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"Para mi primer viaje hicieron una colecta"

Fue por tres meses a los Estados Unidos




El primer viaje que hice a Estados Unidos fue en 1946 por invitación de la Asociación Argentina de Golf. Hicieron una especie de colecta en los clubes y me mandaron con Enrique Bertolino y Martín Posse a jugar cinco meses. Comenzamos con la gira de invierno y en el tramo de Miami a Los Angeles visitamos un montón de sitios: el Gran Cañón del Colorado, donde por primera vez vi nevar y para un joven como yo fue todo una experiencia. Como no hablaba inglés, dependía de Martín Posse, que se ocupaba de comprar los pasajes, manejar o reservar hoteles.
Participamos de varios torneos. Recuerdo especialmente un partido que jugamos con Bertolino en Florida contra dos jugadores, Herman Kaisser y Kristoff Heffner, que eran considerados muy buenos. Nosotros íbamos ganando el partido y no recuerdo exactamente qué es lo que hicimos, pero nos echaron en cara algo y hubo una discusión que aún hoy no la entiendo.
La discusión fue muy fuerte y después de tres meses de gira volvimos. No cumplimos con el programa que la asociación nos había preparado. Seguramente estábamos cansados, ya que tres meses fuera del país era mucho para esa época, y no era tan fácil como ahora. Todo se hacía sobre la base de trayectos en auto de una ciudad a otra, y era complicado porque no existían las autopistas. Pero fue un viaje que nos dio una experiencia muy buena.
A partir de entonces empecé a tener una visión exacta de lo que podía hacer en Estados Unidos y dos años después empecé a viajar sin parar hasta 1994. Fui aprendiendo a hablar un inglés tarzánico , pero me defendía, las cosas las hacía solo, con problemas. No tenía manager, no tenía quién me reservara hotel ni contratara los cadies; no sabía viajar de un sitio a otro, y tenía que hacerlo en compañía de un profesional que tenía la gentileza de llevarme; otras veces lo tenía que hacer en ómnibus.
En el golf los jugadores no son oponentes, sino que cada cual tiene su propio desafío en la cancha y quien le saca mayor provecho es el ganador. Es un juego apasionante, pero se lo vive de forma diferente si uno lo practica para bajar la barriga o como medio para llenarla.
Hay que estar todo el día dentro de la cancha, despertar la sensibilidad de los músculos y desarrollar la propia habilidad. Según el viento, la lluvia o el calor, es necesario prepararse en diferentes sentidos, mental y físicamente. En general son cinco horas de juego, además de otras tantas de práctica; se precisa concentración y sabia administración de los golpes, desde el primero hasta el último de los hoyos.
En fin, fue una vida bastante dura, cosa que no pasa ahora: hay medios, los profesionales cuentan con recursos y el que no posee un avión, tiene un auto que lo puede llevar por las autopistas extraordinarias, las canchas son mejores y los jugadores también.

El autor es golfista

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por Redacción OHLALÁ!


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