Newsletter
Newsletter

Lo que digo y lo que no




Hola Cari!
Me encanto muchotu post del lunes!! Tanto, que creo amerita que le siga la corriente un poco al tema hoy.
Para meternos en el post de hoy, un súper clásico:
Me reí mucho con las frases que pusiste en tu post como ejemplo de la cantidad de frases superadoras que hay dando vuelta sobre todo en las redes sociales como Facebook. Lejos de andar queriendo hacer un análisis investigativo sobre las redes, personalmente veo que se siguen algunas costumbres dependiendo de cada caso.
Recuerdo hace varios años que uno de mis mejores amigos siempre decía "en Internet somos todos buenos". Eran las épocas donde ICQ se iba apagando para que entrara con todo el uso del MSN Messenger. Él lo decía porque siempre que chateabas con desconocidos, amigos o alguna persona a la que le tuvieras onda se omitían casi de manera sistemática los defectos de las personas que hablaban y se daba lugar, pura y exclusivamente, a las virtudes. Pero no sólo eso, sino que ya empezaban las primeras frases superadoras en los estados de ambos programas. La típica era alguna frase sacada de algún charlatán o de libros.

Ya en ese entonces todos nos escudábamos de nuestra realidad compleja detrás de simplismos como esos. No me extraña que eso haya llegado hasta el día de hoy, donde sacamos fotos a todos como si fuéramos turistas y lo compartimos en las redes. Las selfies perfectas, el fondo del viaje a Europa, y la de nuestras mascotas empezaron a perder un poco de lugar para darle paso a esas frases que leemos seguidos en el "inicio" de por ejemplo Facebook, la red social donde todos nos mostramos perfectos, superados e incorruptibles.
Y un poco (bastante) hay de lo que vos decías: parece que nunca nos equivocamos, que nacemos con todas las respuestas y que, además, tenemos un grado de moralidad único en el mundo si por esas frases y posteos que escribimos se nos tuviera que juzgar. Cada vez parece que la gente fuera menos flexible, menos consciente de su complejidad y más predispuesta a los juicios simples, banales y superficiales. Y ahí hay un drama: nos estamos poniendo filtros para alejar a personas que tienen tal o cual defecto que puede enunciar alguna de nuestras frases ("no tolero la gente así o asá") sin entender que ninguno es un ser perfecto y simple, sino que es todo lo contrario: lleno de imperfecciones y de una complejidad única. Casi como si quisiéramos simplificar nuestra propia existencia a un puñado de cosas.

¿Será que realmente nos creemos así? Personalmente creo que no solo es una locura, sino que también esas frases más que sentir que nos definen al momento de compartirlas en el fondo son una mera proyección de nuestros propios defectos o de cosas que inconscientemente hablan de nosotros pero no nos damos cuenta.
Igual, no en todas las redes sociales pasa lo mismo. En mi experiencia de uso, veo que en twitter la gente es mucho más franca y hasta en un punto, "mala". Matan personas, las critican, dicen barbaridades y mentiras de cualquiera que se les cruce en su "inicio" o por la pantalla de su tele, donde muchos personajes de la caja boba colocan su usuario de twitter para que el público se comunique de manera directa con ellos. Todo más rápido, más letal.
Instagram tiene otro lado distinto a los dos antes mencionados: allí pareciera que sus usuarios son un poco más humanos, más sensibles y menos cargados de odio. Desde la foto con el perro jugando hasta la cena con amigos es difícil encontrar críticas o frases superadoras. Si bien nos podemos esconder bajo los filtros y opciones de edición que nos ofrece Instagram creo que terminan saliendo a flote de todas formas rasgos mucho más conciliadores, con mejor onda y más benévolos.

A mí particularmente mucho no me joden las frases esas. Porque sé que las cosas no son tan así como las describen ni que la gente que las comparte realmente piense eso. Capaz me equivoco, pero creo que es una costumbre o moda que tiene fecha de vencimiento. Todos, tarde o temprano, se deciden por venir a jugar al juego de "ser humanos". Y cuando lo aprenden a jugar y ven que les va bien, no quieren dejarlo nunca. Y eso, eso sí que esta bueno para compartir como frase en Facebook.

No quiero dejar pasar el post de hoy sin sumarme al pedido de justicia de miles de mujeres que el pasado viernes volvieron a gritar #NiUnaMenos en todo nuestro país. También sumarme al mismo pedido que hace Francis, quien fuera compañera mía de la escuela y que ha vivido varios casos de violencia física y verbal, sumados a abusos sexuales y de todo tipo por parte de su ex pareja (un efectivo de la policía), quien hasta ingresó a su casa, le generó tremendos daños a ella, y hasta le colocó su arma reglamentaria en la cabeza para someterla. Francis tuvo que abandonar junto a su hijo (el cual no reviste filiación con el agresor) su ciudad natal de Río Gallegos, en Santa Cruz para poder buscar la tranquilidad ante la falta de acción e inoperancia de quienes representan a la justicia, quienes no han sabido protegerla ni contenerla como debe ser a ella, y a tantas mujeres más que son víctimas de conductas machistas recalcitrantes que generan violencia en la mujer, en su familia, y que solo conocen un final: las flores sobre un cajón. Basta de femicidios. Basta de violencia contra la mujer en todas sus formas. Basta.
#NiUnaMenos
Muack

¡Compartilo!

En esta nota:

SEGUIR LEYENDO

#Hashtag

#Hashtag


por Juan Ghilglione

La despedida: nostalgia de un nuevo comienzo

La despedida: nostalgia de un nuevo comienzo


por Carina Durn


 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2022 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP