y, en ocasiones, a conductas de riesgo como relaciones sin protección o infidelidades si se tiene pareja. En episodios depresivos, el deseo disminuye, a veces al punto de perder completamente el interés en la intimidad. Esto puede generar sentimientos de culpa y vergüenza por la falta de deseo.
En mi experiencia personal, mi vida sexual ha tenido picos de alta actividad, explorando prácticas swinger desde los 22 o 23 años, participando en sexting con múltiples contactos al mismo tiempo y manteniendo parejas múltiples. Sin embargo, en los episodios depresivos, sentía una gran vergüenza y culpa, cuestionándome incluso si era adicta al sexo. Pero en mis momentos bajones no podía ni conectar conmigo.
Los cambios de ánimo también afectan la autoestima y la percepción corporal, influyendo en cómo uno se siente al involucrarse en relaciones sexuales. Además, la falta de comprensión sobre el trastorno bipolar puede llevar al estigma, lo cual retrasa o impide hablar sobre la sexualidad, causando aislamiento y frustración.
La inestabilidad emocional dificulta la comunicación abierta sobre necesidades y deseos sexuales, lo que puede generar malentendidos y conflictos en la relación. Es fundamental que las parejas comprendan la naturaleza del TAB. La educación sobre el trastorno puede ayudar a ambas partes a gestionar mejor los altibajos emocionales y sexuales. Si la pareja puede acudir a una consulta con el psiquiatra tratante es de mucha ayuda.
Las personas con TAB enfrentan desafíos para interpretar sus emociones y deseos durante los episodios, lo que puede dificultar la comunicación efectiva con sus parejas. Establecer un plan para manejar el deseo sexual en fases maníacas y buscar apoyo en periodos depresivos es clave para una vida sexual saludable. Participar en grupos de apoyo también brinda un espacio seguro para abordar temas de salud mental y sexualidad.
Las personas con TAB tienen derecho a ejercer control sobre su vida sexual y tomar decisiones informadas sobre sus relaciones. Es esencial hablar de consenso y consentimiento, y también conocer los efectos secundarios de los medicamentos. Por ejemplo, estabilizadores del ánimo y antipsicóticos comunes en el tratamiento del TAB pueden reducir el deseo sexual, mientras que algunos antidepresivos pueden dificultar el orgasmo, disminuir el deseo e incluso causar disfunción eréctil.
Para complementar el tratamiento del TAB, hay terapias alternativas que pueden ayudar a equilibrar el estado de ánimo y mejorar la calidad de vida y la sexualidad. Practicar mindfulness y meditación puede ayudarnos a estar más presentes y a reducir la ansiedad en momentos difíciles. Hacer ejercicio físico también es clave: libera endorfinas y mejora el ánimo, lo que puede ser útil tanto en episodios depresivos como en momentos de hipomanía. Además, dedicar tiempo a actividades creativas como el arte o la música permite expresar emociones y entendernos mejor, lo que ayuda a tener una relación más positiva con nuestra sexualidad y a mejorar los vínculos con nuestra pareja.
En Argentina, el Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) puede reconocerse como una discapacidad cuando impacta significativamente la vida diaria en todos sus ámbitos. Según la Ley de Discapacidad (Ley 22.431 y Ley 24.901) y la Ley Nacional de Salud Mental (Ley 26.657), las personas con diagnóstico y Certificado Único de Discapacidad (CUD) tienen garantizado el acceso a tratamientos integrales y medidas de inclusión.
En resumen, comprender el trastorno e incorporar herramientas de comunicación asertiva y autoconocimiento ayuda a enfrentar los cambios en la sexualidad y en las relaciones. Recomiendo la terapia sexológica o de pareja para abordar los temas difíciles. Gracias a mi formación y experiencia, creé el taller “Bipolaridad y Bienestar Sexual”, que aborda qué es el TAB, cómo afecta a la persona y su entorno, y proporciona herramientas de sexología y coaching de pareja, especialmente útiles para profesionales que trabajan con pacientes con TAB.
Mi psiquiatra dice que somos personas extraordinarias, y para mí, esa fue la punta del ovillo para entender que el TAB no es solo un diagnóstico, sino una parte de mí que puedo trabajar para ser una mejor versión de mí misma cada día.
Es importante que quienes convivimos con TAB sepamos que hay profesionales capacitados que pueden ayudarnos a vivir una sexualidad plena, aprendiendo a gestionar los conflictos de pareja y entendiendo nuestra mente y cuerpo bajo este diagnóstico.
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